lunes, 21 de junio de 2010

Cultura

Adiós a José Saramago

Por J. Espada Vieira
Lisboa.- Una intensa emoción es lo que se ha vivido en el cementerio del Alto de San Juan de Lisboa donde han sido incinerados los restos de José Saramago, el premio Nóbel portugués, fallecido el sábado de leucemia en su casa de Lanzarote, en la que residió los últimos años junto a su esposa española, Pilar del Río.
Se han escuchado vivas al escritor: "Saramago, amigo, el pueblo está contigo", "Saramago, la lucha continúa", "Saramago, obrigado" (gracias en portugués). Decenas de libros alzados sobre las cabezas, ramos de flores en los árboles, gente agitando los libros del escritor antes de que Pilar del Río, su viuda, dijera unas palabras de despedida en el recinto privado del cementerio: "Somos felices conocido y somos privilegiados por haber compartido con él nuestro tiempo. Se va un héroe del siglo XXI".
Hermoso día para una despedida tan triste. El escritor fue despedido en la capital portuguesa. Una multitud concentrada en la plaza del Ayuntamiento, donde ha estado su capilla ardiente, ha subrayado con sus aplausos la salida del féretro camino del crematorio. Sus cenizas serán esparcidas en Azinhaga, la aldea del Ribatejo de donde eran sus padres, y junto al olivo que plantó en la casa de Lanzarote, donde convivió con Pilar del Río.
Con ella en la comitiva una llorosa Violante, la hija de Saramago, profesora en Madeira; una figura apuesta y enjuta, casi idéntica a la de su padre, lloraba en silencio. Cientos de portugueses y españoles, mezclados en la admiración hacia el autor de Memorial del convento, enarbolaban sus libros o sus fotografías y rompían en una ovación que ya no podrá escuchar su maestro.
Fue el último acto con Saramago de cuerpo presente y fue de contenida tensión literaria. Tanto la ministra de cultura de Portugal, Gabriela Canavilhas, como el alcalde de Lisboa, Antonio Costa, han expresado la esperanza de que la semilla plantada por la literatura del portugués ilustre tuviera la continuidad que supone la puesta en marcha de la fundación que lleva su nombre y que todavía tiene una ubicación provisional. Carlos Reis, escritor portugués, habló de la escritura de Saramago como la expresión exigente de un literato que ahora entra en la historia "con una palabra singular, con una intensa dialéctica, que le pone a la altura de autores como Camões o Pessoa".
No hubo sólo literatura. Saramago era comunista, como dijo la ministra de Cultura repitiendo palabras del propio Nobel: "Era un comunista hormonal" y a él se refirió Jerónimo de Sousa, secretario general del Partido Comunista Portugués, para quien la obsesión de narrar fue en Saramago equivalente a la obsesión de participar. Estaba presente el primer ministro portugués, José Sócrates, pero decidió pasarle su previsible turno de palabra a la ministra Canavilhas. Ella cerró el turno de palabras; tanto las suyas como las del resto de los oradores fueron pespunteadas con aplausos dela multitud que miraba desde fuera el desarrollo de la despedida.
También aplaudieron a la vicepresidenta española María Teresa Fernández de la Vega. Para ésta, "hay personas que mueven a las ideas e ideas que cristalizan en personas, de esas personas que saben hacer sonar las cuerdas del alma una es sin duda quien ahora nos abandona. Soñó una tierra libre, un mundo que el los fuertes sean más justos y los justos más fuertes, cultivó la amistad, el amor, la solidaridad y nos evaluó su señorío y dignidad en páginas llenas de vida".