viernes, 22 de mayo de 2009

Tribuna Libre

La gente está hasta el moño de Carod
Por A. Sabrido
Dice el impresentable vicepresidente del gobierno regional catalán, José Luis Carod, que la gente está hasta el moño de España. Es una más de las gilipolleces de ese señor, que no sabe qué hacer para llamar la atención. Es de suponer que lo que quiere decir es que en Cataluña la gente está cansada de España. Pero tampoco es cierto.
Todo lo más, vamos a admitir que alguna gente en Cataluña –o mejor aún alguna gente que él conoce- está hasta los pelos de España.
En cambio, podemos decir sin temor a equivocarnos mucho que en España, en esa nación que al bobo de Carod no le gusta, sí que hay mucha gente hasta el moño de él. O por decirlo con menos ambigüedad, centenares de miles de personas que están hasta las pelotas de que ese mamarracho siga con coche oficial a costa de nuestros impuestos y viviendo del cuento para que los socialistas del señor Montilla se mantengan en la Generalidad.
¡Hagan una encuesta! Van a ver qué poquito nos equivocamos. Desde que a la política española ha llegado una “troupe” de personajes que en otros países no pasarían de ser el hazmerreír de la mayoría, nos pasan estas cosas. Lo malo es que estos gilipuertas abundan y no se circunscriben al independentismo catalán, ni a la mismísima Cataluña. Los hay por doquier. ¡Miren a su alrededor! ¡Seguro que encuentran alguno!
A Carod, que se le veía tonto desde que hizo su aparición ante los focos, le han reído las gracias desde el gobierno Zapatero y aledaños. Y estas son las consecuencias. Debía estar hace tiempo en las cloacas de la historia, pero ya ven, lo tenemos hasta en la sopa.
¡Fíjense los poderosos motivos que tiene Carod para decir lo que dice! Han aumentado un 4 por ciento los cretinos como él que quieren la independencia de su región. ¿Y cuántos habrán aumentado los que desean lo contrario o los que estarían encantados de que este imbécil se marche a hacer gárgaras? El instituto oficial de sondeos que da el dato no habla de esos otros. ¡Natural! ¡No les conviene!
Se queja el capullo del cuento de que “aún hoy no puedo ir por la calle en una ciudad española porque la gente me insulta a mí, insulta a Catalunya y dice 'viva España'”. ¡Pero coño! ¿No comprenderá este baboso que insultarlo a él no es insultar a Cataluña? ¡Insultarlo a él es un acto de honestidad intelectual y hasta de justicia! Y por supuesto no lo identificamos a él con Cataluña, sino con lo peor que ha dado España en algún tiempo en materia de hombres públicos.
Lo más cachondo del asunto es que la política catalana no la pilotan catalanes. Al menos catalanes de verdad. Carod no es más que un resentido, hijo de aragoneses emigrados a Cataluña. Tan charnego, por usar su terminología, como el que más. Lo mismo que el President José Montilla, un cordobés emigrado a tierras catalanas en busca de una nueva vida. Otro charnego.
Y es por personajes como esos dos por lo que se echa de menos en la vida pública española a auténticos políticos nacionalistas de fuste, como lo fue Jordi Pujol y Solei. ¡Y ese sí que era catalán auténtico! ¡Pero con un “seny” (sentido común) como no pueden ni soñar esos otros dos vende patrias!
(PS: Echen una ojeada a las fotos que acompañan este artículo de opinión, para ver lo bien que hace el indio Carod Rovira)