Donde dije digo, digo… Zapatero
Por La Rana Verde
Por La Rana Verde
La palabra de José Luis Rodríguez Zapatero vale poco –casi nada- después de su comparecencia de hoy en el Congreso y su anuncio de medidas que sólo una semana antes calificaba de locuras y que ha rechazado durante dos años. Su habilidad para decir exactamente lo contrario de lo que hará parece que le va a pasar factura ya muy pronto. A él y a sus compinches.
Lo bueno es que este político mediocre e incompetente –como tantos de los que le jalean- ya no engañará más a miles de funcionarios y pensionistas, es decir a las clases más desfavorecidas, que tanto cacareaba defender.
Los españoles van a conocer bien a partir de ahora el alcance de sus medidas sociales. Y de sus promesas de resolver una crisis que no quería admitir sin costo para las que menos tienen. No sólo ha mandado a más de cuatro millones al paro, ahora va a condenar a otros pocos millones a la pobreza.
Lo que van a ver claro desde ahora no sólo miles, sino millones de ciudadanos, es que gracias a este sonriente Zapatero –aunque no haya motivos para la chanza- hemos perdido dos largos años para empezar a poner los cimientos que nos permitan salir de la crisis, la más grave que se recuerda y que sólo un insensato como el que nos ocupa, podía negar cuando era evidente.
Porque lo que ha estado haciendo este gobierno de mediocridad que Zapatero encabeza, con el respaldo de no mucho menos mediocres dirigentes regionales, provinciales y locales, es poner paños calientes a un enfermo que precisaba de cirugía mayor. O quizá esperar que el problema se resolviese por si mismo, acaso por el convencimiento de que el tiempo todos los males cura.
Lo que no cura el paso de los días, los meses y los años es la insulsez de quien sabe repartir de la caja común, pero no sabe cómo hacer para que esta se rellene. O sea, de quien sabe dar, consciente de que no da nada que sea suyo, pero no sabe estimular el desarrollo para que se genere nueva riqueza que repartir.
Y eso, este señor tan preocupado por su imagen, lo ha estado haciendo merced al respaldo de muchas decenas de cómplices. Porque los mediocres tienen eso: al contrario que las personas brillantes, que se singularizan, los mediocres tienden a congregarse y concertarse, y piensan que con pan y circo –como hicieron los peores césares- se mantiene a la gente en el engaño.
Ahora, conocida la capacidad de engañar del leonés y sus secuaces, las cosas pueden y deben dar un giro notable. Hay noticias de que incluso en las propias filas de incondicionales ya abunda la desafección. También es normal.
Dicen que las mentiras tienen las patas cortas y en los dos últimos años hemos asistido a muchas mentiras. El “Zapatero, embustero”, que le dedicaban algunos manifestantes hace ya meses, amenaza pasar a ser a partir de ahora un clamor. Y la ola, incluso el “tsunami” que empieza a fraguarse, amenaza no sólo con barrer en su día al inquilino de la Moncloa, sino con llevarse con él a otros muchos que le han consentido, animado, alentado y jaleado, porque de esa manera ellos se mantenían en el machito y seguían llenando sus bolsas a manos llenas.
Las actitudes de Zapatero y sus mariachis –todos sus mariachis- están siendo ya las que alejan a los verdaderos socialistas (que son muchos aún), del “socio-listismo” que ha prosperado desde hace dos legislaturas.
El caudal de ilusión con el que muchos ciudadanos recibieron a Zapatero, después de las tropelías contra muchos fundamentos del derecho internacional de J.M. Aznar, se está esfumando a pasos vista. Ni era el manso corderito, que decían unos, ni el político comprometido con los más débiles, que sostenían otros. Zapatero es lo que vemos ahora. Un individuo que sólo quiere sobrevivir y ocupar el poder, aunque no sepa resolver los problemas de la gente.
Al menos, se ha escuchado decir estos días, Aznar y su gente llenaron las arcas públicas y generaron riqueza. Zapatero y su régimen, añadía el comentario, están despilfarrando el dinero y arruinando a millones de familias españolas.
Su fracaso alcanza ya el panorama internacional. La Unión Europea, que España preside, expresa su preocupación y malestar por las políticas erráticas del actual gobierno –acaso fuese mejor llamarlo desgobierno- de España y le obliga a adoptar las medidas que no quería. Y lo mismo ha hecho el mismísimo Barack Obama, llamando a Zapatero, que tanto le admira, para que se deje de monsergas y actúe. Y el leonés, ha hecho lo que le mandaban.
Gracias a Zapatero y sus mariachis no sólo somos más pobres (y lo vamos a ser aún más), sino que hemos perdido la mayor parte del crédito internacional conseguido por sus predecesores. ¿Tendrás aún esperanza de lograr el reconocimiento internacional de Felipe González?
Y si tuviera la suficiente decencia –no hablaremos de dignidad-, reconocería que no da para más, cedería su puesto a alguien más capaz, convocaría elecciones anticipadas y se marcharía a su adorado León a tratar de que le olvidemos la mayor parte de los ciudadanos. Llevándose consigo, eso sí, a su pandilla de corifeos (que no tiene femenino, por lo que incluye a las Aídos, Sindes, Corredores y otras glorias del zapaterismo).
Lo bueno es que este político mediocre e incompetente –como tantos de los que le jalean- ya no engañará más a miles de funcionarios y pensionistas, es decir a las clases más desfavorecidas, que tanto cacareaba defender.
Los españoles van a conocer bien a partir de ahora el alcance de sus medidas sociales. Y de sus promesas de resolver una crisis que no quería admitir sin costo para las que menos tienen. No sólo ha mandado a más de cuatro millones al paro, ahora va a condenar a otros pocos millones a la pobreza.
Lo que van a ver claro desde ahora no sólo miles, sino millones de ciudadanos, es que gracias a este sonriente Zapatero –aunque no haya motivos para la chanza- hemos perdido dos largos años para empezar a poner los cimientos que nos permitan salir de la crisis, la más grave que se recuerda y que sólo un insensato como el que nos ocupa, podía negar cuando era evidente.
Porque lo que ha estado haciendo este gobierno de mediocridad que Zapatero encabeza, con el respaldo de no mucho menos mediocres dirigentes regionales, provinciales y locales, es poner paños calientes a un enfermo que precisaba de cirugía mayor. O quizá esperar que el problema se resolviese por si mismo, acaso por el convencimiento de que el tiempo todos los males cura.
Lo que no cura el paso de los días, los meses y los años es la insulsez de quien sabe repartir de la caja común, pero no sabe cómo hacer para que esta se rellene. O sea, de quien sabe dar, consciente de que no da nada que sea suyo, pero no sabe estimular el desarrollo para que se genere nueva riqueza que repartir.
Y eso, este señor tan preocupado por su imagen, lo ha estado haciendo merced al respaldo de muchas decenas de cómplices. Porque los mediocres tienen eso: al contrario que las personas brillantes, que se singularizan, los mediocres tienden a congregarse y concertarse, y piensan que con pan y circo –como hicieron los peores césares- se mantiene a la gente en el engaño.
Ahora, conocida la capacidad de engañar del leonés y sus secuaces, las cosas pueden y deben dar un giro notable. Hay noticias de que incluso en las propias filas de incondicionales ya abunda la desafección. También es normal.
Dicen que las mentiras tienen las patas cortas y en los dos últimos años hemos asistido a muchas mentiras. El “Zapatero, embustero”, que le dedicaban algunos manifestantes hace ya meses, amenaza pasar a ser a partir de ahora un clamor. Y la ola, incluso el “tsunami” que empieza a fraguarse, amenaza no sólo con barrer en su día al inquilino de la Moncloa, sino con llevarse con él a otros muchos que le han consentido, animado, alentado y jaleado, porque de esa manera ellos se mantenían en el machito y seguían llenando sus bolsas a manos llenas.
Las actitudes de Zapatero y sus mariachis –todos sus mariachis- están siendo ya las que alejan a los verdaderos socialistas (que son muchos aún), del “socio-listismo” que ha prosperado desde hace dos legislaturas.
El caudal de ilusión con el que muchos ciudadanos recibieron a Zapatero, después de las tropelías contra muchos fundamentos del derecho internacional de J.M. Aznar, se está esfumando a pasos vista. Ni era el manso corderito, que decían unos, ni el político comprometido con los más débiles, que sostenían otros. Zapatero es lo que vemos ahora. Un individuo que sólo quiere sobrevivir y ocupar el poder, aunque no sepa resolver los problemas de la gente.
Al menos, se ha escuchado decir estos días, Aznar y su gente llenaron las arcas públicas y generaron riqueza. Zapatero y su régimen, añadía el comentario, están despilfarrando el dinero y arruinando a millones de familias españolas.
Su fracaso alcanza ya el panorama internacional. La Unión Europea, que España preside, expresa su preocupación y malestar por las políticas erráticas del actual gobierno –acaso fuese mejor llamarlo desgobierno- de España y le obliga a adoptar las medidas que no quería. Y lo mismo ha hecho el mismísimo Barack Obama, llamando a Zapatero, que tanto le admira, para que se deje de monsergas y actúe. Y el leonés, ha hecho lo que le mandaban.
Gracias a Zapatero y sus mariachis no sólo somos más pobres (y lo vamos a ser aún más), sino que hemos perdido la mayor parte del crédito internacional conseguido por sus predecesores. ¿Tendrás aún esperanza de lograr el reconocimiento internacional de Felipe González?
Y si tuviera la suficiente decencia –no hablaremos de dignidad-, reconocería que no da para más, cedería su puesto a alguien más capaz, convocaría elecciones anticipadas y se marcharía a su adorado León a tratar de que le olvidemos la mayor parte de los ciudadanos. Llevándose consigo, eso sí, a su pandilla de corifeos (que no tiene femenino, por lo que incluye a las Aídos, Sindes, Corredores y otras glorias del zapaterismo).
(La Rana Verde es el seudónimo de un conocido escritor, periodista y blogger español)