lunes, 26 de octubre de 2009

Politica Nacional

Zapatero no saca partido del caso Gürtel en Valencia y Madrid
Por E. Vázquez
Madrid.- Las señales de alarma se han encendido en el cuartel general socialista de Ferraz. Aunque Gürtel amenaza con llevarse por delante la escasa ventaja en las encuestas que la crisis económica ha brindado a Mariano Rajoy frente a José Luis Rodríguez Zapatero, se da la paradoja de que el PP mantiene intacto su capital de votos en los feudos donde la trama corrupta ha campado a sus anchas: Madrid y la Comunidad Valenciana.
Frente a unos dirigentes conservadores enzarzados en pugnas internas sobre cómo hacer frente a tantos datos incriminatorios, el PSOE no logra dibujar una alternativa creíble, lo que inquieta cada vez más a la cúpula socialista, desconcertada porque todas las estrategias que se han puesto en marcha en ambas comunidades han desembocado en el fracaso.El PSOE optó tras las pasadas elecciones autonómicas del 2007 por renovar a fondo los liderazgos. Tomás Gómez, un alcalde de la periferia madrileña que obtenía mayorías absolutas de escándalo, debía aunar esfuerzos para destronar a Esperanza Aguirre, mientras Jorge Alarte, joven ex alcalde del municipio valenciano de Alaquàs apadrinado por la número tres del PSOE, Leire Pajín, debía hacer frente al monopolio de poder de Francisco Camps.Sin embargo, a falta de 18 meses para las próximas autonómicas y municipales, el grado de conocimiento de ambos se sitúa en cifras ridículas, por lo que el partido aún no tiene claro si apostará por ellos como candidatos. Gómez, al igual que el portavoz en el Ayuntamiento de Madrid, David Lucas, ha perdido el reciente pulso con la dirección socialista para ser confirmado como candidato este otoño. Zapatero ya ha dejado claro que no habrá decisión como mínimo hasta pasada la presidencia española de la UE, que acaba en junio del 2010.Alarte y Gómez tienen carencias que el partido tiene muy presentes. No son diputados y, por tanto, no puede comandar la oposición parlamentaria. Y el extremo sectarismo de los medios de comunicación públicos en ambas comunidades tampoco ayuda.
Su falta de visibilidad pública ha provocado que, desde el entorno del partido, hayan empezado a barajarse candidatos alternativos, especialmente en el caso de Madrid, donde el PSOE ve más factible batir al PP por la menor diferencia de votos.
Las dudas socialistas no afectan solo al quién y al cuándo, sino también, y quizá sea lo más grave, a la estrategia. Gómez puede estar siendo víctima de la misma táctica que yuguló las opciones de los candidatos del PP en Castilla-La Mancha que se enfrentaron a José Bono.
La confianza de la dirección en Gómez ha menguado por su poco comprensible defensa del candidato de Esperanza Aguirre a la presidencia de Caja Madrid, su número dos en la Comunidad de Madrid, Ignacio López.Los populares elogiaban y potenciaban la figura de Gómez para segar la hierba bajo los pies del entonces líder de la oposición, Zapatero. El resultado: ningún candidato conservador le pudo ganar jamás.
Consciente de este peligro, Gómez ha contemplado con irritación el acercamiento institucional del ministro de Fomento, José Blanco, a Aguirre y con un mayúsculo enfado los elogios de altos cargos socialistas a la rapidez de respuesta de la presidenta madrileña ante el caso Gürtel. Será una forma de socavar a Rajoy, pero también de limitar las opciones de recuperar Madrid.En Valencia, los socialistas más optimistas esperan que los escándalos, al afectar a toda la cúpula autonómica del PP, terminen calando entre los ciudadanos.
Pese a que las encuestas le son muy desfavorables, Alarte ha reclamado elecciones anticipadas. «Los valencianos deben visualizar que existe una alternativa y una forma de entender la política que no genera espacios de impunidad como la del PP», desafía.
Pero el antiguo rival de Alarte para la secretaría general del PSPV y alcalde de Morella, Joaquim Puig, ya ha advertido de que algo se está haciendo mal. «No podemos esperar que los rivales vayan a caer por sus propios errores. No estoy por la alternancia por aburrimiento. Hace falta tener un proyecto.