domingo, 26 de julio de 2009

Nota del Editor

Ya somos 8.000

Estimados lectores y amigos de El Correo de Escalona. Ya hemos pasado la cifra de las 8.000 visitas a nuestro periódico digital, su humilde servidor, en muy pocos meses.
Una vez más es el deseo de quienes hacemos El Correo darles las gracias con todo cariño, por leernos y por ayudarnos con sus avisos, sus críticas y su apoyo.
Gracias que son para quienes nos escriben correos electrónicos de estímulo o de desaprobación, pero no tanto para quienes optan por el anonimato para expresar la crítica y hasta el respaldo, puesto que esa es, que nadie lo dude, una actitud cobarde y poco edificante.
En la vida hay que dar la cara. Sobre todo cuando se ocupa un lugar relevante en la sociedad y más aún si se representa a los ciudadanos. Esconderse tras el anonimato es gesto de debilidad o de poco convencimiento de defender una postura sólida y seria. En estos días nos ha llegado, una vez más, uno de esos mensajes anónimos con una de cal y otra de arena. Por el tufo que desprende podemos sospechar quién es el autor.

No lo damos por recibido. Si el autor quiere transmitir su mensaje, que de la cara.
En El Correo, que no es más que una modesta ventana abierta al mundo, damos la cara a diario. Unos con su firma y otros, como este editor, con el rótulo del cargo que ocupa al frente de nuestro humildísimo diario digital (y de ese modo fácilmente identificable). Por eso nos sentimos orgullosos de que tantos de ustedes, una media de un centenar de personas, nos sigan cada día por los vericuetos de la Red de Redes.
Con pocos medios y mucha voluntad, vamos mereciendo su interés y su ayuda. Esa es nuestra mayor recompensa.
Sirva esta ocasión también para pedir a quien corresponda (y ellos ya saben a quienes corresponde) que tomen conciencia de la delicada situación de salud por la que atraviesa el artista más importante que ha dado al mundo Escalona, nuestro queridísimo y admirado amigo Pablo Pombo.
Hace muy pocos días este editor tuvo ocasión de compartir una emotiva tarde con él y puede también dar fe de que el nombre de Escalona, de su Escalona, no se cae de su boca.
Un homenaje sería hoy más que nunca adecuado para tan singular pintor, cuya obra no sólo cuelga en las más importantes colecciones privadas o museos del país, sino hasta en las catedrales de Madrid y Cuenca, y en el Monasterio de San Martín Pinario de Santiago de Compostela, uno de los lugares más relevantes de la capital gallega y del mundo de las peregrinaciones jacobeas.
¡Ahí queda la idea!

El Editor