Qué viene el coco!
Por L. Jiménez
De un tiempo a esta parte, algunos políticos han descubierto un nuevo motivo para discrepar en lugar de para entenderse. Se trata de la energía nuclear. Por lo pronto, a José María Barreda parece venirle bien para tratar de recortar distancia a su rival en las próximas elecciones regionales, la pepera Lola de Cospedal.
Pero parece mentira que Barreda, que a veces hasta parece serio, sea capaz de recurrir al miedo a lo nuclear para pelearse con sus rivales. Es el viejo cuento de que viene el coco o el lobo de Caperucita.
Sabe Barreda, o debería saberlo, que retrasar la energía nuclear es además de ridículo bastante contrario a los intereses de España. Porque lo cierto es que, miedos al cataclismo atómico aparte, la energía nuclear es prácticamente inagotable, mucho más limpia que las que tenemos hoy en día y sobre todo mucho más barata. Y además puede ser la más segura si se respetan las normas.
No hay plantación de paneles solares o conjunto de molinos, de esos que afean campos y sierras, que pueda producir en un mes lo que una central nuclear genera en unos pocos minutos. Así de sencillo. Y si pretendemos consumir energía al ritmo que lo hacemos (que por otra parte es precisa para el verdadero desarrollo) no hay solución más eficaz que lo nuclear, eso sí, respetando, mejorando y aumentando las medidas de seguridad.
Hay un detalle que por poco conocido acaso ayude a diluir algunos recelos: En la central nuclear de Almaraz hay un grupo de técnicos que cultivan las verduras y legumbres que consumen, y a día de hoy, después de muchos años, ni uno de ellos ha enfermado de cáncer o de cualquier otro mal atribuible a la energía nuclear.
Tanto es así que los políticos serios –que los hay aunque no abunden- hace tiempo que están dando marcha atrás del “gauchismo” barato y apuestan sin cortarse por la energía derivada del átomo. Por ejemplo Felipe González y sin ir más lejos, el mismísimo Barack Obama, tan supuestamente admirados por Rodríguez Zapatero y su gente.
Lo malo es jugar a propósito de estas cosas con los miedos del personal. El Sr. Barreda debía contenerse más –le tengo por persona bastante más sensata que muchos de sus correligionarios- y no prestarse al juego chusco y chungo de usar con ánimo electoral la asistencia o inasistencia de la Sra. Cospedal a una manifestación contra las centrales nucleares.
Más que nada porque debería saber Barreda que lo nuclear va a llegar, más tarde o más temprano, de modo irremisible, ya que así lo impondrá la lógica. Más valdría que el presidente regional emplee sus energías –ya que hablamos de ellas- en idear el modo de estimular el cambio del modelo productivo regional, animando la creación de viveros de empresas tecnológicas y erradicando el modelo basado en la construcción, en vez de ponerle paños calientes.
Contra la historia no puede ir nadie, ni siquiera el Sr. Barreda, y ésta hoy en día va por unos derroteros distintos a los que él predica.
Pero lo que resulta de todo punto intolerable es que use al coco de lo nuclear para meterse con su oponente, cuando a él, que tanto asegura que defiende las medidas sociales, no se le verá en las manifestaciones de los sindicatos de clase, de esta semana próxima, contra las tropelías de Rodríguez Zapatero en materia de pensiones. Ni a él, ni a ninguno de los políticos de segunda regional que se desgañitan diciendo que defienden al pueblo y buscando cada vez un coco distinto para asustar a las viejecitas.
Por L. Jiménez
De un tiempo a esta parte, algunos políticos han descubierto un nuevo motivo para discrepar en lugar de para entenderse. Se trata de la energía nuclear. Por lo pronto, a José María Barreda parece venirle bien para tratar de recortar distancia a su rival en las próximas elecciones regionales, la pepera Lola de Cospedal.
Pero parece mentira que Barreda, que a veces hasta parece serio, sea capaz de recurrir al miedo a lo nuclear para pelearse con sus rivales. Es el viejo cuento de que viene el coco o el lobo de Caperucita.
Sabe Barreda, o debería saberlo, que retrasar la energía nuclear es además de ridículo bastante contrario a los intereses de España. Porque lo cierto es que, miedos al cataclismo atómico aparte, la energía nuclear es prácticamente inagotable, mucho más limpia que las que tenemos hoy en día y sobre todo mucho más barata. Y además puede ser la más segura si se respetan las normas.
No hay plantación de paneles solares o conjunto de molinos, de esos que afean campos y sierras, que pueda producir en un mes lo que una central nuclear genera en unos pocos minutos. Así de sencillo. Y si pretendemos consumir energía al ritmo que lo hacemos (que por otra parte es precisa para el verdadero desarrollo) no hay solución más eficaz que lo nuclear, eso sí, respetando, mejorando y aumentando las medidas de seguridad.
Hay un detalle que por poco conocido acaso ayude a diluir algunos recelos: En la central nuclear de Almaraz hay un grupo de técnicos que cultivan las verduras y legumbres que consumen, y a día de hoy, después de muchos años, ni uno de ellos ha enfermado de cáncer o de cualquier otro mal atribuible a la energía nuclear.
Tanto es así que los políticos serios –que los hay aunque no abunden- hace tiempo que están dando marcha atrás del “gauchismo” barato y apuestan sin cortarse por la energía derivada del átomo. Por ejemplo Felipe González y sin ir más lejos, el mismísimo Barack Obama, tan supuestamente admirados por Rodríguez Zapatero y su gente.
Lo malo es jugar a propósito de estas cosas con los miedos del personal. El Sr. Barreda debía contenerse más –le tengo por persona bastante más sensata que muchos de sus correligionarios- y no prestarse al juego chusco y chungo de usar con ánimo electoral la asistencia o inasistencia de la Sra. Cospedal a una manifestación contra las centrales nucleares.
Más que nada porque debería saber Barreda que lo nuclear va a llegar, más tarde o más temprano, de modo irremisible, ya que así lo impondrá la lógica. Más valdría que el presidente regional emplee sus energías –ya que hablamos de ellas- en idear el modo de estimular el cambio del modelo productivo regional, animando la creación de viveros de empresas tecnológicas y erradicando el modelo basado en la construcción, en vez de ponerle paños calientes.
Contra la historia no puede ir nadie, ni siquiera el Sr. Barreda, y ésta hoy en día va por unos derroteros distintos a los que él predica.
Pero lo que resulta de todo punto intolerable es que use al coco de lo nuclear para meterse con su oponente, cuando a él, que tanto asegura que defiende las medidas sociales, no se le verá en las manifestaciones de los sindicatos de clase, de esta semana próxima, contra las tropelías de Rodríguez Zapatero en materia de pensiones. Ni a él, ni a ninguno de los políticos de segunda regional que se desgañitan diciendo que defienden al pueblo y buscando cada vez un coco distinto para asustar a las viejecitas.
(L. Jiménez es escritor y periodista)