Ahora lo entiendo
García & García
Hace tiempo que nos preguntábamos el por qué. No podíamos entender nada y pasábamos los días, las semanas y los meses haciéndonos cábalas. Ahora tenemos que darle las gracias a un estudiante de California llamado Virgil Griffith. Gracias a él, ya lo entendemos.
La proximidad de alguno de los tontos del pueblo, pensábamos sus vecinos, lleva aparejadas las molestias sonoras (también otras, como que te suban más de lo normal un muro para hacerte la puñeta). Pero como todo tiene explicación el bueno de Virgil acaba de dejarnos una.
Según un estudio del joven norteamericano las personas con un coeficiente intelectual más alto se inclinan a escuchar diferentes grupos y estilos musicales que aquellos que, pobrecillos, lo tienen más bajo. No dice nada nuestro Virgil de si lo de la bobería tiene relación directa con esa afición del o los capullos de marras para hacer sonar el flamencorro y esa música cutre que tanto les entusiasma a muchísimos decibelios.
Pero claro, ahora entendemos el por qué de las cosas. Por ejemplo el por qué de los más lerdos atruenen la paz de los demás con el bramido de sus motores y el estrépito de sus autocasetes. Se lo debemos todo al Coeficiente Intelectual, al jodido CI, como lo abrevian los sabios (que naturalmente ponen la radio y el casete bajitos).
Es curioso que en el estudio de Virgil quien obtuvo puntuaciones más altas señalasen a Ludwig V. Beethoven como su músico preferido. Y no nos sorprende que los del polo opuesto, o sea los del CI bajo mínimos confesasen su pasión por la cutrez del rapero Lil Wayne y el reguetón.
Para confirmar la teoría, si es que a los sufridos ciudadanos de los tontos del culo nos caben dudas, el director de la Orquesta Sinfónica Nacional de Paraguay, Juan Carlos dos Santos, ha dicho que “se trata de obras con estructuras musicales complejas y toman más tiempo poder comprender sus códigos sonoros que, de acuerdo a estudios, desarrollan la capacidad cognitiva porque se estimulan ciertas neuronas. Estilos como el rock en donde es posible encontrar grupos con una gran riqueza musical y elaboración. En contraste, estilos como el reguetón manejan una fórmula más chata y repetitiva que a la larga aburre”. Y cabe añadir, aburre mucho más cuando te la impone el memo de la esquina o el cabroncete del coche sobre acelerado.