martes, 21 de septiembre de 2010

Comunicación

La pérdida de dos periodistas de verdad

Por C. de Paz
Madrid.- El mundo de la comunicación es hoy infinitamente más pobre por causa de la desaparición, con pocas semanas de diferencia, de dos periodistas de verdad; de los que tienen una trayectoria intachable y han dejado a varias generaciones de informadores el ejemplo de la solvencia y el rigor: el español Carlos Mendo y el norteamericano Edwin Newman.
Del primero, cabe decir muchas cosas, pero quizá el mayor elogio lo hizo en su día otro periodista de ideología política diametralmente opuesta a la suya. Mendo nunca ocultó su militancia en el PP y, más aún, su compromiso personal con Manuel Fraga Iribarne. Pero ello no impidió que haya sido uno de los periodistas más honestos de su tiempo.
Ese otro periodista, socialista de carnet e igualmente imparcial ante la información, dijo en su día en todo admirativo de Carlos Mendo que, “con una noticia, un papel en blanco y una máquina de escribir (entonces no había ordenadores), Mendo no era otra cosa que un periodista, un gran periodista, independiente de cualquier otra cosa”.
Prueba de ello fue su integración desde el primer momento en los equipos que formaron PRISA y El País, cuya línea más proclive a la izquierda que a la derecha es bien conocida. Y hasta estuvo en un tris de ser el primer director de ese periódico líder del sector en España.
Mendo, además, era un reconocido admirador del mundo anglosajón y de esa democracia representativa que ha hecho de la política británica un modelo muy poco seguido hoy en día por la peor generación de la política española en mucho tiempo. Y se esforzó por predicar en el PP esa ideología, para dejar a un lado el nacionalismo españolista más caduco.
Puede decirse, igualmente, que con Mendo se ha ido uno de los mayores especialistas del mundo (no sólo de España) en el periodismo de agencia (fue director general de la Agencia EFE y delegado de UPI en España). Siempre mencionaba como ejemplo de un buen “lead” (la frase que encabeza una noticia) la que le impactó al comienzo de una guerra de Oriente Medio: “La guerra alcanzó a la cuna del apóstol de la paz”. Mendo adoraba el periodismo de agencia y a los agencieros y reunió en torno suyo a muchos de los mejores. A él se debe la formación de un contingente que marcó una época en las agencias españolas.
Vivió durísimas circunstancias familiares, como la pérdida prematura de sus dos hijos varones y la enfermedad grave en la única de sus hijas, pero nunca dejó de escribir y de estar vinculado a la información, entendida como servicio a la comunidad y no como servilismo del poder.
Compartía con Newman el compromiso con la información de calidad, basada en la seriedad y no el espectáculo, como ahora sufrimos sobre todo en las televisiones de medio pelo que han proliferado por el mundo, y de modo especial en España.
Quería Newman, y desde luego Mendo, que la televisión se basase en el contenido y fuese más enjundiosa, en lugar de un mero adorno o un espectáculo cutre. Él había informado de los asesinatos de personajes tan destacados como John F. Kennedy o Marthin Luther King, además de moderar debates de Jimmy Carter y Ronald Reagan, entre otros.
También procedía del periodismo de agencia, aunque dedicó 31 años de su vida profesional a la cadena NBC. Dejó a los jóvenes periodistas un consejo que nunca deberían pasar por alto las nuevas generaciones de profesionales: “Siempre pensé que cualquier periodista podría evaluar la veracidad de lo que se decía. Pero no. Uno no puede evaluar lo que se le dice y juzgar sobre su veracidad si no entiende de verdad el lenguaje. En concreto, debe entender cuándo se manipula el lenguaje para engañar a los periodistas”.