martes, 21 de julio de 2009

Ciencia y Tecnología

De la Luna a Marte

Madrid.- Un pequeño paso para un astronauta, un salto gigantesco para toda la Humanidad y las inolvidables imágenes repetidas ayer de cuando literalmente se intentó inventar el futuro con la llegada del hombre a la Luna hace justo cuarenta años.
Un aniversario lleno de reflexiones y dudas sobre si Estados Unidos se encuentra verdaderamente interesado en perseverar dentro de lo que se ha descrito como la épica singladura protagonizada por el hombre desde las cavernas hasta las estrellas.
El trío de astronautas de la legendaria misión Apolo 11 -Neil Armstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins- fueron recibidos ayer en la Casa Blanca por el presidente Barack Obama, que no dudó en calificarles como «tres héroes». Vinculando su inspirador ejemplo a la necesidad actual e imperiosa de mejorar los niveles educativos del país que el siglo pasado fue capaz de hacer posible la llegada del hombre a la Luna. Al calor de estas celebraciones oficiales y televisivas, la septuagenaria tripulación del Apolo 11 todavía ha demostrado vigor espacial suficiente como para insistir a la NASA y a la Casa Blanca en que el siguiente paso para Houston debe ser Marte. Nada de perder el tiempo con volver a la Luna.
Según el más hablador de los tres héroes de la Luna, Edwin, «Buzz» Aldrin, el mejor homenaje es «seguir nuestros pasos» pero con una meta más ambiciosa.
Aldrin ha llegado a presentar una propuesta de utilizar la Luna como simple trampolín para visitar Marte, alguna de sus múltiples satélites e incluso un asteroide. Además de formular la siguiente matemática retadora: «Nosotros llegamos a la Luna 66 años después de que los hermanos Wright volasen por primera vez con un avión. Lo que nos gustaría es que la humanidad llegase a Marte 66 años después de Apolo 11. Es decir para el 2035».
La Agencia Espacial de Estados Unidos tiene sus propias ideas y proyectos para resucitar entre 2015 y 2020 su programa de vuelos tripulados, tras jubilar su envejecida flota de trasbordadores. Pero carece de los suficientes recursos económicos. Sus planes, formulados durante la Administración Bush, pasan por volver a la Luna con una nueva generación de cohetes Apolo «en esteroides». Además de la opción de construir un asentamiento permanente sobre la superficie lunar.
Para los astronautas del Apolo 11, a estas alturas nadie debería dudar de que todo el dinero público invertido en la NASA -aproximadamente un 0,6 por ciento del presupuesto federal- es una inversión más que justificada en el futuro de Estados Unidos. Según Obama, la NASA va a hacer todo lo posible para continuar su «misión inspiradora», pero sin especificar objetivos.
En definitiva, nada comparable a la implicación de hasta uno de cada diez estadounidenses en la carrera espacial de la Guerra Fría que hizo realidad la ciencia-ficción de ir y volver a la Luna. Una singladura de 400.000 kilómetros de distancia que entre otras cosas sirvió para empequeñecer al planeta Tierra sin vuelta atrás. Sin importar que cualquier teléfono móvil de hoy en día tiene más memoria que el ordenador que hizo posible la mejor estampa del siglo XX.