lunes, 13 de septiembre de 2010

Nota del Editor

Decíamos ayer…

Hace algo menos de dos meses El Correo de Escalona publicó por última vez una información. Han venido después varias semanas de silencio condicionado por un merecido descanso, unas inmerecidas enfermedades, alguna inesperada defunción y un deseado período de reflexión sobre cómo encarar una nueva etapa.
El resultado de todo ello es que aquí estamos nuevamente, con algunas ideas nuevas y la firme intención de ir introduciendo nuevos cambios a medida que seamos capaces, pero fieles a nuestra línea de mantenernos al margen de las banderías políticas, de los deseos de autobombo de los políticos y sin otro propósito que el de ofrecer a quienes nos leen -¡ojo, a nadie se fuerza a hacerlo!- lo que entendemos que es mejor para que estén informados o para que se entretengan.
Desde este instante recordamos que a quien no le guste, que busque en otro lugar, porque este modesto periódico on line es nuestro, de quienes lo hacemos. Y por tanto somos nosotros quienes decidimos qué tiene cabida y qué no la tiene, cuál es el destaque que merece y cuál el enfoque que entendemos más oportuno.
También recordamos que es esta una edición digital no diaria, lo que nos exime de colgar información cada día. Es, eso si, una publicación PERIÓDICA, lo que equivale a que tiene una periodicidad en la carga de contenidos. Periodicidad que quienes la hacemos, decidimos y efectuamos. Y puesto que es gratuita, y así seguirá siendo, no trata de competir con nada y con nadie.
Ni siquiera los anunciantes tienen poder para imponer que se publique algo o impedirlo. Ellos saben que el día que no deseen seguir ahí, sus reclamos serán eliminados. Nuestra independencia vale mucho más que cualquier contribución pecuniaria. Y a día de hoy hemos rechazado alguno de esos anuncios porque pretendía condicionar nuestra andadura.
Para que nadie lo olvide, proclamamos una vez más nuestra independencia de los poderes terrenales, nuestro derecho a la crítica (que siempre entendemos como constructiva), nuestro compromiso de escuchar a la gente y extraer nuestras propias conclusiones y todo ello deseando por encima de todo el bienestar y la prosperidad de Escalona y sus habitantes, sean o no de origen escalonero; el progreso, la cultura y la defensa de su medio ambiente.
Agradecemos las decenas de correos electrónicos llegados para animarnos a reemprender la marcha y para continuar nuestra andadura. Lamentamos otros mensajes poco edificantes, algunos con expresiones soeces y hasta con amenazas más o menos veladas. Hemos eliminado directamente los que contienen acusaciones no probadas a terceros y maledicencias. El pueblo, y eso es culpa de algunos políticos y otros que no lo son, es una caldera en la que se cuece la mala leche recién ordeñada.
Tenemos experiencia sobrada para no deslizarnos por ese tipo de pendientes. Y además, a buen seguro, siempre se encontrará por ahí un pozo hediondo al que verter esa mierda.
Una vez más: Estamos abiertos a la información, venga de donde venga y siempre y cuando sea veraz y contrastable. Como lo estamos a la opinión ajena, siempre y cuando cumpla con criterios como ser respetuosa, no incurrir en ilegalidad y por supuesto venir avalada por una identidad comprobable.
Por tanto, estamos de vuelta (nunca nos marchamos), para hacer lo que entendemos que debemos.
Hemos querido titular esta nota con aquella frase sonora de uno de nuestros más grandes pensadores, Miguel de Unamuno, cuando se reincorporó a su cátedra salmantina de griego, parafraseando a otro ilustre enseñante de aquella misma universidad, Fray Luis de León. Venía el fraile de cinco años en las mazmorras y Unamuno de unas largas “vacaciones” impuestas por el dictador Miguel Primo de Rivera.
Lo nuestro ha sido mucho más breve y, gracias a Dios, no nos lo ha impuesto ningún dictador -¡y mira que hay por ahí personajes con vocación de serlo-, ni ningún inquisidor envidioso (que también tienen ahora algún seguidor que otro). Ha sido un paréntesis para que entre el aire y se refresque la atmosfera. Habrá otros, pero ojalá no sean tan duraderos, porque nosotros también les echábamos de menos.