Por Elvira Lindo

En estos días hablaba con otras mujeres profesionales. Ninguna de ellas, a lo largo de su vida laboral, se ha librado de ser definida con el célebre adjetivo, "mal follada". En cuanto una mujer muestra un carácter fuerte se atribuye su firmeza a la insatisfacción sexual. Es un clásico. Pero nadie quiere reconocer que hay un fondo de misoginia en el trato paternalista y faltón que tantas veces se percibe en los medios. Nadie está dispuesto a admitir que en la forma en que se contempla a las mujeres (sea desde una sección cultural o política) hay a menudo una actitud arrogante. E intuyo que las mujeres lo admitimos en silencio para que no se nos endilgue otro adjetivo también frecuente, "amargadas". Hay quien ha entendido la igualdad como una gran oportunidad para faltar el respeto a las mujeres y que camufla su mala educación atribuyéndose una especie de rebeldía contra la corrección política.
Nada mejor que un hombre que te trate de igual a igual sin dejar de ser un caballero. Sólo los necios son incapaces de entenderlo.