domingo, 10 de julio de 2011

Crónica Política


La irrupción de Rubalcaba pone nervioso al PP de Rajoy

Por M. González
Madrid.- La irrupción con fuerza en la carrera electoral de Alfredo Pérez Rubalcaba ha tenido de inmediato dos efectos muy claros, infundir ánimo a la alicaída clientela socialista y poner nervioso al PP de Rajoy, temeroso de que el nuevo líder del PSOE sea capaz de conectar de nuevo con su electorado y echar por tierra las ilusiones de la derecha de arrasar en las generales.
El primer efecto es notorio ya, a pocas horas de su presentación con un discurso de una hora claramente escorado a la izquierda, con guiños más que evidentes al movimiento de los indignados, y con ideas fuerza muy claras y capaces de movilizar a un electorado desmotivado desde hace tiempo por la política errática de José Luis Rodríguez Zapatero.
Y el segundo no es menos evidente, a tenor de las declaraciones de los voceros del PP, como Esteban González Pons, demasiado habituado a ir más allá de lo razonable en los análisis políticos, que ha llegado a sostener que el discurso de Rubalcaba supone una enmienda a la totalidad al ejecutivo de Zapatero. Esa apreciación provoca la ilaridad a cualquiera, salvo a públicos muy entregados.
A juzgar por lo que se observa, el PP quiere ahora precipitar las elecciones generales por temor de que en unos pocos meses el efecto Rubalcaba sea capaz de echar por tierra la ventaja que ha logrado un Mariano Rajoy que ha estado jugando a la contra, sin poner propuestas sobre la mesa y a la espera de que el pudrimiento de Zapatero devorase al PSOE sin un candidato sólido.
Las palabras de Rubalcaba han llenado a la militancia del PSOE y a infinidad de simpatizantes de ilusión y de alivio, porque con un discurso razonable el candidato ha venido a dar seguridad de que hay partido y todo no está perdido si los socialistas son capaces de movilizarse y movilizar a la gente.
Eso sí, recuperando una perdida confianza debido a las políticas derechistas y erráticas de Zapatero y sobre todo recogiendo el clamor de miles de personas que quieren un nuevo modo de hacer política, como hemos visto que reclamaba el Movimiento 15-M.
El éxito de Rubalcaba ha sido ser capaz de hablar de un cambio de políticas sin estridencias y sin insultos, además de recuperar el discurso de la socialdemocracia que Zapatero nunca debió perder.
Uno de los asistentes al acto de presentación de Rubalcaba resumía de este modo el sentimiento de miles de socialistas: “Por fin hay alguien con sentido común”.
Porque con lo que muchos habían desconectado del PSOE de Zapatero era precisamente con eso: la falta de sentido común y la toma de decisiones pensando en las encuestas y sobre todo en los mercados.
Rubalcaba, en pocas palabras, ha venido a decir que hay que emprender una decidida acción para gobernar a esos mercados, en vez de que sean éstos los que gobiernen de modo indirecto en España y en Europa, ya que a nadie se oculta que el mundo financiero estará sin lugar a dudas muy cómodo si es Rajoy quien llega al poder, dispuesto a hacer todas las concesiones que juzgue necesarias a la banca y sus acólitos.
También ha sido muy bien recibido el discurso de Rubalcaba en relación a la corrupción: no sólo hay que castigarla allí donde se produzca, sino legislar para que no goce de un oportuno caldo de cultivo en sectores como el del ladrillo en relación con las necesidades de financiación de los ayuntamientos. Es decir, actuar preventivamente, además de punitivamente en aquellos casos de corrupción que vayan surgiendo.
Así pues, acostumbrémonos a escuchar al PP pedir desesperadamente la convocatoria de elecciones a falta de ideas que poner sobre la mesa, y habituémonos, igualmente, a ver al PSOE de Rubalcaba desgranar los cambios que sea capaz de introducir en la oxidada maquinaria de su partido.
En ambos aspectos va a radicar el secreto de quién ganará las próximas generales. Porque si hay alguien capaz de atajar la alegría del PP, ese es Alfredo Pérez Rubalcaba, un viejo velocista reconvertido en corredor de fondo de la política, que creció a la sombra de una de las más importantes figuras del PSOE: la de Javier Solana Madariaga.
Eso sí, también deberían irse preparando ante lo que pueda pasar esos que en el PSOE de Zapatero convirtieron la política en un oficio bien remunerado, porque el nivel de exigencia con Rubalcaba va a subir espectacularmente y al final todos aquellos que no den la talla pueden un día añorar la eventual victoria de Rajoy. Así están las cosas.