sábado, 26 de septiembre de 2009

Toros

Paquirri: han pasado ya 25 años

Por “Frascuelo”
Paquirri, «Avispado» y Pozoblanco forman un «todo» indisoluble desde que hace 25 años Francisco Rivera fuese mortalmente cogido por el toro de Sayalero y Bandrés en el coqueto coso de Los Llanos. No ha sido ni será la última muerte de un torero, pero si una de las que han dejado más huella en el imaginario colectivo. Como la de Joselito El Gallo o Manolete.
Es hora de repasar las últimas horas del torero de Zahara de los Atunes:.
A las 6 de la tarde de aquel 26 de septiembre, Francisco Rivera hizo el que sería su último paseíllo. Junto a él estaban José Cubero «Yiyo» -que moriría también de una cornada apenas un año más tarde- y Vicente Ruiz «El Soro», apartado hoy de los ruedos por las lesiones de sus rodillas..
El festejo transcurrió con normalidad, hasta que salió por toriles el cuarto toro de la tarde, de nombre «Avispado». Un astado que en el sorteo matutino no gustó a algunos miembros de las cuadrillas. Teodoro Cardador, aficionado pozoalbense, estaba esa mañana en los corrales y recuerda que «escuché decir que el toro tenía una mirada extraña, que parecía muy «vivo», pero yo creo que era un toro normal, chiquito, como el resto del encierro». Pero lo cierto es que no fue igual que los demás.
«El toro se le había colado una vez toreando con el capote, a la segunda vino la cornada, cuando lo llevaba al caballo». En el momento de la cogida, el reloj de la plaza marcaba las siete y media de la tarde.
«Tras la cornada -cuenta Guillén-, todo fue un desbarajuste, hubo un gran nerviosismo». Prueba de ello es que, quienes lo llevaban en volandas a la enfermería «entraron al callejón por la puerta de toriles, que era la más alejada a la enfermería», interviene Luis López, testigo aquella tarde.
A su paso, Paquirri iba dejando un reguero de sangre, que no cortó el torniquete que le hizo un miembro de su cuadrilla. En la enfermería se encontraba Juan Calero. A sus más de 90 años, el practicante de la plaza, aún recuerda que el torero de Zahara de los Atunes trataba de tranquilizar a todos.
Poco más de media hora estuvo Paquirri en la enfermería de la plaza, ya que se decidió trasladarlo a Córdoba, donde le esperaría el doctor Ramón Vila. El destino era el Hospital Reina Sofía, pero hubo que parar en el Hospital Militar. Paquirri se estaba muriendo.
Mientras, en Pozoblanco, había continuado el festejo, aunque ya nada fue como antes. Los aficionados que abarrotaban los tendidos esperaban noticias, querían saber qué había pasado con el torero. José Luis Ballesteros, aficionado, se fue a casa con la preocupación por el diestro. «Nos quedamos de piedra al saber que Paquirri había muerto, no nos lo podíamos creer».
La noticia corrió como la pólvora por el municipio, la Feria ya no fue sinónimo de fiesta y se suspendió la novillada anunciada para el día siguiente, en la que estaba anunciado Manuel Díaz «Manolo», un alumno de la Escuela Taurina de Córdoba, que más tarde cambiaría su apodo por el de «El Cordobés».
Manolo es uno de los mejores amigos y colegas de los hijos de Paquirri, Francisco y Cayetano Rivera Ordónez. Los dos figuran entre los mejores toreros del momento.