viernes, 31 de julio de 2009

Editorial

Acabemos con esa mierda

Los líderes políticos mayoritarios del país han escenificado la unidad ante ETA acudiendo juntos a la capilla ardiente de los guardias civiles asesinados por la banda criminal. Es eso exactamente, la unidad, lo que deseamos todos los españoles de bien. Los otros, los que comulgan con los terroristas, no son gente de bien, sino hijos de malas madres.
La banda de asesinos ha querido estos días conmemorar matando cobardemente, el único modo que conocen, el medio siglo de su siniestra andadura en demanda de una patria vasca que nunca tendrán, entre otras razones, porque la mayoría de los vascos y de los españoles no lo van a permitir. Y además, porque un soviet euskaldún, como el que ellos pretenden, es intolerable.
Hoy toca salir a guardar silencio en las calles de España para que ese silencio atruene en los oídos de esa gentuza peor que la peor de las bestias sanguinarias. Y también para decirles con ese silencio que vamos a ir a por ellos, a sacarles de sus escondrijos y de sus covachas, para que se unan a los cientos de malvados que se pudren ya en las cárceles.

Y si no acaban en la cárcel, tienen que terminar en el cementerio. Esas son y ellos tienen que saberlo sin ambigüedad sus alternativas.
Algunos de sus colegas de crímenes, hartos ya de pudrirse en la cárceles y para ver si les que cae una rebaja en sus penas, han comenzado a reconocer que más vale salir pitando y acabar con todo el tinglado. Pero quienes han hecho de matar y robar oficio, no saben echar el cierre.
Ya no valen más errores como los que han cometido nuestros políticos, algunos graves de toda gravedad. No vale un Aznar creyéndose que iba a acabar con todo y llamando movimiento de liberación a lo que no es más que un atajo de asesinos. Y menos aún un Zapatero sentándose a negociar con quien sólo se puede discutir una cosa: dónde, cómo y cuándo entregan las armas, levantan las manos y se dejan conducir a la celda que les aguarda.
Aquellos polvos de uno y otro, igualados en estulticia por este asunto, son en buena parte responsables de estos lodos.
También quedan por ahí fuera, en países vecinos del nuestro, colaboradores necesarios para los criminales. Hay en Francia algunos cretinos que dicen creerse las mentiras que los criminales usan para simular que son patriotas. Y también en Portugal, donde desde hace unos años cuentan con cómplices, pisos francos y todo lujo de apoyo. Hay nombres de sobra conocidos que siguen por ahí, campando por sus respetos y haciendo el caldo gordo a la banda.
Los españoles no queremos más errores, sobre todo de nuestros políticos. Lo que esperamos es eficacia y que la ley caiga con todo su peso sobre todos los que se han apartado de ella para sembrar la muerte, el dolor y vivir de la extorsión. ¡Queremos que vayan a por ellos! ¡Y también a por todos sus cómplices!
Esas son las instrucciones que deben cursarse a nuestros policías: acaben con ellos a toda costa.
El único mensaje que cabe en esta hora es gritar: ¡Vamos a por ellos hasta que no quede ni rastro de esa mierda!