domingo, 31 de mayo de 2009

Editorial


La campaña de las Europeas está siendo un claro ejemplo de lo que no nos gusta a muchos españoles. Porque no nos gusta que en tiempos de crisis los políticos se enzarcen en bobadas cuando el país está ante una catástrofe provocada por la codicia de tantos y tantos paniaguados de los grandes partidos que han campado a sus anchas a costa de todos nosotros, y a los que al final –ya lo verán ustedes- les sacan las castañas del fuego sus amigos.
No nos gustó el mal tono de los vídeos con los que agredían al buen gusto a comienzos de esa campaña, y no nos gusta ahora esa arrogancia y hasta cara dura con la que se emplean los aviones de la Fuerza Aérea para irse de campaña. Y si se hizo antes, peor que peor.
Los políticos que como el Sr. Zapatero presumen de “talante” debieran cuidar mucho más los modos y no usar lo que pagamos todos para su comodidad personal, sobre todo cuando lo hacen para actividades sectarias.
Está bien –aunque en algunos países sería visto como una aberración- que los políticos viajen en aviones de la Fuerza Aérea cuando nos van a representar a todos. Parece ser que eso demuestra cierto “status” de la nación que pone a disposición de sus mandatarios ese tipo de facilidades. No pueden considerarse los políticos españoles mal pagados, y menos ante unos compatriotas que están pasando las de Caín.
Pero sobre todo no es de recibo que se empleen esos mismos medios para hacer algo que, como una campaña electoral, supone privilegios a los que los demás candidatos no tienen acceso.
Es, al fin y al cabo, como lo del tanto por ciento que en la declaración de la renta otorgamos a la iglesia o a obras sociales. No estaría bien que se emplee para, pongamos por caso, comprar terrenos o joyas.
Los gobernantes, sobre todo aquellos a los que se les llena la boca diciendo que quieren ser más justos y limpios que el resto, deberían mirar con mucho más cuidado que otros lo qué hacen. Usar un avión o un helicóptero militar para ir de mitin es un auténtico abuso de confianza.
Porque por la misma razón debieran poner a disposición de sus rivales idénticos medios para esa actividad. Lo que sucede es que entonces el coste de sus campañas y otras bromas nos costaría a los ciudadanos un dinero del que carecemos.
Estados Unidos es un país rico que se puede permitir el lujo de poner a disposición de su presidente el “Air Force Number One” y una flota de otras aeronaves y vehículos. España ya tiene bastante con hacerlo con el Rey y con algunos miembros del ejecutivo, pero siempre que sea para ejercer su tarea de gobierno. Lo otro es, como hemos dicho, simple y llanamente un abuso de confianza.
Como lo sería llevarse a sus seguidores a La Moncloa, a celebrar un mitin en los jardines y darles una buena merienda a cargo del erario público.
Lo que tienen que hacer los políticos es acostumbrarse a viajar, como hacen sus colegas de otras naciones más desarrolladas y democráticas que la nuestra, en vuelos regulares siempre que las circunstancias lo permitan. O en caso de que precisen medios para irse de campaña, alquilar un avión privado a cargo de su partido, como hacían unos años atrás otros políticos con más vergüenza torera.
Y además, deberían comprender que los españoles, la mayoría, aspiramos a que las campañas electorales sean auténticos debates de ideas y programas, en vez de una pugna barriobajera y despreciable en la que creen que todo vale.
A una semana de las elecciones europeas, muchos ciudadanos cansados de tanta insensatez seguimos sin escuchar los verdaderos mensajes europeístas y mucho menos razones para ir a votar, en vez de quedarnos cómodamente en casa
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