lunes, 23 de mayo de 2011

Editorial

El PSOE seguramente asomado al precipicio y abocado a primarias

Seguramente no es la mejor idea, pero desde hace tiempo sabemos que las buenas ideas no abundan en la sede del PSOE, arrastrado a una situación de vértigo por el optimismo patológico de quien va a abandonar el liderazgo después de causar una gran catástrofe a los suyos y lo que es peor, a toda la nación.
Seguramente, lo más oportuno sería convocar a la mayor brevedad y con urgencia un congreso partidista para renovar las ideas –una de las grandes carencias que señalan los jóvenes de movimientos como Democracia Real Ya es la de auténticas ideologías- y hasta los cuadros dirigentes e intermedios, si es que quieren evitar caerse con todo el equipo en las generales, sean éstas cuando quiera que sean.
Seguramente, como de costumbre, J.L. Rodríguez Zapatero y su escudero J. Blanco, alias “Pepiño” han optado por la solución menos favorable, que son las elecciones primarias internas para designar a aquel o aquellas personas que lidiarán el morlaco de una derrota a estas horas vista como irremediable.
Seguramente estamos ante una más de las aventuras de esta pareja, que en siete años al frente del Gobierno ha hecho de la improvisación una regla y un talante –aliada con una cierta prepotencia-, aunque de paso arrastrasen a la vorágine a toda una nación, sacudida por el tsunami de una crisis que ellos no querían ver primero, que negaron cuando ya era evidente y que no han sabido evitar que privase a centenares de miles de personas de eso que hemos venido a llamar el estado del bienestar.
Seguramente por eso, miles de ciudadanos, jóvenes y no tan jóvenes, proclaman en plazas de todo el país que están indignados y que se hallan en estado de malestar.
Seguramente, si el tiempo y la autoridad no lo impiden, el próximo sábado el tándem Zapatero-Blanco ponga en marcha el proceso de primarias, en vez de escuchar a voces cualificadas, como la de Felipe González, y aprovechar el tiempo, que no les sobra, para remendar los girones y poner silicona en las muchas grietas.
Seguramente Zapatero y Blanco escogerán, como de costumbre, el camino más tortuoso y despreciarán el de la verdadera renovación que precisa el PSOE, que debería darse la vuelta drásticamente, como un calcetín, y aproximarse a los millares de jóvenes que les han dado la espalda y ven en ellos el paradigma de todo lo que desprecian de la vida política profesionalizada.
Seguramente, en esta tesitura, optarán porque sea el aparato partidista quien prepare un ticket electoral compuesto por Pérez Rubalcaba, Chacón o ambos juntos, sin preocuparse de realizar una auténtica ruptura que siente en el banquillo a la pléyade de políticos profesionales incapaces de responder a las demandas de los jóvenes a los que ellos han condenado a una vida mediocre. Porque hoy en día, el PSOE –Juventudes Socialistas y otros apéndices incluidos- no es más que un diplodocus torpón y reumático.
Seguramente, Zapatero resistirá contra viento y marea hasta marzo del año que viene, ganando tiempo para ver si se opera el milagro. Porque un milagro es el remedio que parece precisar el socialismo español, cada vez menos socialista y más preñado de socios listos. La machada de José Blanco, diciendo que “no es momento de lamentarse, sino de levantarse” lleva incluido, aparte del ingenio graciosillo que encierre, el mensaje inequívoco de que ni siquiera saben por qué se han caído con todo el equipo.
Seguramente, vamos a asistir en los meses venideros a una verdadera colección de despropósitos de personajes exóticos, como el extremeño Fernández Vara, que queriendo desviar la atención del hecho de que va a gobernar si IU se lo permite (aunque la lista del PP sea la más votada en su tierra), se atreve a significarse pidiendo el adelanto electoral que sus rivales reclaman. Y todo porque ya tienen poco que temer del líder caído y poco que perder, aparte de la vergüenza.
Seguramente, hasta el momento el comentario más razonable ha sido el de la ministra Chacón, reconociendo que su partido ha padecido un "castigo severo en todas partes", y ello obliga a hacer "una reflexión profunda" y "colectiva". El problema es si esa tesis será compartida por muchos de los “instalados” del partido y si conducirá a la revolución que permitiría tener alguna esperanza. Y todo ello contra reloj, porque seguramente ni siquiera los meses que restan de legislatura –si es que son capaces de agotarla- sean suficientes para hacer el cambio que precisan, de caras, de ideas y de esperanzas.
Y de ese modo, seguramente, si no sucede algo inimaginable, en 2012 Mariano Rajoy verá cumplirse su sueño y alcanzará el Gobierno, seguramente sin haberse despeinado demasiado y sin exhibir sus recetas milagrosas para devolver la ilusión y la esperanza a este pobre país, mientras el pelotón de cabeza europeo se distancia de nosotros.