martes, 16 de febrero de 2010

Guau
Por Rosa Montero
¿Quién ha dicho que España va mal, que Europa sale de la crisis pero nosotros seguimos escarbando, que vamos pisando los talones de Grecia hacia el naufragio y que no pintamos ni un pimiento en el mundo? Pero hombre, por Dios, ¡si hasta tenemos un espía! Y eso da muchísimo caché de gran potencia. Porque además no espió para Andorra o Albania o cualquier otro país menor, sino ¡para los rusos! Qué chulada.
Es verdad que cuesta imaginar que tengamos secretos de Estado que puedan interesar en Moscú, y también es cierto que el reo, Roberto Flórez, con sus mofletillos y su calva lustrosa, tiene una pinta de lo menos épica y más bien parece un simpático vendedor de pequeños electrodomésticos, pongamos por caso, o tal vez un figurante contratado por el Gobierno para hacer de traidor y levantarnos el orgullo patrio en estos momentos de melancolía (de hecho, varias fotos muestran al tal Flórez en sonriente camaradería con los policías que le conducen); pero, de todas formas, para ser nuestro primer espía, es decir, el primer condenado por traición de la democracia, no está nada mal.
Además, esta condena no es el único indicador de nuestro poderío. No es verdad que la economía esté fatal y que todos los negocios languidezcan: hay un sector empresarial que nos funciona de fábula. Según datos recién publicados, en la primera mitad de 2009 España vendió un 64,5% más de armas que el año anterior. Toma ya crecimiento comercial.
Entre nuestros compradores hay clientes tan encantadores, democráticos y pacíficos como Irán (17,3 millones de euros) o Marruecos (29,5 millones), y el total de las ventas ha ascendido, en tan sólo seis meses, a 411 millones de euros. Así que ya ven, en la misma semana nos hemos enterado de que tenemos espías de los rusos y de que nos va genial como traficantes de armas. Esto sí que es tronío. Asombroso. Guau.
(Rosa Montero es escritora y periodista)