sábado, 28 de marzo de 2009

Desde mi Atalaya



A vueltas con los caminos
Por Lázaro
Cada vez son más los médicos que recomiendan a sus pacientes caminar. Andar es a todas luces una de las actividades más saludables y también de las más económicas. Está al alcance de todos los bolsillos, incluso de los más humildes, y aseguran los galenos que a medio plazo permite conseguir y mantener un excelente estado de forma.
En el caso de las personas mayores resulta infinitamente más asequible que la bicicleta y otras actividades que requieren costosos materiales o instalaciones. Además de que, hasta la fecha, ese tipo de instalaciones (por ejemplo, una piscina climatizada) no parecen entrar en los planes del Ayuntamiento socialista. En cambio, hay mucho interés en asfaltar los aledaños del Palacio o los miradores de la carretera (léase Avenida de la Constitución). ¡Eso sí que son medidas sociales, coño!
Y a falta de piscina, en Escalona hay ya una serie de ciudadanos a los que uno puede encontrarse caminando. Son cada vez más frecuentes –porque andar permite dosificar el esfuerzo- pero también lo es que tengan que arriesgar sus vidas porque muchos de los caminos transitables han sido cortados por la acción de impunes transgresores de la ley y por la inacción de las autoridades que deberían velar por su cumplimiento.
La vigente Ley de Vías Pecuarias (1995) –complementada en nuestra Región por otra autonómica de 2003- deja claro en su preámbulo que “atendiendo a una demanda social creciente, las vías pecuarias pueden constituir un instrumento favorecedor del contacto del hombre con la naturaleza y de la ordenación del entorno medioambiental” y considera “a la red de vías pecuarias -con sus elementos culturales anexos- en un legado histórico de interés capital, único en Europa”.
En el Artículo primero de esa misma norma legal se lee que “se entiende por vías pecuarias las rutas o itinerarios por donde discurre o ha venido discurriendo tradicionalmente el tránsito ganadero” y que “podrán ser destinadas a otros usos compatibles y complementarios en términos acordes con su naturaleza y sus fines, dando prioridad al tránsito ganadero y otros usos rurales, e inspirándose en el desarrollo sostenible y el respeto al medio ambiente, al paisaje y al patrimonio natural y cultural”.
Y en el segundo deja claro que “las vías pecuarias son bienes de dominio público de las Comunidades Autónomas y, en consecuencia, inalienables, imprescriptibles e inembargables”.
En el tercero se encomienda a las Comunidades Autónomas:
a. Regular el uso de las vías pecuarias de acuerdo con la normativa básica estatal.
b. Ejercer las potestades administrativas en defensa de la integridad de las vías pecuarias.
c. Garantizar el uso público de las mismas tanto cuando sirvan para facilitar el tránsito ganadero como cuando se adscriban a otros usos compatibles o complementarios.
d. Asegurar la adecuada conservación de las vías pecuarias, así como de otros elementos ambientales o culturalmente valiosos, directamente vinculados a ellas, mediante la adopción de las medidas de protección y restauración necesarias.
El resto de la Ley desarrolla con detalle la protección obligatoria de tales vías en sus múltiples aspectos. Como sería prolijo reflejar aquí tales detalles, podemos disponer el texto a cualquier interesado, incluidos los representantes de los poderes locales, y por tanto garantes de su cumplimiento.
Pero lo cierto es que, en Escalona, el abuso se da por cualquier lado que uno decida orientar sus pasos. El antiguo Camino de Aldeaencabo está interrumpido por una valla de alambre de espino allí donde se le antojó al propietario de una finca. Lo mismo sucede con el antiguo Camino de Paredes, que se interrumpe a la altura del Golf para no reaparecer hasta muy cerca ya de la población vecina. Dicen que la culpa es de Paredes, pero más bien parece que entre todos la mataron y ella sola se murió.
Otro tanto ocurre si se opta por dirigirse a Quismondo, nada menos que por todo un Camino Real de Castilla reseñado como tal desde el siglo XV (Repertorio de Juan de Villuga). Y por si fuera poco, en ese y otros caminos han proliferado los vertederos ilegales sin que a nadie preocupe el asunto.
Si el destino elegido es Maqueda, en ese caso a los vertidos ilegales se suma la voracidad de un propietario que ha mandado arar más de 300 metros del camino. ¡Otra hazaña sin que nadie la frene!
¿Y qué sucede en las riberas del río? Pues otro tanto. En la margen sur, algún desaprensivo se ha adueñado de lo que es de todos y llevado el cierre de su propiedad hasta el mismísimo curso de agua. ¿Y quién se lo ha impedido? ¡Nadie! El de marras ha plantado unos viejos y herrumbrosos somieres y no hay agente de la Policía Municipal que le diga que eso no se puede.
¿Qué decir de la margen septentrional, a partir del lugar donde estaba el antiguo Canal, el Molino y donde ahora hay una finca de caballos? ¿A dónde ha ido a parar la senda que debía permitir seguir el cauce del Alberche río arriba? ¿Y quién ha reclamado lo que proceda reclamar? ¡Nadie!
O en el lado contrario, donde hay casas construidas sobre el mismísimo borde del agua (5 metros desde ese borde son de todos y nadie puede usurparlos) y hasta la fecha, que se sepa, el Ayuntamiento no ha abierto su boquita.
Nos queda a los aficionados a caminar, y a muchos peregrinos jacobeos que pasan por nuestro término, aprovechar los cada vez más escasos tramos de caminos y después jugarnos el bigote por las carreteras. Pero desde luego parece que no podemos esperar mucho más de los responsables de que no se cometiesen esas tropelías.
No nos engañemos. En Escalona parece no interesar más que el lucro de unos pocos. Y el bienestar de la mayoría es la eterna promesa que no se cumple. La mayoría, señores, parece que no interesa más que a la hora de votar. Entonces sí. Entonces vienen, unos y otros, con promesas que nunca cumplirán y otras que, o no interesan, o en realidad sólo les interesan a ellos.
Escalona parece cada vez más el ejemplo de cómo hacer que los representados no se identifiquen con sus representantes. Ni con los unos, ni con los otros. A los que mandan sólo les interesa ostentar el poder. Ni ideas, ni moralidad, ni cuentos chinos.
Lo que a los responsables preocupa, en apariencia, es su propio interés o el de sus amigos (incluir a parientes más o menos cercanos). El único camino que tiene visos de ser arreglado (así ha sido anunciado) es el de la antigua Tenería. Y mira tú por dónde, hay serios rumores de que en esa zona hay planes más que avanzados de construir una nueva colonia de adosados tan pronto como la crisis afloje.