Peligroso populacho
Por M. Molares
Que se cuiden los Príncipes de Asturias de los populachos porque poco a poco está perdiéndose en España el respeto que se le tenía a la Monarquía por haber conseguido con su mediación el período más largo de paz y prosperidad de muchos siglos.
Que aprendan de los abucheos e insultos que sufrieron este domingo los Reyes en Baracaldo, Vizcaya, en la final de la Copa del Rey de baloncesto, de un público de nacionalistas vascos y catalanes: puede que sea poca cosa comparada con lo que les tocará sufrir a ellos, y que alimentan cada día con mayor virulencia los nacionalismos.
Y que cocinan más sutilmente los medios supuestamente progresistas y también de la derecha más dura, que insisten en que la monarquía es irracional, ocultando que peor sería una república presidida por Zapatero, odiado por medio país, o Aznar, malquisto por otro medio, al margen de que fueran respetados o despreciados en el exterior.
O que hubiera 17 presidentes de 17 repúblicas, algunas islámicas y otras antropófagas porque el amor a matar, cocinar y comer no tiene freno.
Hace nueve meses los Reyes ya habían sufrido una humillación similar en la final de la Copa del Rey de fútbol entre el Barcelona y el Athletic de Bilbao jugado en Valencia, pero sólo ante las aficiones de ambos equipos.
Cuando las masas rivales se unen contra alguien se vuelven doblemente peligrosas. Son populachos violentos, chusmas capaces de proyectar el odio que se tienen en un tercero inocente. Las guerras comienzan con morrallas desbocadas.
O con atentados: la I Guerra Mundial empezó por el asesinato en Sarajevo del heredero austro-húngaro, el Archiduque Francisco-Fernando de Habsburgo, por un nacionalista serbio.
Lo que deberían recordar los Príncipes es que no deben mezclarse con los populachos, sino con seres humanos, con personas.
(M. Molares es escritor, periodista y marino mercante)
Por M. Molares
Que se cuiden los Príncipes de Asturias de los populachos porque poco a poco está perdiéndose en España el respeto que se le tenía a la Monarquía por haber conseguido con su mediación el período más largo de paz y prosperidad de muchos siglos.
Que aprendan de los abucheos e insultos que sufrieron este domingo los Reyes en Baracaldo, Vizcaya, en la final de la Copa del Rey de baloncesto, de un público de nacionalistas vascos y catalanes: puede que sea poca cosa comparada con lo que les tocará sufrir a ellos, y que alimentan cada día con mayor virulencia los nacionalismos.
Y que cocinan más sutilmente los medios supuestamente progresistas y también de la derecha más dura, que insisten en que la monarquía es irracional, ocultando que peor sería una república presidida por Zapatero, odiado por medio país, o Aznar, malquisto por otro medio, al margen de que fueran respetados o despreciados en el exterior.
O que hubiera 17 presidentes de 17 repúblicas, algunas islámicas y otras antropófagas porque el amor a matar, cocinar y comer no tiene freno.
Hace nueve meses los Reyes ya habían sufrido una humillación similar en la final de la Copa del Rey de fútbol entre el Barcelona y el Athletic de Bilbao jugado en Valencia, pero sólo ante las aficiones de ambos equipos.
Cuando las masas rivales se unen contra alguien se vuelven doblemente peligrosas. Son populachos violentos, chusmas capaces de proyectar el odio que se tienen en un tercero inocente. Las guerras comienzan con morrallas desbocadas.
O con atentados: la I Guerra Mundial empezó por el asesinato en Sarajevo del heredero austro-húngaro, el Archiduque Francisco-Fernando de Habsburgo, por un nacionalista serbio.
Lo que deberían recordar los Príncipes es que no deben mezclarse con los populachos, sino con seres humanos, con personas.
(M. Molares es escritor, periodista y marino mercante)