sábado, 31 de octubre de 2009

Cartas al Director

En Argentina se piensa mucho en ustedes

Sigo desde hace un par de meses lo que publican en El Correo de Escalona. Lo hago desde un remoto lugar de la Patagonia argentina que ni siquiera habrán escuchado mencionar. Lo hago con gran cariño y mucho de sentimentalismo. Lo entenderán si les digo que mi bisabuela vino de España, de la zona de Escalona en Toledo a estas tierras hace muchos años.
Parece que en ese tiempo la vida era difícil por allá y muchos gallegos, como acá decimos a los españoles todos, hicieron la valija y buscaron mejor suerte en otras tierras. La bisabuela Clara, que así se llamaba, tuvo que pelear duro hasta que la valiente mujer conoció a mi bisabuelo, que era de origen italiano, en el Buenos Aires de finales del siglo XVIII. Fundaron una familia y buscaron su vida en el sur argentino a costa de muchos esfuerzos.
Aquí hemos crecido ya tres generaciones. La bisabuela ya muy viejita a todos nos hablaba de su tierra y de sus recuerdos. Jamása mostró rencor para nadie y si mucho cariño. Nunca más regresó y tampoco lo hicimos los otros, a excepción de uno de mis tíos que en los ochenta fue a seguir al combinado nacional argentino en los mundiales.
Pero desde este lugar del mundo pensamos mucho en ustedes y su periódico digital nos permite a algunos estar al tanto de lo que sienten los paisanos de aquella bisabuela querida que murió casi centenaria y rodeada de los suyos pero distante de su tierra.
En la Argentina somos muchos con orígenes en España. Conozco a muchos que buscan sus raíces por allá. Gracias por tender un puente en la internet para colocarnos más cerca de ustedes. Les deseo mucha salud y fortuna y a las tierras de Escalona, una gran prosperidad.

(C. Ricciardi Gómez – Rio Negro, Argentina)

¿Nos merecemos esto?

Tuvimos la dicha de disfrutar de una generación de políticos -personas que trabajaban para los ciudadanos- que fue extraordinaria; capaz de llevar a cabo la transición y nuestro ingreso en una Europa moderna, dejando de lado sus intereses personales para que primaran los de la nación. Pero eso fue el pasado.
En la actualidad los votantes estamos presos de un sistema y una generación de profesionales de la política -personas para las que trabajamos los ciudadanos- que se sienten en un plano superior al resto. Nos consideran poco menos que estúpidos.
Causa irritación e impotencia asistir al espectáculo bochornoso de un Gobierno que es incapaz de tomar medidas eficaces para salir de la crisis y que centra su discurso y acciones en socializar la miseria -todos igual de pobres- mientras sus representantes nos lanzan mensajitos contemporizadores y frases prefabricadas (brotes verdes, desaceleración del incremento del paro, etcétera). Y mientras, en el otro bando, un partido en la oposición que en lugar de brindar alternativas eficaces se canibaliza a sí mismo en una pelea infame. Y lo hace sin ningún pudor, ante los ojos atónitos de la ciudadanía, en un forcejeo descarado y descarnado por el poder. El poder, lo único que les interesa. Mantenerlo o conquistarlo. A cualquier precio.
¿Nos merecemos esto?

(A. Ruano – Madrid)