Cuando el grajo vuela bajo…
Por Diego Armario
Aunque no he visto a ninguno, seguro que la pasada madrugada ha habido unos cuantos grajos en vuel
o rasante por Madrid, que es donde vivo, y donde no es normal que se encuentre uno con las calles heladas y los techos cubiertos de nieve.
Muchos no ha podido ir de su casa al trabajo porque además de constituir una misión casi imposible también resultaba arriesgado y peligroso salir a la calle. Sin embargo gracias a Internet imagino a la gente conectada con el mundo exterior para sentirse menos aislados.
Lo bueno de la red es que uno puede leer de todo, aunque muchas cosas no merezcan la pena, y así nos enteramos que este año la ETB va a emitir por primera vez en la historia de esta televisión autonómica el discurso que dirige el jefe del Estado a los españoles por Navidad.
Yo me imagino en Euskadi a tres tipos de personas: a los que no lo van a ver ni escuchar porque no les interesa nada lo que diga el Rey, a los que lo van a ver y luego opinarán sobre lo que ha dicho, y a Anasagasti que anda más cabreado que una mona porque está convencido de que Don Juan Carlos dirá banalidades y no será capaz de saludar en euskera, catalán, ni gallego.
A mi realmente, los mensajes que dirige el Rey por Navidad me parece que no aportan casi nada, más allá de lugares comunes y buenos deseos, pero creo que no está de más que lo haga, porque es el jefe del Estado (también el País Vasco es España y es Estado), pero lo que mejor me parece es que en Euskadi empiece a funcionar, con naturalidad y sin dramatismo, lo que es normal en cualquier país.
Como los nacionalistas vascos no se acostumbren pronto a que con Paxti López las cosas son distintas y, dentro de muy poco, mejores, van a sufrir inútilmente.
Siempre se ha dicho que fuera del poder hace frío, y ahora que no tienen el poder deben estar diciendo aquello de “cuando el grajo vuela bajo hace un frío del carajo”.
Aunque no he visto a ninguno, seguro que la pasada madrugada ha habido unos cuantos grajos en vuel

Muchos no ha podido ir de su casa al trabajo porque además de constituir una misión casi imposible también resultaba arriesgado y peligroso salir a la calle. Sin embargo gracias a Internet imagino a la gente conectada con el mundo exterior para sentirse menos aislados.
Lo bueno de la red es que uno puede leer de todo, aunque muchas cosas no merezcan la pena, y así nos enteramos que este año la ETB va a emitir por primera vez en la historia de esta televisión autonómica el discurso que dirige el jefe del Estado a los españoles por Navidad.
Yo me imagino en Euskadi a tres tipos de personas: a los que no lo van a ver ni escuchar porque no les interesa nada lo que diga el Rey, a los que lo van a ver y luego opinarán sobre lo que ha dicho, y a Anasagasti que anda más cabreado que una mona porque está convencido de que Don Juan Carlos dirá banalidades y no será capaz de saludar en euskera, catalán, ni gallego.
A mi realmente, los mensajes que dirige el Rey por Navidad me parece que no aportan casi nada, más allá de lugares comunes y buenos deseos, pero creo que no está de más que lo haga, porque es el jefe del Estado (también el País Vasco es España y es Estado), pero lo que mejor me parece es que en Euskadi empiece a funcionar, con naturalidad y sin dramatismo, lo que es normal en cualquier país.
Como los nacionalistas vascos no se acostumbren pronto a que con Paxti López las cosas son distintas y, dentro de muy poco, mejores, van a sufrir inútilmente.
Siempre se ha dicho que fuera del poder hace frío, y ahora que no tienen el poder deben estar diciendo aquello de “cuando el grajo vuela bajo hace un frío del carajo”.
(Diego Armario es escritor, periodista y ex director de RNE)