El obispo auxiliar de Madrid rinde un cariñoso homenaje a Pablo Pombo en la catedral
Madrid.- Fue un cariñoso homenaje en un hermoso marco, el de la cripta neo románica de la Catedral madrileña de La Almudena. Bajo la imponente bóveda de medio punto había familiares de Pablo, el gran pintor de Escalona, y amigos, muchos amigos. Amigos de toda condición y de toda tendencia ideológica, animados todos ellos por el cariño al artista. Lo que brillaba por su ausencia era una representación oficial del Ayuntamiento de Escalona.
El obispo auxiliar de Madrid, monseñor Fidel Herráez, presidió el solemne funeral por el descanso eterno del pintor escalonero. Glosó su amistad personal con Pablo y su viuda, Olvido, y recordó que en 1999, Pablo Pombo donó a la Catedral de Madrid los cuadros “La Crucifixión" y "La Virgen Desolada". Ambas obras se pueden contemplar en la nave central de dicho templo, a ambos lados de la puerta principal de acceso al templo.
En su homilía, monseñor Fidel Herráez destacó “la vena artista” de Pablo Pombo, un hombre “muy especial y bello”. En este sentido, recordó que el pintor falleció a los 69 años pero destacó que “lo principal de Pablo ha quedado entre nosotros” y se congratuló por la gran unión que han demostrado los familiares de Pombo y la dignidad con la que se han manifestado en todo el tiempo de su dolorosa enfermedad..
Monseñor Herráez subrayó, además, que fue “un hombre auténtico” y un “genio apasionado”, cuyos dos ejes en su vida fueron su familia y la pintura. Precisamente, en la última etapa dibujó, sobre todo, a Cristo muerto y resucitado. “Dios –afirmó- le ha acompañado en todas las etapas de su vida y ha plasmado su imagen creadora en él”.
Finalmente, pidió a la Virgen que “le acoja con su amor maternal para siempre”.
A la ceremonia, concelebrada por el deán de la Catedral, Antonio Astillero, el decano de la Facultad de San Dámaso, Javier Prades, José Luis Almarza y Andrés Pardo, asistieron su viuda y sus hijos, así como un muy numeroso grupo de familiares y amigos, algunos de ellos legados de Escalona.
El obispo auxiliar de Madrid, monseñor Fidel Herráez, presidió el solemne funeral por el descanso eterno del pintor escalonero. Glosó su amistad personal con Pablo y su viuda, Olvido, y recordó que en 1999, Pablo Pombo donó a la Catedral de Madrid los cuadros “La Crucifixión" y "La Virgen Desolada". Ambas obras se pueden contemplar en la nave central de dicho templo, a ambos lados de la puerta principal de acceso al templo.
En su homilía, monseñor Fidel Herráez destacó “la vena artista” de Pablo Pombo, un hombre “muy especial y bello”. En este sentido, recordó que el pintor falleció a los 69 años pero destacó que “lo principal de Pablo ha quedado entre nosotros” y se congratuló por la gran unión que han demostrado los familiares de Pombo y la dignidad con la que se han manifestado en todo el tiempo de su dolorosa enfermedad..
Monseñor Herráez subrayó, además, que fue “un hombre auténtico” y un “genio apasionado”, cuyos dos ejes en su vida fueron su familia y la pintura. Precisamente, en la última etapa dibujó, sobre todo, a Cristo muerto y resucitado. “Dios –afirmó- le ha acompañado en todas las etapas de su vida y ha plasmado su imagen creadora en él”.
Finalmente, pidió a la Virgen que “le acoja con su amor maternal para siempre”.
A la ceremonia, concelebrada por el deán de la Catedral, Antonio Astillero, el decano de la Facultad de San Dámaso, Javier Prades, José Luis Almarza y Andrés Pardo, asistieron su viuda y sus hijos, así como un muy numeroso grupo de familiares y amigos, algunos de ellos legados de Escalona.
No faltaron su tía Nati, nombrada especialmente por el obispo celebrante, y su primo Joaquín. Pero también estaban otras figuras escaloneras como el médico Vicente Rodríguez y el coronel Eugenio Pinel, todos los cuales guardan un gran afecto por el pintor.