martes, 16 de febrero de 2010

Noticias Regionales - Reportaje

La Consejería de Cultura insta a los propietarios de la Casa-Palacio de Villaseca de la Sagra a conservarlo

Escalona.- La Casa-Palacio de los Marqueses de Montemayor, declarada Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento, herencia de las familias fuertes de Toledo y todo un referente para la localidad de Villaseca de la Sagra, languidece sin las necesarias reformas y arreglos, repartido entre varios propietarios.
Cinco siglos después de ser reconstruido tras la Guerra de las Comunidades y veinte años después de obtener la máxima protección en materia de patrimonio, el Gobierno regional trata ahora de actuar para salvar el histórico edificio de la ruina, tal y como debiera suceder con el Castillo-Palacio de Escalona.
«Hemos conseguido ponernos en contacto sólo con algunos de ellos (los propietarios) para plantear futuras intervenciones en el edificio», explica el delegado provincial de Cultura, Turismo y Artesanía, Jesús Nicolás, «pero no ha siempre ha sido posible».
La gran antigüedad de este tipo de inmuebles, cuya propiedad se ha transmitido a través de herencias y trámites no siempre sencillos de interpretar a lo largo de los siglos, hace que las administraciones se enfrenten a veces a complejas situaciones. «Hay monumentos en esta provincia cuya propiedad se reparte entre más de cien titulares, muchos de los cuales ni siquiera conocen que son dueños de una mínima parte de un castillo, o de una casa-palacio, como sucede en este caso».Este es el motivo de que la Consejería de Cultura, Turismo y Artesanía haya decidido advertir a todas las personas que se encuentren en esta situación -a través de una resolución publicada la semana pasada en el Diario Oficial de Castilla-La Mancha- «sobre la obligación de conservar, mantener y custodiar» el edificio villasecano.
Los dueños de la Casa-Palacio de los Marqueses de Montemayor tienen ahora de plazo 30 días para remitir una propuesta de intervención a la Delegación provincial, que será la encargada de «apercibir a los dueños del posible ejercicio tanto de la potestad sancionadora como de la ejecución subsidiaria por parte de la Administración a costa del obligado».Esta gran casona solariega no es uno de los edificios declarados Bien de Interés Cultural en la provincia en peor estado de conservación, pero sí pesan sobre ella algunos informes negativos relacionados con la dejación de sus propietarios. A finales de 2000 se advirtió a los responsables de la antigua Consejería de Educación y Ciencia del hundimiento parcial de las cubiertas de la casa-palacio, quedando parte de su interior sometida a las inclemencias del tiempo.
La Junta reaccionó en unos meses e instó al Ayuntamiento del municipio a que apercibiese a los propietarios del cumplimiento de sus deberes legales para la conservación del edificio.El Palacio de los Marqueses de Montemayor es una de las edificaciones más voluminosas de Villaseca de la Sagra. Ocupa una manzana completa y su tamaño es similar al de toda la Plaza Mayor, a cuyo costado sur se abre su fachada principal. Fue construido en la primera mitad del siglo XVI sobre casas anteriores, pertenecientes a una época en que los miembros de la familia Silva atesoraban algunos de los cargos más importantes de la Corona en tierras castellanas.
Don Juan de Silva Rivera, primer marqués de Montemayor desde el 22 de abril de 1538 -señor de Villaseca, Villaluenga y su antiguo Castillo del Águila-, había sido un destacado partidario de Carlos I durante la Guerra de las Comunidades. Su adhesión a la causa del Emperador le costó el incendio de muchas de sus propiedades a manos de los comuneros, motivo por el cual sería resarcido al término de la contienda.
Ese es el motivo por el que su palacio fue reconstruido con materiales procedentes de las casas que el líder comunero Juan Padilla poseía en Toledo, sometiendo la memoria de éste a la servidumbre perpetua de sus enemigos.El resultado fue una desahogada casona que todavía conserva características góticas y platerescas. El Palacio de los Marqueses de Montemayor tiene planta rectangular con estructuras reforzadas en las cuatro esquinas a manera de pequeñas torres y corral en su zona trasera. El edificio se articula alrededor de un patio central, con una distribución típicamente castellana.La fachada principal es de dos plantas, separadas por una línea de imposta. Todo el conjunto está encalado y en su eje central destaca una portada de piedra, con ático y frontón semicircular, interpretación acaso algo rústica, aunque llena de fuerza, de un modelo renacentista característicamente toledano. En el siglo XVIII se incorporó al frontón un escudo nobiliario con las armas de los Silva y Rivera.El patio central del palacio es accesible a través de un zaguán. Se encuentra articulado por doce columnas de piedra, sobre las que apean zapatas de madera labradas con decoración característica del último gótico. «Tanto el solado del patio, de ladrillo, como el del zaguán, de empedrado, son antiguos, posiblemente los originales», según se especifica en los datos histórico-artísticos que acompañan a la declaración del Bien de Interés Cultural.Además de la casa-palacio en sí, el conjunto propiedad de los Marqueses de Montemayor cuenta con una especie de ‘casa de oficios’ situada junto a una de sus fachadas e incluida en la declaración correspondiente, si bien se trata de un edificio concebido para fines utilitarios, como los de cuadra y granero, y no destaca precisamente por motivos artísticos.Algunos han identificado al Caballero de la Mano en el Pecho, retratado por El Greco, con el marqués de Montemayor. El largo tiempo anónimo personaje de la alta sociedad toledana representado por El Greco, ha sido señalado precisamente como Juan de Silva, uno de los primeros marqueses de Montemayor.
Era miembro de una antigua familia de origen portugués que había desempeñado importantes responsabilidades en la Corona de Castilla desde finales de la Edad Media. No en vano, el supuesto retratado por El Greco ocupaba cuando éste pudo representarlo el cargo de protonotario mayor de Toledo y alcaide de su Alcázar.
La historiografía artística ha relacionado los defectos físicos en el brazo izquierdo del personaje -motivo que llevó durante muchos años a identificarlo con Cervantes- con las heridas a consecuencia de un tiro de arcabuz que el propio Juan de Silva recibió durante la Batalla de Alcazarquivir, en 1578, al lado del infortunado rey Don Sebastián de Portugal, que perdió la vida en esa batalla.