Sexo en las cárceles
Por M. Molares
Resulta que el Gobierno ha puesto en las cárceles por aquello de la igualdad de género a presas vigiladas por funcionarios, a presos vigilados por funcionarias, y se escandaliza cuando saltan chispas de feronomas entre ellos, y que funcionarias o presas sean acosadas por la vehemencia sexual de los hombres, o al revés, quién sabe.
Por M. Molares
Resulta que el Gobierno ha puesto en las cárceles por aquello de la igualdad de género a presas vigiladas por funcionarios, a presos vigilados por funcionarias, y se escandaliza cuando saltan chispas de feronomas entre ellos, y que funcionarias o presas sean acosadas por la vehemencia sexual de los hombres, o al revés, quién sabe.
Zapatero, entre usted y sus ministras-ministros han decidido que todos somos iguales porque no tenemos sexo, sino género neutro, han inventado el Adán con iguales hormonas que Eva, y les desconcierta que surjan en las cárceles las orgías de guardias varones y presas, como se denuncia en Alcalá-Meco, cerca de Madrid, lo que posiblemente ocurre también en otras partes de España.
Señor Zapatero, que no se crea usted que todas las mujeres son asexuadas ni todos los hombres eunucos. Usted ha querido reinventar el ser humano y ha puesto en las cárceles a hombres vigilando mujeres y viceversa, algo que no se hace en ninguna parte del mundo, porque allí hay gentes de todas las edades, pero la mayoría son jóvenes con sexualidad levantisca. La homosexualidad y bisexualidad crecen en esos medios, donde no desaparece la líbido. Y si se establece en esos recintos la igualdad de sexos zapateril entre el funcionariado, esa líbido se multiplica por muchos puntos.
Como consecuencia, las funcionarias sufren la tremenda agresividad de los reclusos varones, y las presas las asechanzas de los funcionarios poco virtuosos. No se trata aquí de proponer la separación sexual islámica, que acepta en su Alianza de Civilizaciones, esa sí, sino de aplicar solamente el sentido común. Por algún motivo que usted debería conocer a las presuntas delincuentes no las cachean hombres, sino otras mujeres.
Pero, no. Usted inventa e inventa. Usted y sus creadoras de palabras y actitudes seudoigualitarias quieren sexo infuso y difuso. Tenga sentido, hombre, tenga sentido: no todo el mundo es eunuco ni místico como usted se cree. Lo que ha ocurrido es lo normal entre gente joven y fogosa, asi que no se encandalicen ni usted ni los suyos, defensores de esas libertades en toda circunstancia, lugar y edad.
(M. Molares es periodista, escritor y marino)
Pero, no. Usted inventa e inventa. Usted y sus creadoras de palabras y actitudes seudoigualitarias quieren sexo infuso y difuso. Tenga sentido, hombre, tenga sentido: no todo el mundo es eunuco ni místico como usted se cree. Lo que ha ocurrido es lo normal entre gente joven y fogosa, asi que no se encandalicen ni usted ni los suyos, defensores de esas libertades en toda circunstancia, lugar y edad.
(M. Molares es periodista, escritor y marino)