martes, 27 de octubre de 2009

Opinión

El pen delatador
Por Diego Armario
A medida que se conocen nuevos datos del sumario de la trama Gürtell más complicado me parece que resulta ser un corruptor económico.
El tal Correa era un crack. Sabía que para ir a lo grande – llegó a decir :“no voy a ser menos que el Príncipe y el cordón umbilical de mi hija lo llevo al mismo sitio que el de la infan
ta Leonor – tenía que gastarse pasta a tuti plen, y así lo hacía: a espuertas.
Su contabilidad era pormenorizada y precisa. En ella reflejaba todo: pagos, regalos, nombres, siglas, iniciales, servicios, categorías, favores y promesas.
Cada día salen más nombres de políticos, familiares, conseguidores, concejales gorditos arrepentidos, sastres o periodistas que “pasaban por allí” y, ya que estaban, pillaron un sobre.
Nunca he sabido la razón por la que los delincuentes de guante blanco se convierten en chorizos de tercera regional. Es un salto que casi siempre se produce en el vacío y que cuando menos te lo esperas acaba mal y te deja con el culo al aire.
El problema es la modernidad a la que nos invitan las nuevas tecnologías. Hoy no hay un delincuente que se precie que no guarde en el disco duro de su ordenador o no lleve en su pen driver las huellas de sus fechorías. Dentro de poco habrá quien las publique en su facebook para que sus amigos de su red social le aplaudan.
Gracias a esa manía los polis, y su jefe Rubalcaba, se ponen las botas, aunque no lo necesitan porque ellos también son expertos en tecnologías de última generación, salvo cuando les falla, por conveniencia, y entonces no se enteran de nada porque entre correas y faisanes siempre existe un resquicio para el error calculado.

(Diego Armario es escritor, periodista y ex director de RNE)