La condena de internet
Por D. Armario
Cada maestrillo tiene su librillo y cada juez su forma de entender e interpretar la ley.
Eso es algo que todos sabemos y por esa razón está preñada de sabiduría la maldición gitana que reza “tengas juicios y los ganes”.
Meterse en juicios puede ser un camino largo y de dudosa rentabilidad, porque nunca se sabe lo que va a durar un proceso, ni cómo serán de eficientes y profesionales quienes te defiendan en él, pero tampoco puede uno intuir por donde saldrá el sentenciador.
Hay sentencias que con frecuencia no sólo sorprenden sino que chocan con principios básicos de nuestro propio sistema de libertades.
Un juez ha condenado a un año y nueve meses de cárcel al director de la cadena SER, Daniel Anido, y al jefe de Informativos, Rodolfo Irago, con el argumento de que difundieron una información – que resultó ser cierta – en Internet, un medio que el magistrado considera que no tiene el mismo amparo que otros más tradicionales como la prensa, la radio y la televisión.
La libertad de expresión a veces colisiona con el derecho a la intimidad y al honor, pero prevalece si la información es veraz y de interés público.
Resulta alarmante que una sentencia así esté tan alejada de la realidad mediática de nuestro tiempo.
Internet es un soporte multimedia donde aparecen textos escritos, audios y videos y no tiene ningún sentido excluirlo como medio de comunicación.
La misma información, objeto de esta sanción, fue emitida por la cadena SER, y no ha sido objetada por el magistrado.
¿A quién condenamos a los autores de la información o al medio que utilizan para difundirla?
Cada maestrillo tiene su librillo y cada juez su forma de entender e interpretar la ley.
Eso es algo que todos sabemos y por esa razón está preñada de sabiduría la maldición gitana que reza “tengas juicios y los ganes”.
Meterse en juicios puede ser un camino largo y de dudosa rentabilidad, porque nunca se sabe lo que va a durar un proceso, ni cómo serán de eficientes y profesionales quienes te defiendan en él, pero tampoco puede uno intuir por donde saldrá el sentenciador.
Hay sentencias que con frecuencia no sólo sorprenden sino que chocan con principios básicos de nuestro propio sistema de libertades.
Un juez ha condenado a un año y nueve meses de cárcel al director de la cadena SER, Daniel Anido, y al jefe de Informativos, Rodolfo Irago, con el argumento de que difundieron una información – que resultó ser cierta – en Internet, un medio que el magistrado considera que no tiene el mismo amparo que otros más tradicionales como la prensa, la radio y la televisión.
La libertad de expresión a veces colisiona con el derecho a la intimidad y al honor, pero prevalece si la información es veraz y de interés público.
Resulta alarmante que una sentencia así esté tan alejada de la realidad mediática de nuestro tiempo.
Internet es un soporte multimedia donde aparecen textos escritos, audios y videos y no tiene ningún sentido excluirlo como medio de comunicación.
La misma información, objeto de esta sanción, fue emitida por la cadena SER, y no ha sido objetada por el magistrado.
¿A quién condenamos a los autores de la información o al medio que utilizan para difundirla?
(Diego Armario es escritor, periodista y ex director de RNE)