lunes, 1 de febrero de 2010

Crisis Económica - Crónica

Las pensiones, ¿nuevo ejemplo de improvisación de Zapatero?

Por L. Jiménez
Madrid.- La decisión del gobierno socialista de prolongar la vida laboral de los españoles, en previsión de lo que pueda suceder dentro de 20 años con el sistema de pensiones, puede ser un nuevo ejemplo de las improvisaciones a las que tiene acostumbrado al país el jefe de gobierno socialista.
Porque sorprende saber que, en apariencia, ni el sindicato socialista UGT estaba alertado de los planes de Zapatero y por eso su líder, Cándido Méndez, acaba de poner en duda que esa reforma salga adelante en el Pacto de Toledo, a la vista de las reacciones de otros partidos y sindicatos.
«El Gobierno no conseguirá mayoría en el Pacto de Toledo para sacar adelante la reforma del sistema de pensiones», ha asegurado Méndez, quien explica que sus conocimientos de cómo podría ir el estado de la negociación le inclinan a pensar que hay más agentes implicados contra ésta medida que a favor de la misma.
Ello no obstante, según Méndez habrá «problemas» si el Gobierno consigue sacar adelante la reforma de la Seguridad Social propuesta el pasado viernes en Consejo de Ministros, ya que estima que por la manera en la que el Ejecutivo ha presentado su plan, el paso previo de la búsqueda de consenso parlamentario está muy perjudicado desde el principio.
El líder sindicalista se muestra contrario a la subida de la edad de jubilación desde los 65 hasta los 67, y en cambio considera que sería más oportuno acercar la jubilación real a la oficial, incorporar a los jóvenes al mercado de trabajo y subir la tasa de actividad de los mayores de 50 años, «una de las más bajas de Europa» debido a las prejubilaciones.
Y no cierra la puerta a una eventual huelga de su sindicato si Zapatero se empecina con la reforma de la pensiones, diciendo que «habrá problemas».
La verdad es que entre los agentes sociales, los únicos satisfechos hasta la fecha son los patronos agrupados en la CEOE. Y también el Banco de España del polémico Miguel Ángel Fernández Ordóñez, más conocido como “Mafo”.
Ni siquiera la derecha española, que viene reclamando reformas estructurales de la economía nacional, ha recibido con buenos ojos esta precipitada decisión, que sólo unos días antes negaba como hipótesis el titular de Trabajo, Celestino Corbacho, quien parece haber engullido un auténtico sapo, mientras se hacen bromas sobre su título y se le apoda “ministro del paro”.
A Mariano Rajoy, líder del PP, la reforma anunciada le parece un nuevo caso de improvisación de un ejecutivo demasiado dado a las improvisaciones, y por ello considera el político gallego que Zapatero es “peor que la crisis”. Y de la misma idea es la derecha nacionalista catalana, representada por CiU.
Para muchos analistas, Zapatero se aboca irremisiblemente a una severa derrota electoral por su desafortunada gestión de la crisis, agravada con medidas antisociales como la precipitada reforma del sistema de pensiones, que aparentemente está inspirada por una vicepresidenta económica, Elena Salgado, de cuya solvencia y rigor dudan muchas figuras del mundo financiero y empresarial.
Los corrillos del mundo económico hacen apuestas estos días sobre la posibilidad de alcanzar un agravamiento del clima social que complique seriamente la segunda mitad del mandato de Zapatero e incluso que pueda llegar a forzar un anticipo de las generales.
Un analista político hacia cuentas estos días sobre esa hipótesis para concluir que en ningún caso cabe esperar esa posibilidad antes de que concluya la presidencia semestral española de la UE, en junio próximo, y tampoco parece fácil que eso suceda en verano, aunque apuntaba a que a partir de septiembre otro podría ser el cantar, si la cosa sigue complicándose hasta extremos intolerables.
Lo que si que es cierto es que cada vez son más los expertos en analizar la vida pública española que coinciden en ver un gobierno, agotado, carente de ideas y proyectos solventes para sacar a España de la peor crisis que se recuerda.
Además, se señala que en poco tiempo se han tocado sin mucho cuidado al menos cuatro de los llamados “tabúes” de la política española, como son la energía nuclear, la cadena perpetua, la reforma laboral y el sistema de pensiones.
Anteriormente ya se jugueteó sin mucha habilidad con otros dos, el entramado que daba estabilidad a las autonomías –convertidas ahora en pequeños reinos de taifas- y el terrorismo de ETA, decantándose por una negociación arriesgada y comprometedora para el Estado, que concluyó después del atentado en la terminal T-4 de Barajas, convertido en un gol por la escuadra a Zapatero y el resto de los españoles.
En cambio, no se aprecian avances en una apuesta decidida por la innovación y la creatividad industrial que hagan a España un país competitivo en la nueva economía global, ni en la lucha contra el fraude fiscal y la corrupción –dos cánceres seriamente instalados en el tejido político nacional-, ni en atajar el despilfarro, y mucho menos en reordenar las finanzas de las administraciones locales, convertidas en auténticos coladores por las que se escapan millones de euros de los caudales públicos, a menudo destinados a ofrecer pan y circo a la gente para disimular los verdaderos problemas.
En esa tesitura, el retraso de la edad de jubilación “por lo que pudiera pasar” dentro de 20 años, adquiere colores de burla a los ciudadanos por parte de quienes no saben como sacarles del lío en el que les han metido.