lunes, 9 de noviembre de 2009

Crónicas Bárbaras

Suicidio de una civilización

Por Manuel Molares do Val
Los cristianos están aterrados, pero muchos iconoclastas del judeocristianismo ilustrado y los ateos de cultura cristiana están alarmados por la decadencia de los valores e iconos de su civilización, que le dieron al planeta la mayor libertad, cultura, ciencia y bienestar de la Historia.
Mientras se demuele la autoestima por lo alcanzado y se denigran los valores propios, se protege la barbarie que niega la razón y la existencia de las libertades.
Quizás el abandono de los estudios de Humanidades, que señalan la evolución milenaria de Occidente, esté consiguiendo que se rechacen sus orígenes.
Y se convierte en ilegal la cruz en los colegios europeos por sentencia del Tribunal de Derechos Humanos de Luxemburgo a demanda, solamente, de la madre de un alumno.
La cruz es más que símbolo religioso. Es historia inseparable del europeo, de su arte y civilización. Hasta los protestantes, siempre iconoclastas, apoyan mayoritariamente su presencia porque es una señal identitaria.
Simultáneamente, en escuelas europeas se permite que haya niñas imperativamente veladas, símbolo de sumisión y esclavitud física y espiritual. En muchas españolas se recomienda ver historias falseadas de cristianos actuando como talibanes –llevan colegios completos al cine--, como la película “Ágora”, de Ameábar.
En otra película, “2012”, que será el gran éxito apocalíptico de este año, se verá cómo la catástrofe destruye la Capilla Sixtina y el Concorvado de Rio, pero no la Gran Mezquita de La Meca: el director, Roland Emmerich, quería demolerla también, pero lo acobardó que una fatwa ordenara matarlo.
Por toda Europa nacen minaretes anunciando la eclosión islámica y surgen mujeres golpeadas por no llevar velo, pero el superproductor Barrie Osborne prepara una película engranderedora de Mahoma con 150 millones de petrodólares de Qatar, parte del agitprop de la “Alianza de Civilizaciones “.
Terminaremos ante una media luna cada mañana, y no precisamente la pasta de desayuno llamada así.

(M. Molares es escritor, periodista y capitán de la Marina Mercante)