lunes, 18 de enero de 2010

Gente

Kennedy era eyaculador precoz y Marilyn poco amiga del jabón
Madrid.- Si creíamos saberlo todo sobre la tormentosa relación entre John F. Kennedy y la actriz Marilyn Monroe, la sorpresa es mayúscula cuando se lee un libro de reciente publicación de François Forestier que acaba de publicar Aguilar.
Por ejmplo, en diciembre de 1962, Kennedy se toma un domingo libre y acude a casa de su cuñado, Peter Lawford, que, además es el celestino que le procura todas sus amantes. Allí espera la Monroe. El presidente asesinado más tarde tiene problemas de espalda, lleva un corsé, pero se lo quita para entrar en la bañera de agua caliente junto a la actriz.
Marilyn monta sobre The Prez, que es como llama en la intimidad al presidente de Estados Unidos. Al cabo de un rato, Peter Lawford entreabre la puerta y toma unas fotos con su cámara Polaroid. El presidente sonríe, Marilyn hace muecas. Mientras, hombres de Hoover, el todopoderoso jefe del FBI, escuchan las conversaciones con sus auriculares y comen pizza.
Se trata de unos de los muchos encuentros secretos que el periodista francés Forestier cuenta y que asegura que no incluyen ni una coma de ficción, porque todo lo que cuenta está respaldado por documentos desclasificados del FBI y la CIA, por la abundante bibliografía relacionada con el tema, por archivos que están a disposición de cualquiera que quiera verlos y por las entrevistas con testigos directos que él ha realizado a lo largo de años. El periodista francés, especializado en cine, cuenta que la historia de esa Polaroid de Peter Lawford se conoció gracias al vecino de J. Edgar Hoover, que guardaba en su casa documentos comprometedores, como la foto de Kennedy y Marilyn en la bañera. El vecino la descubrió en la basura.
La Monroe también se enrolló con Bob Kennedy, según el libro, que cuenta los entresijos del día en que Marilyn cantó el Happy birthday, Mr. Presidenta Kennedy en el Madison Square Garden por su 45 cumpleaños. Cuenta que a Marilyn se le rompió el vestido y que los presentes comprobaron que no llevaba ropa interior. Le habían remendado el vestido de 12.000 dólares en el camerino, pero no tardó en resquebrajarse mientras Marilyn cantaba. Esa noche Marilyn era el regalo de cumpleaños de Jack Kennedy.
Forestier hace un retrato desmitificador de los dos protagonistas. Marilyn aparece como una mujer desequilibrada y drogadicta que no cuida su higiene personal y es frígida. Kennedy, como un tipo sin ninguna moral, un niño pijo acostumbrado a que nadie le diga nunca que no, un egoísta recalcitrante que desprecia los sentimientos ajenos. Se acuesta con medio Hollywood, cuenta el libro y sufre eyaculación precoz. Angie Dickinson, una de sus múltiples amantes, recuerda su intercambio de fluidos con JFK como 20 inolvidables segundos.