España, séptimo país con más débil recuperación
Madrid.- Los datos son del Fondo Monetario Internacional y dejan lugar a pocas dudas: España lleva ocho trimestres en recesión. El FMI ha presentado un mapa del mundo en el que la economía española es una de las más anémicas del mundo, la séptima con más débil recuperación, y a nadie se puede engañar con palabras huecas a ese respecto.
Hubiese bastado un solo trimestre de crecimiento mínimo para salir de la recesión técnicamente. España estuvo a punto de conseguirlo, pero los remedios aplicados al paciente por el gobierno socialista no han sido los más adecuados.
Las estadísticas suelen confirmar lo que vemos y con bastante más de cuatro millones de parados caben pocas dudas. El mapa del FMI muestra que los páises que han salido de la recesión, pintados en azul, crecen y se imponen a los que no lo consiguen, marcados en rojo.
La economía mundial mejora, al fin, pero la española sigue en rojo, sufriendo con una recesión mucho más dura de tragar que en otros lugares. La actuación de las diferentes administraciones socialistas resta de ser la más adecuada para sacar a España del pozo. Se desatienden los consejos de los expertos y prima más el deseo de dar imagen de una solvencia que no tenemos. Se gasta en lo superfluo en lugar de lo en que se precisa.
Primero se tardó en identificar las señales de la crisis; luego se pensó que bastaba con negar la crisis para que ésta se desvaneciese; más tarde se utilizaron técnicas de maquillaje de la realidad para no asustar de la que se nos venía encima, y al final, cuando se ha hecho evidente el desastre, se actúa sin mucho acierto para reducir los efectos y sacarnos del embrollo en el que nos han metido.
Los expertos son claros y dejan poco margen de dudar: el economista jefe del FMI, Olivier Blanchard, decía en Washington que “hay buenas noticias: la economía global se recupera más y mejor de lo esperado", pero añadía que “sin embargo se trata de un momento difícil: la recuperación es tibia en los países avanzados y más fuerte en los emergentes".
El crecimiento mundial avanzará a una velocidad de crucero superior al 4% este año y el próximo. Adiós a la peor crisis desde la II Guerra Mundial. Pero no en España, a lo que se ve. Las buenas noticias van por barrios: España sera el único gran país rico que seguirá en recesión este año, con un retroceso del 0,4%, dos décimas mejor que en el anterior informe del FMI.
España es uno de los pocos países que siguen en rojo en todo el mundo: aquellos en los que la recuperación será anémica en 2010 y en 2011. El crecimiento en 2011 será de apenas el 0,9%, a todas luces insuficiente para dejar atrás la fuerte crisis del empleo, incluso para despejar las dudas de los inversores por el potencial contagio de la crisis fiscal en el Sur de Europa.
El FMI señala solamente a ocho países con el color de la crisis en ese bienio rojo. Es el furgón de cola de la economía mundial. En ese furgón Grecia, Venezuela, Haití, Letonia, Islandia e Irlanda están peor que España. Portugal y Lituania también pertenecen a ese grupo, pero en una situación algo mejor que la nuestra.
El FMI pronostica un paro del 19,4% en España este año, algo por encima del actual, y del 18,7% para 2011, apenas tres décimas por encima de lo que espera el Gobierno. Pero es que además señala el peligro de España sea uno de los tres países con mayor riesgo de deflación, junto a Japón e Irlanda.
La economía española es un claro ejemplo de acumulación de desequilibrios que, según el FMI, suelen acabar en un ajuste doloroso: alto déficit público; elevado déficit comercial; incapacidad para usar el tipo de cambio para recuperar competitividad; riesgos de contagio de la crisis fiscal griega; un elevado desempleo capaz de hacer mella en la confianza, y problemas sin resolver en el sistema financiero.
Fuera de España, hay un puñado de buenas noticias que se afianzan: la actividad económica y la financiera se van respaldando mutuamente, el mercado financiero se ha estabilizado, el mercado bursátil repunta, el endurecimiento del crédito parece llegado a su fin. El apetito por el riesgo ha vuelto.
Aunque hay un buen número de riesgos, el principal, relacionado con el aumento de la deuda pública en los países ricos. A corto plazo, el miedo es que Grecia acabe contagiando una crisis fiscal a los países periféricos de Europa, con España como víctima más propicia.
También preocupa el margen de maniobra de la política fiscal y monetaria, y que el sector financiero sigue expuesto a los efectos de la explosión de la burbuja inmobiliaria en EE UU y en varios países europeos, incluida España.
Europa parece que será la gran perdedora de esta recesión, pese a que la crisis se forjó y estalló en EE UU. La economía norteamericana saldrá más deprisa, porque la inversión y la actividad económica en Europa se basan en el crédito bancario, que está seco. Además, Europa enfrenta una digestión complicada, con un crecimiento débil en Francia y Alemania y problemas fiscales en Portugal y Grecia. Entre uno y otro grupo, España (déficit elevado, deuda pública baja) e Italia (enorme deuda y exiguo déficit).