martes, 22 de diciembre de 2009

Opinión

Cuando el grajo vuela bajo…
Por Diego Armario
Aunque no he visto a ninguno, seguro que la pasada madrugada ha habido unos cuantos grajos en vuelo rasante por Madrid, que es donde vivo, y donde no es normal que se encuentre uno con las calles heladas y los techos cubiertos de nieve.
Muchos no ha podido ir de su casa al trabajo porque además de constituir una misión casi im
posible también resultaba arriesgado y peligroso salir a la calle. Sin embargo gracias a Internet imagino a la gente conectada con el mundo exterior para sentirse menos aislados.
Lo bueno de la red es que uno puede leer de todo, aunque muchas cosas no merezcan la pena, y así nos enteramos que este año la ETB va a emitir por primera vez en la historia de esta televisión autonómica el discurso que dirige el jefe del Estado a los españoles por Navidad.
Yo me imagino en Euskadi a tres tipos de personas: a los que no lo van a ver ni escuchar porque no les interesa nada lo que diga el Rey, a los que lo van a ver y luego opinarán sobre lo que ha dicho, y a Anasagasti que anda más cabreado que una mona porque está convencido de que Don Juan Carlos dirá banalidades y no será capaz de saludar en euskera, catalán, ni gallego.
A mi realmente, los mensajes que dirige el Rey por Navidad me parece que no aportan casi nada, más allá de lugares comunes y buenos deseos, pero creo que no está de más que lo haga, porque es el jefe del Estado (también el País Vasco es España y es Estado), pero lo que mejor me parece es que en Euskadi empiece a funcionar, con naturalidad y sin dramatismo, lo que es normal en cualquier país.
Como los nacionalistas vascos no se acostumbren pronto a que con Paxti López las cosas son distintas y, dentro de muy poco, mejores, van a sufrir inútilmente.
Siempre se ha dicho que fuera del poder hace frío, y ahora que no tienen el poder deben estar diciendo aquello de “cuando el grajo vuela bajo hace un frío del carajo”.
(Diego Armario es escritor, periodista y ex director de RNE)