Pajín, atrapada en un burka
Por Paloma Cervilla
Así es como se ha quedado la senadora y secretaria de Organización, Leire Pajín, atrapada en el burka con el que quiso tapar la moción del PP en el Senado que insta al Gobierno a prohibir el uso en lugares públicos de cualquier prenda que cubra el cuerpo y el rostro de las mujeres. En su intento de ser más liberal y moderna que nadie, puso en marcha una estrategia desbocada para contrarrestrar la iniciativa de la senadora popular, Alicia Sánchez Camacho, y anunció a los cuatro vientos que la moción del PP olía a cadáver, después del pacto que había alcanzado con el resto de los grupos de la Cámara para presentar una enmienda y hacer fracasar la propuesta popular. Ella no quería prohibir, qué cosa más antigüa y retrógrada, sino hablar, dialogar, educar y sensibilizar para intentar así que las mujeres no se coloquen el burka, ¡habrase visto mayor ingenuidad!
Pero en política no se puede vender la piel del oso antes de cazarlo, y cuando CiU se olió el tufillo electoral de la maniobra de Pajín, tomó las de Villa Diego y prefirió echarse en los brazos del PP, apoyar su moción y dejar a Pajín con el burka en la mano o, lo que es lo mismo, derrotada en una sesión parlamentaria antológica. Si este ridículo ha sido patético, aún lo es más la sensación que ha dejado el papelón de la dirigente socialista entre los grupos políticos de la Cámara. Como hoy recogemos en ABC, el que no se siente traicionado, se siente utilizado, el que menos está cansado del protagonismo que quiere tener la senadora socialista para apropiarse las iniciativas de todos y "chupar cámara" para venderlas como propia.
El día de marras de la derrota, el pasado miércoles, yo me acordé de alguien, que supongo que esbozaría una sonrisa de cierta maldad. Ese alguien es José Blanco, ministro de Fomento y antecesor suyo en la secretaría general. Yo sé, con absoluta seguridad, que el día que Pajín, en otra de sus apariciones antológicas, subió a la tribuna de la Cámara para hablar en varias lenguas y defender así el "pinganillo" en el Senado, o sea que se hable en vasco, gallego, catalán y gallego y que nos tengan que traducir en castellano, se llevó las manos a la cabeza ante semejante disparate. Qué no habrá dicho estos días cuando ha visto pasear a Pajín atrapada en este burka que quiso colocar sobre la cabeza de Alicia Sánchez Camacho.
Por Paloma Cervilla
Así es como se ha quedado la senadora y secretaria de Organización, Leire Pajín, atrapada en el burka con el que quiso tapar la moción del PP en el Senado que insta al Gobierno a prohibir el uso en lugares públicos de cualquier prenda que cubra el cuerpo y el rostro de las mujeres. En su intento de ser más liberal y moderna que nadie, puso en marcha una estrategia desbocada para contrarrestrar la iniciativa de la senadora popular, Alicia Sánchez Camacho, y anunció a los cuatro vientos que la moción del PP olía a cadáver, después del pacto que había alcanzado con el resto de los grupos de la Cámara para presentar una enmienda y hacer fracasar la propuesta popular. Ella no quería prohibir, qué cosa más antigüa y retrógrada, sino hablar, dialogar, educar y sensibilizar para intentar así que las mujeres no se coloquen el burka, ¡habrase visto mayor ingenuidad!
Pero en política no se puede vender la piel del oso antes de cazarlo, y cuando CiU se olió el tufillo electoral de la maniobra de Pajín, tomó las de Villa Diego y prefirió echarse en los brazos del PP, apoyar su moción y dejar a Pajín con el burka en la mano o, lo que es lo mismo, derrotada en una sesión parlamentaria antológica. Si este ridículo ha sido patético, aún lo es más la sensación que ha dejado el papelón de la dirigente socialista entre los grupos políticos de la Cámara. Como hoy recogemos en ABC, el que no se siente traicionado, se siente utilizado, el que menos está cansado del protagonismo que quiere tener la senadora socialista para apropiarse las iniciativas de todos y "chupar cámara" para venderlas como propia.
El día de marras de la derrota, el pasado miércoles, yo me acordé de alguien, que supongo que esbozaría una sonrisa de cierta maldad. Ese alguien es José Blanco, ministro de Fomento y antecesor suyo en la secretaría general. Yo sé, con absoluta seguridad, que el día que Pajín, en otra de sus apariciones antológicas, subió a la tribuna de la Cámara para hablar en varias lenguas y defender así el "pinganillo" en el Senado, o sea que se hable en vasco, gallego, catalán y gallego y que nos tengan que traducir en castellano, se llevó las manos a la cabeza ante semejante disparate. Qué no habrá dicho estos días cuando ha visto pasear a Pajín atrapada en este burka que quiso colocar sobre la cabeza de Alicia Sánchez Camacho.
(Leído en ABC de 27-6-2010)