domingo, 31 de enero de 2010

Crónicas Bárbaras

Descabezar ETA

Por M. Molares
Dentro de cinco meses, el 27 de junio, se cumplirá el cincuenta aniversario del primer asesinato de ETA, el de Belén Urroz Ibarrola, bebé de 22 meses, muerta por la explosión de una bomba colocada en la estación de ferrocarril de Amara, en San Sebastián.
Durante este medio siglo en el que el nacionalismo extremo ha llegado casi al millar asesinatos, se ha repetido centenares de veces que ETA estaba a punto de ser derrotada, pero a esta Hidra, serpiente con siete cabezas venenosas, sólo puede vencerla Heracles si conoce bien sus madrigueras.
En los primeros años de este siglo estuvo a punto de cumplirse esa voluntad con ataques policiales al asomar sus cabezas, pero el proceso se interrumpió cuando Zapatero negoció políticamente con la banda, lo que le permitió regenerarse.
Aunque en la primavera de 2009 vino a plasmarse la esperanza que compartieron diez años antes Nicolás Redondo Urbieta, por el PSOE, y Jaime Mayor Oreja, por el PP: cooperar frente a los secesionistas.
Esta vez, el socialista Patxi López, apoyado por los populares, fue elegido presidente vasco, el primero no nacionalista desde 1979.
Y creó una unidad antiterrorista en la Ertzanza, la policía autonómica, cuyo fruto inicial acaba de ser la detención de cinco miembros de la banda.
La Ertzanza, fundada en 1979, nunca había participado en la lucha antiterrorista al impedírselo los gobiernos nacionalistas, en el poder desde entonces.
Sólo podían controlar la “kale borroka”, el vandalismo filoterrorista. Aún así, era víctima frecuente de atentados etarras.
En este momento hay unos 760 terroristas detenidos, prácticamente ninguno como consecuencia de la acción de los ertzainas.
Que, por fin, han comenzado a ayudar a Heracles al hostigar a la Hidra, cuyas guaridas conocen porque son personas comunes de pueblos vascos.

(M. Molares es periodista, escritor y marino mercante)