martes, 17 de marzo de 2009

Reportaje-Medio Ambiente: Volverán las oscuras golondrinas

Por Lorenzo Jiménez

Es tiempo de golondrinas. Desde hace semanas, en muchos lugares de España -y naturalmente también en Escalona- escuchamos sus peculiares trinos y observamos su elegantes vuelos en los que evolucionan para devorar en al aire a multitud de insectos menores, como mosquitos, que son su fuente de alimento y que algunos denominan “plancton aéreo”.
También, como en los versos de Espronceda, las vemos colgar sus nidos, de hierba y barro amasado con su propia saliva, en fachadas o balcones. Inaccesibles a los depredadores, y también a los humanos. Suelen fijar los nidos a vigas de madera y paredes.
En realidad la golondrina, o hirundo rustica, según la denominación que le dio el naturalista Linneo, en 1758, es una de las aves migratorias más conocidas del mundo. Tiene un admirable sentido de la orientación y recuerda los lugares de un modo sorprendente, siendo capaz de encontrar su nido del año anterior. Puede llegar a medir hasta 19 centímetros largo, posee un pico corto, alas fuertes y largas en proporción al cuerpo.
Su cuerpo aerodinámico está adaptado para vuelos acrobáticos, rápidos y de largo recorrido, trazando curvas angulosas y veloces, con rápidos ascensos y descensos, a cierta altura o en vuelo rasante. Sus alas estrechas y su cola ahorquillada le permiten maniobrar con facilidad: puede dar rápidos giros para perseguir a sus presas. Como complemento, posee un extraordinariamente desarrollado sentido de la vista.
Los insectos voladores son su fuente de alimentación, como moscas, mosquitos, hormigas con alas, libélulas y pequeños coleópteros.El color de la cabeza, del lomo, alas y de la cola es de un negro azulado brillante; el de la frente y cuello, rojo herrumbroso, y en el pecho y vientre es blanco amarillento.

CRIAR EN EL HEMISFERIO NORTE
La golondrina pasa la mayor parte del año en las regiones templadas del hemisferio norte, donde realiza la puesta y la cría, pero inverna en el hemisferio sur. Muy inquietas, pasan la mayor parte del tiempo en vuelo.Una vez que reencuentra su nido, si es necesario lo reconstruye o hace uno nuevo, donde pone sus huevos y cría sus polluelos.
Los huevos son de alrededor de 14,8 milímetros de largo y los cascarones de éstos son algo amarillentos y con muchas pequeñas manchas pardas o grisáceas, repartidas irregularmente por toda la superficie.Muchas de esas diminutas manchas son casi triangulares, aunque la mayoría de ellas carecen de forma. Como en otras especies, la hembra permanece en el nido mientras que el macho sale a buscar alimento.
Cuando las pequeñas golondrinas han crecido suficientemente, la madre les enseña a volar. Esta ave tiene un gran instinto de defensa, siendo el gato su más frecuente enemigo. Cuando alguno asedia el nido, se agita con un batir de alas y abre el pico amenazadoramente para proteger a sus hijos. Y si el peligro es mayor, se alía con otras de su especie para entre todas espantar al enemigo.
Las golondrinas suelen despertar la simpatía del hombre, quizá porque su llegada coincide con la primavera: la estación de la regeneración de la vida, de las flores y, para muchos del amor.
Frecuentan toda clase de terrenos, excepto la selva y el monte muy denso. Para saciar su sed, efectúan vuelos rasantes sobre ríos, lagos y otro tipo de estanque, en el que llenan sus picos de agua al modo de ciertos hidroaviones. También porque en los lugares húmedos hay mayor concentración de insectos.
Hay quien poéticamente las ha denominado “dulces mensajeras de la tristeza” y es frecuente verlas gorgojear, por parejas, en los cables del tendido eléctrico. Su peculiar sonido se escucha a gran distancia.Se posa a menudo en el suelo levantando al hacerlo las alas, pero plegándolas y moviéndose suave, aunque torpemente, a causa de sus patas cortas y débiles.
En especial las golondrinas se posan a menudo cuando están construyendo el nido para recoger materiales, paja seca, barro, boñiga de vacuno. También en bordes de charcas, bebiendo poco, pero fácilmente.Prefieren como posadero los cables del tendido eléctrico o telefónico y con frecuencia clavos y alambres situados en las paredes de las casas.
Igualmente se pueden ver en salientes de rocas en paredones y no rara vez en ramas secas o desnudas de hojas en árboles.
COLABORACIÓN MACHO-HEMBRA
En época de cría las parejas se ven juntas o el macho vigilante cerca del nido, pero fuera de ella forman bandos numerosos que pueden llegar a alcanzar varios millares de golondrinas, especialmente en migración. Los dormideros son usados año tras año y algunos son tan antiguos que se ha perdido memoria de su iniciación.
La incubación es efectuada casi totalmente por la hembra durante 14 días. Existen, sin duda, ligeras variaciones, pero nunca he podido controlar períodos superiores a 15 días. El macho colabora a menudo mientras la hembra sale del nido por espacios cortos que no suelen sobrepasar los 15 minutos. La muerte accidental de la hembra motiva el abandono del nido. No en cambio la muerte del macho.
Al nacer los pollos tienen un plumón bastante largo, pero escaso y de color gris. El interior de la boca es amarillo pálido y no hay puntos oscuros en la lengua. Ambos adultos los ceban con insectos muy asiduamente, pero su desarrollo no es demasiado rápido. A los 12 días pueden asomarse al borde del nido en demanda de alimento, pero no es hasta los 14-15 días cuando, colocados en línea permanecen continuamente con las cabezas fuera.
A veces, forzados por la tardanza en recibir alimento caen al suelo donde son presa fácil de los gatos.Algunos vuelan a los 18 días, aunque normalmente no lo hacen hasta los 23-24. Durante los primeros días después de abandonar el nido los jóvenes vuelven a dormir a él. Dos puestas son normales en cada temporada y tres ocasionalmente.

PÁJARO GREGARIO
Curiosamente, determinadas calles de pueblos y ciudades no son abandonas por la golondrina incluso con el aumento del tráfico de vehículos a motor. En agosto y septiembre miles de golondrinas, sobre todo jóvenes, se posan apiñadas en cables, muy corrientemente a baja altura en calles muy transitadas por personas. Preparan así la migración a África.
Puede decirse que la golondrina común es un pájaro eminentemente gregario e incluso en época de cría a menudo se reúnen un buen número de ellas para formar colonias de cría. Lo corriente son grupos de 4-12 parejas.
El canto de la golondrina común no puede reproducirse, pero sí decir que se trata de un gorjeo sostenido, muy agradable y realmente musical. Los floreos son frecuentes y se la puede escuchar cantando en vuelo ya desde el momento en que llega en marzo a la Península. En las agrupaciones de golondrinas que inician la emigración otoñal, el gorjeo es intenso y el griterío ensordecedor. Si está alarmada, el tono mesurado de su voz se vuelve alto y estridente, así como acompañado de rápidos vuelos sobre la cabeza del intruso.
Ocasionalmente canta desde el suelo, probablemente cuando el celo es más intenso y mientras recoge material para el nido. A partir de primeros de abril y hasta finales de julio el canto es intenso, pero se hace intermitente en agosto y septiembre.La golondrina común está muy extendida por Eurasia y norte de África en el Paleártico; en Escandinavia sobrepasa el Círculo Polar, pero aquí es ya más escasa, sobre todo en las extensas zonas de bosques de coníferas. La mayor densidad es alcanzada en los países de la cuenca del Mediterráneo.
Invernan en África Tropical y Austral. En Europa se han realizado masivos anillamientos y así son bien conocidos los cuarteles de invierno. La migración primaveral resulta extraordinariamente notoria en todas partes. Las primeras llegadas se producen en el sur de la Península en febrero. Muchas ya se ven en días claros atravesando el Estrecho de Gibraltar y volando a no mucha altura. El mayor contingente comienza a verse en marzo. Normalmente un buen contingente costea antes de penetrar en tierra firme, donde siguen las líneas de los valles.
Abril, en especial los primeros 15 días, da el mayor número de golondrinas en paso.En otoño, el paso comienza pronto y ya en los últimos días de julio se aprecia bien en el País Vasco y en muchos lugares de los Pirineos. Sin embargo, resulta francamente espectacular en septiembre y octubre.