lunes, 1 de febrero de 2010
Nota del Director
El gobierno alemán está dispuesto a pagar para hacerse con una lista de unos 1.500 evasores fiscales de ese país con cuentas en Suiza y ha ofrecido dos millones y medio de marcos a quien tiene la relación en su poder. Lejos de criticar esa intención debería servir de ejemplo en un país, como el nuestro, donde la evasión de impuestos está a la orden del día y abarca en términos porcentuales a mucha más gente que en Alemania. Muchas más deberían ser las iniciativas contra los tramposos.
La corrupción y la evasión fiscal, que se detecta por doquier, son con seguridad dos de los males más graves que sufre el tejido celular de nuestro país y dos de las causas de que nos cueste tanto salir de la crisis.
Y lo peor es que muchos, sintiendo un profundo desprecio hacia los autores del fraude, son cómplices de esa actividad al mirar a otro lado o no atreverse a denunciarlo.
Va siendo hora de que cambie esa percepción si es que queremos enmendar el rumbo de nuestra patria -palabra que parece proscrita en el léxico político al uso- y conducirlo a las cotas de bienestar que desearíamos gozar junto a los países más desarrollados de Europa y del mundo. Y ese cambio empieza por rechazar los cobros o pagos sin IVA, que se llevan un enorme caudal de millones del bolsillo de todos.
¡Qué nadie se confunda! El que se salta el cobro del IVA en las facturas, como el que no declara a Hacienda, no es una especie de “Robin Hood” que le quita al rico para darle al pobre. Lo que hace es guardarse su parte de contribución al fondo común, y dejar que los demás paguen por él en el prorrateo de las cuentas de la comunidad. Como decía aquel anuncio de los años de la transición, Hacienda somos todos.
Lo que resulta más preocupante es que haya administraciones que manejan dineros públicos y no dudan en contratar a defraudadores conocidos. En unos casos porque son amiguetes, y en otros más porque se reparten “a pachas” lo que no es más que el fruto de un hurto. Es ahí donde se dan la mano corrupción y defraudación, que unidas equivalen al saqueo de la bolsa de todos.
El Director