Las rentas salariales caen el triple que las empresariales
Madrid.- Esta es la parte que menos cuenta el Gobierno, pero las cifras son tozudas: Mientras se desploman las rentas salariales de los trabajadores españoles, las empresariales siguen siendo las que más peso alcanzan en el reparto del valor añadido nacional.
La riqueza nacional se viene abajo, pero mucho menos para los empresarios. Por eso se puede decir que 2009 no es un año perdido para el crecimiento de la economía española. Son dos y si se apura, tres.
El valor del PIB, según los datos apenas conocidos, apenas superó el billón de euros, menos que en 2007. Si se descuentan los millones hinchados por la inflación (el año pasado, sin subida de precios por primera vez en medio siglo, fue una rareza), la marcha atrás llega casi hasta 2006.
La porción de excedentes empresariales en el reparto del PIB aumentó el pasado año, pero sólo porque fueron las rentas que salieron mejor paradas dentro del declive general. En el peor año de la crisis económica, los márgenes de empresas y profesionales autónomos bajaron un 1% respecto al valor de 2008, mientras que la remuneración de los asalariados perdió el triple, un 3%. Y la recaudación de impuestos excava aún más en el hoyo: si en 2008 se anotó un recorte del 14,6%, el año pasado rondó el 18%.
El súbito desplome de ingresos tributarios ha trastocado las proporciones en la tarta de la riqueza nacional, cuando los cambios en el reparto del PIB suelen ser muy suaves. De 2007 a 2009, la recaudación de impuestos pasa de explicar el 10,4% del PIB a quedarse en el 7,3%. En sólo dos años, ha desandado todo lo recuperado desde la última gran crisis fiscal (y económica), la de 1993.
La tarta encoge, pero la remuneración de los asalariados y las rentas empresariales aumentan su porción a costa de los impuestos. Aunque de forma desigual: las rentas del trabajo pasan del 47,6% al 48,6% y los márgenes de sociedades mercantiles y profesionales autónomos del 42% al 44,1%. En el caso de los excedentes empresariales, es el mayor mordisco a la riqueza nacional desde que se inició la serie estadística, en 1980.
Los expertos creen que la cautela ha de extremarse al interpretar el creciente protagonismo del excedente empresarial en el reparto de rentas. En la última década hay una corriente de fondo, impulsada por la globalización, que erosiona el peso de las rentas del trabajo en favor de las empresariales. En España, eso se traduce en una incorporación masiva de inmigrantes al mercado laboral, sobre todo en puestos de baja remuneración.
La riqueza nacional se viene abajo, pero mucho menos para los empresarios. Por eso se puede decir que 2009 no es un año perdido para el crecimiento de la economía española. Son dos y si se apura, tres.
El valor del PIB, según los datos apenas conocidos, apenas superó el billón de euros, menos que en 2007. Si se descuentan los millones hinchados por la inflación (el año pasado, sin subida de precios por primera vez en medio siglo, fue una rareza), la marcha atrás llega casi hasta 2006.
La porción de excedentes empresariales en el reparto del PIB aumentó el pasado año, pero sólo porque fueron las rentas que salieron mejor paradas dentro del declive general. En el peor año de la crisis económica, los márgenes de empresas y profesionales autónomos bajaron un 1% respecto al valor de 2008, mientras que la remuneración de los asalariados perdió el triple, un 3%. Y la recaudación de impuestos excava aún más en el hoyo: si en 2008 se anotó un recorte del 14,6%, el año pasado rondó el 18%.
El súbito desplome de ingresos tributarios ha trastocado las proporciones en la tarta de la riqueza nacional, cuando los cambios en el reparto del PIB suelen ser muy suaves. De 2007 a 2009, la recaudación de impuestos pasa de explicar el 10,4% del PIB a quedarse en el 7,3%. En sólo dos años, ha desandado todo lo recuperado desde la última gran crisis fiscal (y económica), la de 1993.
La tarta encoge, pero la remuneración de los asalariados y las rentas empresariales aumentan su porción a costa de los impuestos. Aunque de forma desigual: las rentas del trabajo pasan del 47,6% al 48,6% y los márgenes de sociedades mercantiles y profesionales autónomos del 42% al 44,1%. En el caso de los excedentes empresariales, es el mayor mordisco a la riqueza nacional desde que se inició la serie estadística, en 1980.
Los expertos creen que la cautela ha de extremarse al interpretar el creciente protagonismo del excedente empresarial en el reparto de rentas. En la última década hay una corriente de fondo, impulsada por la globalización, que erosiona el peso de las rentas del trabajo en favor de las empresariales. En España, eso se traduce en una incorporación masiva de inmigrantes al mercado laboral, sobre todo en puestos de baja remuneración.