martes, 24 de noviembre de 2009

Editorial

¿Y por qué no Escalona?

Con envidia leemos estos días que la localidad manchega de Alcázar de San Juan es uno de los doce municipios que integran Innovared. Se trata de localidades de toda la región que cumplen con sus obligaciones de mantenimiento de servicios, como el alcantarillado, la cultura, la seguridad o el deporte, pero que no se conforman con eso.
Esa red surge del trabajo conjunto de varios Centros Locales de Innovación y Promoción Económica, más conocidos por las siglas CLIPES, una iniciativa puesta en marcha a mediados de los noventa.
El objetivo era y es contribuir al desarrollo y luchar contra el desempleo mejorando la competitividad de las empresas. Al principio se asociaron ayuntamientos medianos, para poner al alcance de sus empresas recursos y apoyos más propios de las capitales (Madridejos, Tomelloso, Almansa o Manzanares), aunque algunas de ellas se han integrado en la red, como es el caso de Toledo, que ha comprendido la necesidad de facilitar la iniciativa empresarial por otros medios, así como el de Guadalajara y el de Cuenca.
Merced a esta iniciativa, las antiguas oficinas de promoción económica dieron paso a Centros Locales de Innovación, que ya no se limitan a informar y asesorar a las empresas sobre ayudas públicas. Así, por ejemplo, en los últimos diez meses, estos doce centros han tramitado más de 650 expedientes para proyectos de innovación en empresas, con inversiones de 150 millones de euros y han generando la friolera de 1.500 puestos de trabajo.
Además se han impartido 3.000 horas de formación a 1.400 personas con la participación de 300 empresas. El objetivo es mejorar la competitividad de las empresas con proyectos de innovación, calidad, diseño o internacionalización, pero la Red también sirve para ayudar a buscar financiación o gestión comercial del suelo público industrial.
La pregunta que surge al conocer iniciativas de este tipo es: ¿Y por qué no Escalona? ¿Qué impide que además de preservar su condición de pueblo típico y hasta turístico (a pesar de las muchas agresiones al paisaje, al entorno y hasta al patrimonio cultural) Escalona aspire a dar el salto a las actividades innovadoras que marcarán el futuro y el desarrollo? ¿A quién puede no interesarle que Escalona, sin renunciar al pasado, se inscriba en el futuro?
Porque lo que vemos y lo que no vemos parece caminar en otra dirección. Las pocas actividades industriales que han venido naciendo en las últimas décadas no suponen, ni de lejos, la búsqueda de motores serios de desarrollo. Son, eso sí, negocios. Negocios seguramente solventes y adecuados para sus propietarios, pero que no sirven por si solos para que Escalona se convierta en una localidad del futuro. Y por otra parte, tampoco vemos que se produzca un despegue serio y contundente en lo que está vinculado al pasado.
Desde hace muchos años venimos escuchando decir que Escalona ha tenido desde siempre unos cuantos motores de desarrollo heredados de su historia y su situación geográfica. No son otros que el río, el Palacio y demás monumentos y otro más intangible que es la historia. Todo lo demás gravita alrededor de ellos.
El Palacio, por más que permitan visitarlo unas horas cada sábado, sigue siendo de propiedad privada y está por tanto a medias de explotar. Los monumentos cada vez están más esquilmados por la mala cabeza de los unos y los otros. El medio ambiente está sufriendo un gravísimo deterioro por causas naturales, como la sequía, pero también por la acción humana (talas de árboles que no se reponen, incluso dentro del pueblo; saqueo de su caudal para regar ese disparate que es el campo de golf, intervenciones que modifican el lecho, deterioro de caminos y arboledas por algunos visitantes y algunos motoristas, etc.)
Y la historia, por más que queramos, no es suficiente por sí misma para arrancar a Escalona de la precariedad, puesto que hay muchos otros pueblos con la misma historia, incluso mejor comercializada que la nuestra.
Hemos oído decir que Escalona es una localidad de servicios… ¿De qué servicios nos estarán hablando? ¿De los comercios para que adquieran productos todos aquellos que se olvidan de hacerlo en las cercanas Madrid o Toledo, donde son más baratos? ¿De los cuatro bares para tomarse unas cañas? ¿De las inmobiliarias, los almacenes de material o de las cuadrillas de albañiles capaces de levantar segundas residencias? Todas esas actividades están bien, pero no bastan.
¿Y qué impide que Escalona pueda ser, simultáneamente una localidad donde se sitúen (fuera del casco antiguo, naturalmente) empresas que generen productos innovadores, incluso productos de diseño o hasta tecnológicos? ¿Si ya se fabrican modernos molinos de café y otros productos similares, por qué no caben en Escalona empresas de tecnología o de informática, o de cualquier otra clase que supongan un salto adelante? ¿A quién no le conviene ese progreso? ¿En qué manera puede perjudicar una mayor prosperidad a la historia de Escalona?
Porque lo contrario, la negativa o el olvido de esas posibilidades, dan qué pensar. Y de ese modo no faltarán nunca quienes se interroguen dónde está, si es que hay uno, el gato encerrado del cuento. Mientras se descifra el enigma, no nos cabe otra que envidiar a las localidades que, como Alcázar, se organizan para prosperar y encarar un futuro mejor.