miércoles, 1 de abril de 2009

Editorial

No dan la talla

El Correo
Los políticos españoles en general, y los castellano manchegos en particular, están dando un lamentable espectáculo estos días con motivo del escándalo creado por la situación de Caja de Castilla-La Mancha. La razón no es otra que, unos y otros, no dan la talla. Posiblemente tenemos la generación de políticos más cutre desde que recuperamos la democracia tras 40 años de dictadura.
La única justificación para lo que sucede es que entre nosotros falta cultura democrática. Y falta, entre otras razones, porque esos mismos políticos no se han preocupado de extender a la mayoría o la totalidad de los ciudadanos los fundamentos de la democracia, las bases en las que debe asentarse la convivencia entre todos, el verdadero espíritu democrático.
En lugar de eso, han creado una subcultura que no se preocupa más que de detentar el poder, cuanto más tiempo mejor, y cuanto más absoluto igualmente mejor. De ese modo están corrompiendo los fundamentos de un sistema que es, aunque ellos demuestren lo contrario, el mejor para gobernantes y gobernados.
Vemos con admiración como en otras naciones democráticas unos y otros, la mayoría, olvidan rencillas y diferencias para unirse y sacar las castañas del fuego de sus ciudadanos, de sus países, de la comunidad.
Después de ser un mal ejemplo durante los dos mandatos de George W. Bush, los Estados Unidos de Barack Obama se están convirtiendo nuevamente en el referente para cuantos amamos la libertad, los valores democráticos y el espíritu de superación de un pueblo ante la adversidad.
Las dificultades de una gravísima crisis, una de las peores que se recuerdan, están uniendo a los políticos norteamericanos, sean demócratas o republicanos, y su presidente actúa como catalizador de esos sentimientos patrióticos. Y no podemos por menos que sentir envidia. Necesitamos nuestro propio Obama.
Aquí, en lugar de eso, asistimos a un rifirrafe entre derecha e izquierda sobre quién tiene la culpa de los problemas, pero éstos siguen sin resolver. Y para hacerlo peor, tenemos un Presidente del Gobierno que parece creer que negar los problemas es el modo de resolverlos. O de que se resuelvan solos.
Y lo mismo sucede a escala regional y local. En los municipios, en el nuestro sin ir más lejos, poder y oposición se pelean mientras sus convecinos van al paro o tienen que cerrar sus negocios sin que a ellos se les ocurra ni una idea para dar la vuelta a la situación.
¿Cuántas ideas hemos escuchado para salir de la crisis o aliviarla? ¿Qué proyectos han puesto sobre la mesa nuestros políticos para que Escalona pueda salir del ambiente negativo? ¿Cómo os han dicho que nos sacarán de ésta?
No nos engañemos. No dan la talla. Ni unos, ni otros. Están demasiado cómodos en sus poltronas como para ponerse a pensar en qué deben hacer para ayudar a quienes pagan sus jugosos salarios de sus impuestos. O sus prebendas.
Por eso urge modificar las cosas y los primeros que deben hacerlo son precisamente los partidos políticos. Lo más perentorio es que formulen verdaderos idearios y después que escojan a una nueva generación de dirigentes con unos ideales más altruistas. Los de ahora no nos sirven. Como decíamos, no dan la talla.
La política es servicio público, y los que están ahora creen que es servirse de lo que es de todos en beneficio propio y de sus amiguetes. O como suele decirse coloquialmente, “sacar tajada”. Y los que les dan la réplica –la oposición- parecen aguardar su turno para hacer lo mismo.
Es preciso recordarles que el buen gobernante debe estar cerca de los gobernados. Cerca para escuchar sus preocupaciones y aliviar sus problemas, no para darle pan y circo, como hacían los antiguos emperadores romanos cuando su imperio ya estaba en declive.
Ahora el pan y circo no los dan a través de las televisiones más alienantes, o con festejos basados en el alcohol y la droga. El botellón es uno más de los aspectos de ese interés desde el poder por mantener anestesiada a la juventud. La droga sirve a los mismos efectos. El caso es atontar a los jóvenes, que siempre han encabezado las revueltas contra el adocenamiento.
Los políticos que no dan la talla temen el poder revolucionario y creativo de las nuevas generaciones. Por eso hacen poco o nada contra esos problemas.
Dicen en su estulticia y en su falsedad que tenemos una democracia porque votamos cada cuatro años. ¡Falso de toda falsedad! El voto no es la democracia, sino sólo uno de sus elementos. Por encima del voto está la ley y su cumplimiento. Y el buen gobierno para conseguir el bienestar ciudadano. ¿Alguien cree que es eso lo que tenemos? ¿De verdad lo cree alguien?
Por eso no nos cansaremos de decir, que no dan la talla.