domingo, 19 de septiembre de 2010

Firmas

Viaje al pasado

Por Joaquín Leguina
Se está implantando en la sociedad española un sectarismo político propio de dolorosos tiempos idos. Una demagogia que se nutre de los más bajos instintos humanos. Un sectarismo que ha invadido ámbitos que debieran estar reservados a la reflexión y la objetividad, tales como la judicatura o la prensa, convertidas hoy en un ensangrentado campo de batalla. En tales condiciones, la lucha contra las ideas de quienes quieren recrear las dos Españas es una obligación cívica.
Para constatar ese radicalismo bastaría –al menos en Madrid- con sentarse ante el televisor a ver las noticias o los debates que se emiten desde la mayor parte de las emisoras que operan ahora en la TDT madrileña y que ocupan el amplio espectro que va de la extrema derecha a la derecha extrema.
Pero con este lío de Garzón, la otra parte, antaño más ponderada, ha sacado a relucir todos los demonios que guardaba en el armario, lanzándose al ruedo con los trastos de matar desplegados. Vamos, que en defensa de su protegido (ya se sabe que “de bien nacidos es ser agradecidos”) los de Prisa se han pasado varios pueblos... y no hay que ir a rebuscar en las hemerotecas, basta con echar mano del periódico de cualquier día.
Para leer, por ejemplo, al veterano periodista José María Izquierdo arremetiendo en El País contra los jueces del Tribunal Supremo de esta guisa:“¡Son tantos los jueces que hacen y dicen cosas incompatibles con la razón! ¡Tantas sentencias aberrantes, los razonamientos arbitrarios, los atropellos a la justicia vestidos, o mejor ocultados, como si de trajes de camuflaje se tratara, con pomposo lenguaje repleto de tecnicismos y latinajos!... Cómo togados de tal rango utilizan artimañas de leguleyos como los timadores los décimos falsos de lotería”.
La no menos veterana Maruja Torres en su columna semanal y bajo el título Sois ridículos entra al volapié contra el mismo maniqueo (los jueces del Supremo) y lo hace sin morderse la lengua: “Me pregunto si estos tiesos y secos franquistas se han reblandecido con los años… Chicos, chicos, recordad el regio ejemplo que antaño os dio vuestro defendido, Francisco Franco. Somos el asombro de Europa”. “Necesitáis, además de hundir a Garzón, al Estado de Derecho y a esta ciudadanía, además de dar la espalda de nuevo a las víctimas del franquismo y echar una manita a los gürteles, necesitáis, decía, de un poquitín de cariño por parte del extranjero”. Como se ve, hay barra libre y en nombre de la libertad de expresión se puede insultar a quien se le ponga en las partes pudendas al periodista de turno.
Pero esa práctica suele traer malas consecuencias, nos lo dijo Tucídides hace ya algún tiempo: “Cuando las palabras pierden su significado habitual, cuando se distorsionan para obligarlas a decir lo que interesa a cada contendiente, desaparece el fundamento que sustenta la convivencia”.
Pero los manifestantes que se reunieron en la Puerta del Sol de Madrid el sábado 24 de abril no parece que estuvieran muy de acuerdo con el historiador griego... ni con ningún otro historiador. Esta nueva izquierda adanista y, a la vez, añorante, está dispuesta a reescribir la Historia, dando –eso sí- lanzadas al moro muerto... y enterrado bajo una losa que pesa dos toneladas.
En efecto, el asunto Garzón ha acabado por ir hacia donde nos temíamos: a embestir contra la Transición y contra los cobardes que la realizaron. Entre ellos, por ejemplo, Marcelino Camacho, quien, tras décadas en la cárcel, se atrevió a decir –el muy traidor- en el Congreso de los Diputados y en defensa de la Ley de Amnistía: “¿Cómo podíamos reconciliarnos los que nos habíamos estado matando -los unos a los otros- si no borrábamos ese pasado de una vez para siempre?”.Una breve selección de ideas sacadas del manifiesto leído en la Puerta del Sol bastará para oler el calado de la propuesta que allí se defendía: “Por encima de los tecnicismos, de las argucias legales y de los laberintos jurídicos, queremos afirmar que hoy, una vez más, es la dignidad de las víctimas del franquismo lo que está en juego”.
¿Pero es que hay alguien que esté en contra de la dignidad de esas víctimas? ¿El juez Varela? ¿Quizás el PP?“
Un Estado que 35 años después de la desaparición del dictador sigue acusando los efectos del terror indiscriminado al que Francisco Franco recurrió para tiranizar a los españoles”. ¿Dónde han visto hoy los redactores del manifiesto ese terror? ¿En qué país viven? ¿Dónde estaban cuando mandaba el dictador? Porque esa es otra, muchos de ellos o no habían nacido o se pasaron aquellos años abrigaditos y en sus casas. Vamos, que se han hecho antifranquistas tras la muerte del general... y así cualquiera es resistente.
“La ley de Amnistía de 1977, preconstitucional –precisa el manifiesto-, no puede prevalecer sobre la propia Constitución, ni sobre los tratados y acuerdos internacionales suscritos por nuestro país en materia de Derechos Humanos”. Y uno se pregunta: ¿Dónde habrán estudiado Derecho estos juristas?
Ahora va a resultar que la reconciliación –defendida por la izquierda en vida de Franco y puesta en práctica por todos en el periodo constituyente- sólo era una cobardía. En cualquier caso, es preciso reconocerle a Garzón el éxito de haber aparecido, una vez más, en el New York Times y en otros notables medios internacionales, pero el mensaje que el juez y sus hooligans han conseguido colar allí es tan negativo respecto a los españoles que resulta siniestro.
En efecto, este desgraciado asunto ha sembrado la idea de que en 30 años de democracia los españoles hemos sido incapaces de lidiar con el pasado, que la Transición fue una bajada de pantalones, que la Guerra Civil es un tema tabú y que buena parte de la derecha sigue siendo franquista.Las víctimas del franquismo tienen derecho a una tumba digna y quienes la reivindican debieran contar con el apoyo del Estado para conseguirlo, pero no tienen derecho a ningún ajuste de cuentas, porque hace ya más de 30 años nuestros legítimos representantes decidieron de consuno que ya era llegada la hora del “borrón y cuenta nueva”, la de otorgarse el mutuo perdón que nos permita gritar todos juntos: “Nunca más”.
Pero, claro, hay gente que, como la burra, siempre vuelve al trigo de la revancha. Ya lo escribió Claude Lanzmann: “Frente a las escasas expectativas que ofrece el futuro, cambiemos el pasado”. Y en eso están, pero no debemos dejarnos llevar del ronzal hacia semejante disparate.
(Joaquín Leguina es un político e intelectual socialista y fue primer presidente de la Comunidad de Madrid)