domingo, 28 de marzo de 2010

La soterrada influencia del inglés en el lenguaje culto



Por Amando de Miguel
El lenguaje común intenta muchas veces parecer culto; eso da prestigio. Una forma es introducir muchos términos que proceden del inglés. Otro truco es emplear palabras que parezcan científicas. La mezcla de esas dos tácticas da lugar a la mayor prestancia de las voces terminadas en "al". Veamos algunos ejemplos. Entre paréntesis va el equivalente castizo, ahora preterido:
• eclesial (eclesiástico)
• organizacional (organizativo)
• policial (policiaco)
• operacional (operativo)
• emocional (emotivo)
• comunicacional (comunicativo)
• educacional (educativo)
• televisual (televisivo)
• opcional (optativo)
Hay palabras terminadas en "al" que no tienen una versión castiza. Se emplean generosamente porque suenan a inglés. Por ejemplo, puntual, global, gestual o colateral, entre otras varias.
Asimismo está el movimiento contrario. Una palabra tan castiza como "hospital" ahora tiende a llamarse "área de salud". Puestos a buscar un nuevo término más ajustado, tendría que llamarse "zona de enfermedad" o "zona sanitaria". La confusión está otra vez en la adaptación del inglés. La voz health significa dos cosas muy distintas: salud y sanidad, que ahora tienden a confundirse en español. La salud es propia de cada individuo; la sanidad caracteriza a la organización para proporcionar salud a la población. La OMS (Organización Mundial de la Sanidad) se llama impropiamente Organización Mundial de la Salud. En España las Consejerías de Sanidad ahora les ha dado por ser Consejerías de Salud, lo que es un disparate.
Generalmente, el inglés tiene la ventaja de ser más compacto, menos barroco, que el español. Pero a veces, excepcionalmente, ocurre lo contrario. Por ejemplo, el método de "prueba y error" es una traducción ramplona del inglés para designar lo que en español se llama "tanteo". Desgraciadamente, los cursis dicen ahora "prueba y error", que parece más científico.
El empleo de algunas locuciones lo dicta a veces la ignorancia. Por ejemplo, hace poco el presidente Chávez, de Venezuela, recurrió a la expresión "olla podrida" para insultar a la prensa española. Pero "olla podrida" era originariamente "olla poderida" (= con mucho poder o sustancia). Así pues, la olla podrida es el equivalente de un buen guiso con carne, jamón, chorizo, legumbres, verduras, etc. Es decir, estamos ante un término ponderativo, como su versión francesa pot pourri, que procede del español. Por tanto, no insulta el que quiere sino el que sabe.

(A. de Miguel es sociólogo y catedrático emérito de la U. Complutense)