miércoles, 20 de enero de 2010

De profesión, parásito
Por Diego Armario
Si el centro de Investigaciones Sociológicas preguntase, en una de sus encuestas, por la organización más despreciada por los ciudadanos mucho me malicio que la SGAE obtendría un amplio respaldo.
No es sólo la insensibilidad de este lobby por las causas solidarias, cuando cobran una parte de un concierto benéfico, o la vocación policial que inspira sus acciones lo que la convierte en una organización desagradable. Sus propios dirigentes se han ganado a pulso la ausencia de simpatía del personal, aún más cuando en el fondo son unos funcionarios de la recaudación privilegiada para un grupo de paniaguados protegidos por el poder.
No existe en España colectivo alguno al que se le permita recaudar, por ley, un canon preventivo por si los consumidores en algún momento tuvieran la tentación de hacerse una copia de una música o una película.
Cantantes que dejaron de cantar como, Teddy Bautista o Ramoncín, defienden el chiringuito con uñas, dientes e inspectores camuflados de amigos del novio, como si fuesen los paladines de la defensa de los creadores que dejaron de serlo.
En cambio hay otros, verdaderos creadores, artistas que viven de su obra, que se saben admirados, seguidos y valorados por el público, que no hacen de la persecución a los usuarios su forma de vida.
Alex de la Iglesia ha definido con claridad la desproporción del caso que nos ocupa, a afirmar “ mi sobrino piratea mis películas y no quiero que vaya a la cárcel”.
El consejo de ministros aprobó una normativa para regular las descargas de Internet, y alguien tiene pensado que continuando con la política de protección a unos cuantos, habrá que arrasar con las webs que sean sospechosas. Por ahí se empieza y se acaba cerrando la Web de la Sociedad de Amigos de los Ornitorrincos.

(D. Armario es escritor y periodista)