viernes, 6 de noviembre de 2009

Cartas al Director

El Alakrana y la incompetencia

Cuando aquellos que dirigen los designios de un pueblo son unos inútiles, o sea "incapaces de realizar el trabajo encomendado", los hombres sufren y mueren por culpa de unos incompetentes. Aun siendo un antiguo infante de marina, admito que no se puede llevar infantes en todos los atuneros, pero hay cosas que sí se puede hacer.
Hay técnicas básicas de intervención que cualquier infante sabe pero que parecen ser cábalas para nuestra ministra Chacón: Inmovilizar el barco. Nadie entra ni sale del mismo. Controlar la situación en todo momento… Pero no. Se permite la movilidad en el barco y sus inmediaciones. Entran y salen piratas somalíes como si fuera un parque de atracciones. Hasta el extremo de que separan a los secuestrados. Algo que nunca se debe permitir pues se abren varios frentes de intervención y donde había un problema ahora tenemos dos. Ojala me equivoque pero, para mí, la vida de esos pescadores esta en serio peligro.

(Miguel A. Palomo – Madrid)

Dilema en el Índico

Hecho de menos en su medio digital y en otros información del gravísimo caso que está viviendo un grupo de compatriotas en aguas del Índico a bordo del pesquero Alakrana. Les sigo desde mi tierra murciana y deseo manifestar mi opinión y mi inquietud.
Desde el momento en que, en una extraña decisión, la Armada española decidió capturar a dos secuestradores del Alakrana, que lógicamente fueron reclamados inmediatamente por la Audiencia Nacional y traídos a España, era evidente que se complicaba mucho la resolución del secuestro y la liberación de los secuestrados.
Fue manifiesto, en fin, que aquella captura abría un dilema francamente incómodo porque la solución ya pasa por uno de estos dos caminos: o la liberación de los dos piratas capturados, o el uso de la fuerza militar para liberar a nuestros pescadores.
La liberación arbitraria de unos delincuentes procesados por la Audiencia Nacional es muy difícil en Derecho. Y el uso de la fuerza, aunque tentador, pondría en peligro la vida de los secuestrados. Pero no hay más soluciones, a menos que se le ocurra algo a quien tuvo la ocurrencia de ordenar la captura de los dos piratas y de traerlos a España.

(P. Villalar – Murcia)