miércoles, 18 de noviembre de 2009

Opinión

La Munar y la Pantoja

Por Diego Armario
Se parecen en casi todo. Ambas son folclóricas, les encantan las joyas y las cosas caras, están bajo sospecha de ser unas trinconas, pero sobre todo sienten el orgullo de ser como son y piensan que lo mejor es enseñar los dientes ante las cámaras porque, en palabras de la ex novia de Cachuli “es lo que más les jode”.
Sin embargo he de reconocer que, entre ambas, sí hay una diferencia. María Antonia Munar, es cargo público, maneja presupuesto del Estado, tiene una cierta tradición de pactar con quien haga falta para seguir en el poder y, si se demostrase que ha delinquido, su falta sería más grave que la de la Pantoja.
El deber de ejemplaridad de la dama de Baleares es más exigible que el de la señora de “La Pera”.
Los políticos (y aquí incluyo a las políticas) en el ejercicio de su cargo, tienen algunas ventajas y también algunas limitaciones, pero cuando se les pilla con el carrito del helado – es decir, trincando – tienden a lamentar que se les trate como al resto de las personas sospechosas de haber delinquido.
La Presidenta del Parlamento Balear, que antes de declarar ante el juez repartió besos y sonrisas entre sus fans y después hizo una declaración a los medios sin permitir preguntas, se quejó de que “los políticos tenían la pena añadida del telediario”.
Esa pena del telediario la tienen todos los que son noticia – incluida La Pantoja- y cuando alguien es llamado a declarar por un presunto delito de corrupción, si además es cargo público, es lógico que salga en los informativos.
En esta epidemia de casos de corrupción que se extienden por toda la geografía nacional, autonómica y política, la presunción de inocencia a la que tenemos derecho todos los ciudadanos también ampara a los políticos, pero no deben exigir ningún otro trato de favor.
El día que los partidos políticos suspendan cautelarmente a todos sus militantes y cargos públicos que aparezcan imputados en casos de corrupción y no se empeñen en defenderlos a capa y espada la gente empezará a creer más en ellos.
(Diego Armario es escritor, periodista y ex director de RNE)