sábado, 21 de marzo de 2009

Ciudades para enamorar

SEVILLA EN ABRIL

Por Alfredo Sabrido
Dicen que Sevilla es más que una ciudad. Es un arrebato, una pasión para los sentidos. Y abril es su mes grande. Un mes para enamorarse en Sevilla y de Sevilla.
Como las dinastías reales, las ciudades tienen sus rangos y protocolos. Roma sería como una reina madre: Estambul, una sultana. Sevilla es, sin duda, una princesa enamorada.
Dicen que Julio César en persona la convirtió en capital de una provincia y la bautizó como "Romula", la pequeña Roma. Miguel de Cervantes, el "padre" de Don Quijote, la llamó "Roma triunfante en ánimo y grandeza".
Los admiradores de Sevilla, que son muchos, afirman que, como Roma, su ciudad tiene una luz mágica, un aire perfumado y ligero con aromas de jazmín, de azahar, de bergamota… Como Roma también tiene un laberinto de calles y plazas que parecen creados para amparar confidencias de amor y de celos.
Más similitudes: un sinfín de conventos ruinosos y cerrados, unas colinas que estuvieron consagradas durante siglos al ciprés, al olivo, al viñedo; un río indolente que separa los barrios burgueses de los populares. Porque Triana, se dice, tiene mucho en común con el Trastevere.
Sevilla fue fiel a todos sus reyes desde que los godos la convirtieron en capital de su reino. Lo fue más tarde al Califa de Damasco, a los omeyas de Córdoba, a Fernando III el Santo, a Alfonso X el Sabio, a Pedro I el Cruel, al emperador Carlos V cuando se empeñó en las guerras contra los comuneros, y hoy en día a Juan Carlos I.
En premio a esa lealtad, Alfonso X le concedió su lema, omnipresente en múltiples rincones sevillanos. Es un jeroglífico "No 8 Do", que quiere decir que Sevilla no le abandonó. Pero ese 8, que simboliza una madeja, era también el símbolo de los mercaderes fenicios que fundaron la ciudad.
La mayor parte de los restos antiguos sevillanos son moriscos, pero dos elementos característicos de Sevilla no guardan relación con la dominación árabe. El patio es un elemento romano y la cancela de hierro forjado es renacentista.

El lujo y los ensueños
Algunas casonas nobles de Sevilla, como el Palacio de las Dueñas, tienen la estructura típica de las residencias de los patricios romanos.
El lujo y los ensueños han formado parte históricamente de la fisonomía sevillana. No hay que olvidar que por Sevilla, por el Guadalquivir navegable, llegaban todo tipo de riquezas de allende los mares.
Sevilla, desde que Cristóbal Colón llegó al Nuevo Mundo, fue una de las mayores puertas de entrada a Europa de oro, plata, piedras preciosas, maíz, tabaco, cacao, frutas tropicales, animales exóticos, perlas y toda una cultura desconocida.
Esas riquezas impulsaron en Sevilla un movimiento espiritual y artístico que se materializó en las mejoras obras de lo que los españoles denominan Siglo de Oro y del Barroco.
Pero la riqueza, paradójicamente, arrastró a Sevilla a la ruina. Cuando la ciudad se abandonó a los sueños del oro, numerosos oficios artesanos de tipo utilitario desaparecieron.
Sevilla se especializó entonces en industrias únicamente suntuarias, como las mantillas, las sedas, las colgaduras de iglesia, los jabones perfumados o las lozas vidriadas. Pero todos esos artificios no lograron sobrevivir a la competencia de otras naciones industrializadas, sobre todo Flandes.
Sólo resto de la quimera del oro sevillana ese ánimo optimista para encarar a la vida que se dice que caracteriza a las gentes de esta ciudad.
El origen de su nombre es el romano Hispalis –en realidad Colonia Iulia Romula Hispalis-, que a su vez viene del indígena Ispal. Los musulmanes convirtieron luego esa denominación en Ishbiliya y de ahí proviene su actual nombre.
Con los musulmanes dueños ya de Sevilla, el 1 de octubre de 844 una flotilla de unos 80 barcos vikingos ascendió por el Guadalquivir y atacó Sevilla durante siete, causó gran número de muertos y tomó numerosos rehenes para pedir rescate.
Mientras llegaba el dinero, se quedaron esperando en una isla sevillana, pero en Córdoba, el califa Abderrahmán II, preparó un ejército para hacerles frente y el 11 de noviembre se entabló batalla. Los vikingos sufrieron mil muertos, otros 400 fueron hechos prisioneros y ejecutados y unas 30 naves fueron destruidas.
Con el tiempo, algunos supervivientes se convirtieron al Islam y se instalaron como granjeros en la zona de Coria del Río, Carmona y Morón, dedicándose a la ganadería y producción de productos lácteos (hoy son apreciados sus quesos, únicos en la zona).
Aún hubo otras incursiones vikingas en 859, 966 y 971, y en la última ocasión su flota fue totalmente aniquilada.
Pese a ese pasado guerrero, puede que el modo más romántico de llegar a Sevilla sea en barco, surcando las plácidas aguas del Guadalquivir río arriba, desde Sanlúcar de Barrameda, a través de las marismas rocieras pobladas de cigüeñas y gaviota y que huelen a manzanilla, a sal y a aceitunas. Hasta arribar junto a la Torre del Oro. Sevilla está sólo 20 metros por encima del nivel del mar.

No es fácil de visitar
Siendo la segunda ciudad más visitada de España, Sevilla no es fácil de visitar. Y sin embargo, cualquier ruta es igualmente atractiva. Cualquier calle ofrece vistosas macetas en los balcones en las que crecen la albahaca y la hierbabuena, los geranios y los claveles, las hortensias y las begonias, los jazmines y las rosas. En cualquier rincón es posible admirar un típico patio sevillano. Por cualquier lado surge un cuidado monumento, como los Reales Alcázares, que sirven de residencia a los Reyes y algunas personalidades de visita en Sevilla. Se compone de diversos edificios de diferentes épocas. La fortificación original se construyó sobre un antiguo asentamiento romano, y más tarde visigodo. Posteriormente pasó a ser basílica paleocristiana (San Vicente Mártir), donde fuera enterrado San Isidoro. Pero el sello más nítido lo dejaron los árabes, como sus murallas almohades,
En esas murallas, construidas de tapial de argamasa de cal, arena y guijarros, destaca la Torre Blanca, del siglo XII y de planta octogonal.
El Alcázar es el palacio más importante legado por los musulmanes en la península Ibérica después de la Alhambra de Granada. En 884 fue decisivo para impedir la invasión vikinga.
Muy cercana a los Alcázares está la Giralda, probablemente el monumento más representativo de la ciudad a la que domina desde sus 97 metros de altura. Fue minarete de la mezquita almohade desde el siglo XII. En 1555, convertida la mezquita en Catedral, el arquitecto cordobés Hernán Ruiz levantó el cuerpo de campanas y remató la torre con el campanario y balaustradas.
En la catedral, además de la Giralda, hay otros vestigios árabes, como el Patio de los Naranjos. Dentro, el templo guarda obras de célebres artistas y el retablo de mayores dimensiones de España.
Por un privilegio vaticano, los niños del coro de los Seises bailan y cantan dentro de la catedral tres veces al año.
Algo más lejos está la Torre del Oro, una edificación almohade construida en 1220 por el Wali Abu El Ola. Su nombre proviene de los destellos dorados que despedían los azulejos que en tiempos tenía en su parte superior y no como erróneamente se ha dicho porque en ella se guardase el dorado metal traído de las Indias.
Junto a ella atracaban los galeones y naos que iban y venían de América y junto a ella fueron despedidos Fernando de Magalhaes y Juan Sebastián Elcano cuando emprendieron el viaje hacia Asia que permitió al segundo completar por vez primera la vuelta al mundo.
También se debe visitar el Archivo de Indias, un gran inmueble de estilo herreriano que guarda los principales documentos para investigar cómo se realizó la Conquista de América.

Un rincón especial para el amor
Sevilla tiene un rincón especial para el amor. El Barrio de Santa Cruz. Sus angostas callejas, los patios, el ambiente bares y tabernas es único en su género. Es un reducto de la Sevilla árabe y de la del Siglo de Oro. En cada esquina uno podría esperar que apareciese Don Juan Tenorio, el célebre burlador que inspiró a tantos escritores y compositores por sus dotes de seducción.
Pero, ¿acaso se puede visitar Sevilla en Abril y no acudir al menos una tarde a la Real Maestranza de Caballería, considerada una de las plazas de toros más importantes y bellas del universo taurino? La Maestranza es al toreo lo que Wimbledon es al tenis. Los aficionados sevillanos acuden a su coso taurino, situado a orillas del Guadalquivir, vestidos con sus mejores galas. O como dirían en Sevilla: "De durse" (de dulce).
Abril es igualmente tiempo de Feria, un atractivo espectáculo conocido en todo el mundo, por su colorido, su ambiente y su especial modo de ofrecer al visitante un modo de pasarlo bien. Iluminada con miles de bombillas, poblada de multicolores casetas en las que se consumen litros y litros de vino fino o manzanilla, en las que se cantan y bailan sevillanas, la Feria permite además la exhibición de miles de jinetes ataviados con trajes típicos, que llevan a hermosas mujeres con vistosos vestidos andaluces a la grupa de sus cabalgaduras y de cuidadas carrozas.
A la Feria se va a mirar y a ser visto. Hay casetas obligadas para todo aquel que desea no pasar desapercibido, como la de Pineda o la de Labradores. Pero por encima de todo, las más auténticas son las familiares, las de grupos de amigos o barriadas. Y es el complemento lúdico a la Semana Santa más espectacular y vistosa de Andalucía y acaso de toda España.
Hay otros rincones no desdeñables. Como la antigua Fábrica de Tabacos, donde Merimée, Gautier y Pierre Louys se dejaron arrebatar por las morenas cigarreras que inspiraron otra figura universal como la de Don Juan, la Carmen operística.
O las casas-palacio, como la de Pilatos, propiedad de los Duques de Medinaceli donde se ponían de largo las señoritas de la alta sociedad sevillana; el Palacio de las Dueñas, la residencia en Sevilla de la Duquesa de Alba, y el de Lebrija, un verdadero museo de antigüedades históricas.
Pero nadie puede marcharse de Sevilla sin darse una vuelta por el barrio más popular, Triana. Aunque ya no es lo que fue en tiempos del siglo de oro, aún es un jardín de flores en cada ventana.
A Triana acudían algunos turistas a buscar aventuras fáciles con gitanillas de clavel caído al pelo. Pero también es célebre como cuna de grandes toreros, de creadores de distinto tipo y una especie de rival del resto de Sevilla, de la que está separada por el Guadalquivir.

GUIA BREVE DE SEVILLA

DÓNDE DORMIR EN SEVILLA:
H. Príncipe de Asturias (5*): Isla de la cartuja. Tlfn. 954 46 22 22.
H. Alfonso XIII (5*) S. Fernando 2. Tlfn: 954 222 850.
H. Colón (5*): Canalejas 1 954 222 900
Doña María (4*): Don Redondo 19. Tlfn: 954 224990
Los Lebreros Sol (4*): Luis de Morales 2. Tlfn: 954 579 400.
Macarena Sol (4*): S. Juan de Ribera 2. Tlfn: 954 357 400
Melia Sevilla (4*): Dr. Pedro de Castro 1. Tlfn: 954 222 611

DÓNDE COMER EN SEVILLA
El Burladero (4 tenedores): Es el restaurante del Hotel Colón. Su especialidad es el rabo de toro.
Italica (4 tenedores): Restaurante del Hotel Alfonso XIII. Gran cocina regional e internacional.
La Albahaca (3 tenedores): Gran cocina andaluza en el que brilla su especialidad, la tarta de calabacines con salsa de queso y atún. (Pza. de Santa Cruz 12).
La Dorada (3 tenedores): Especialidad en pescados y sobre todo en dorada a la sal.(Virgen de Aguas Santas 6).
La Becerrita (2 tenedores): Cocina eminentemente sevillana. (Recaredo 6).
Giraldillo (2 tenedores).- Un maravilloso lugar, que es un clásico de Sevilla, donde se puede degustar lo mejor de la cocina andaluza. (plaza Virgen de los Reyes 2).
Doña Elvira (2 tenedores).- En una señorial Casa Sevillana del barrio de Santa Cruz. Platos de la cocina local, donde destaca el gazpacho andaluz y el delicioso jamón serrano. (Plaza de Doña Elvira, 6)
Enrique Becerra (2 tenedores): Lo más recomendable puede que sean sus tapas. (c/ Gamazo 2)

DÓNDE TOMAR TAPAS EN SEVILLA:
Giralda: Mateos Gago 1 (tapas variadas)
Las Teresas: Xímenez de Enciso
Modesto: Cano y Cueto 5 (pescaíto frito)
La Alicantina: Plaza del Salvador (marisco)
Bodega García Aguilar: Mateos Gago 5
Kiosco de las Flores; Puente de Triana (pescaíto frito)
La Albariza: Betis 6 (tortillitas de camarones)

COMPRAS:
Lina (Lineros 15).- Trajes de flamenca.
Feliciano Foronda (Álvarez Quintero 42).- Mantones de Manila.
Filigrana (Cereza 3).- Castañuelas.
Esperanza Elena Caro (Jesús del Gran Poder 53).- Bordados en oro.
Casa Rubio (Sierpes 56).- Abanicos
Maquedano (Sierpes 40): Sombreros.


FLAMENCO
Arenal (Rodó 7)
Casa Anselma (Pagés del Corro 2)
Puerta de Triana (Castilla 137)
El Patio Sevillano (Paseo de Colón 11)
Los Gallos (Plaza de Sta. Cruz 11).