viernes, 25 de septiembre de 2009

Opinión

Golfería compartida
Por Diego Armario
Vivimos tiempos caracterizados por la ausencia de matices.
O se es bueno o se malo, o se es progresista o facha, o se tiene toda la razón o se carece absolutamente de argumentos, o se quiere salvar a la patria o hay que hundirla.
Evidentemente este párrafo anterior lo asumirían con entusiasmo la derecha y la izquierda de este país, siempre y cuando estuviese referido a su oponente político.
En definitiva, aunque algunos de nuestros más conocidos políticos no leen un libro ni en verano, podía parecer que saben quién fue el filósofo persa Manes que mantuvo como principio indiscutible que sólo existe el bien y el mal y nunca el término medio.
Es cierto que en esta época de trincheras – en la que algunos cobran por estar atrincherados en contra de los otros y por consecuencia no admiten la acepción de pulpo como animal de compañía – no hay quien esté por la labor de concederle al contrario un pequeño margen a la duda que justifique su comportamiento, pero hoy es noticia la golfería compartida.
Los populares lamentan y lloran por las esquinas de Benidorm el suceso ocurrido en aquella ciudad alicantina en virtud del cual unos golfos se han puesto de acuerdo para ganar una moción de censura y quitarle la alcaldía.
Insisten en subrayar lo malos que son los del partido socialista, pero olvidan que en no pocos ayuntamientos que antes gobernaban los amigos de Zapatero, los hombres y mujeres de Rajoy han hecho lo mismo anteriormente.
Unos y otros- a pesar de haber firmado un pacto antitransfuguismo lo vienen incumpliendo desde hace años. Así que, mariconadas las mínimas, porque ambos partidos han perdido hace mucho tiempo la credibilidad en este terreno no se puede estar en misa y repicando ni ser golfo y quejarse de que los chorizos de la cera de enfrente hacen lo mismo.
Aun que hay que ser justos o, al menos tener memoria: Esperanza Aguirre en el año 2003 no aceptó ser investida Presidenta de Madrid con los votos de dos tránsfugas del PSOE (Tamayo y Sáenz). Siempre hubo clases, incluso en política.

(Diego Armario es escritor, periodista y ex director de RNE)