lunes, 12 de abril de 2010

Medio Ambiente - Comentario

¿Un “punto limpio” junto al depósito del agua?

Por L. Jiménez
Escalona.- Se escucha decir estos días por Escalona que el ayuntamiento ha proyectado, e incluso puede haber licitado ya las obras, de un “punto limpio” en una parcela contigua al depósito del agua de Miragredos, del que se surte de líquido elemento la Villa.
Y ello, aunque resulte paradójico, no deja de causar preocupación a muchos vecinos, por tratarse de residuos especiales y potencialmente peligrosos en la proximidad del agua de consumo doméstico.
Los “puntos limpios”, según la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) se destinan a recibir de forma gratuita los residuos domésticos que, por su gran volumen o por su peligrosidad, no deben arrojarse a la bolsa de la basura ni depositarse en los contenedores de la calle.
Es preciso reparar en que estamos hablando ya de por su peligrosidad potencial, sobre todo por tratarse de una instalación cercana a depósitos de agua de consumo doméstico.
Un “punto limpio” es en realidad una instalación donde los ciudadanos participan de forma activa en la gestión de residuos, ya que disponen de contenedores para depositar restos que, por su peligrosidad o su volumen, no pueden ser recogidos por los servicios ordinarios y que además precisan de un tratamiento especial.
Los “puntos limpios” sólo admiten residuos generados por particulares y se prohíbe en ellos la entrada de residuos de origen industrial. Este sistema responde a tres objetivos fundamentales:
1º. Ahorrar energía y materias primas con el reciclado directo de residuos sólidos urbanos.
2º. Evitar el vertido incontrolado de residuos voluminosos en la vía pública y en el campo.
3º. Separar los residuos peligrosos generados por los hogares.
No todos los “puntos limpios” admiten todos los tipos de residuos e imponen un máximo de cantidad por entrega y día en residuos de aceites vegetales usados, voluminosos como muebles y electrodomésticos, escombros, restos de jardinería, baterías, etc…
Por tanto, una de las primeras cosas que es preciso conocer es qué tipo de residuos y en qué cantidades van a ser admitidos cerca del agua de consumo humano, porque no sería igual almacenar residuos potencialmente radioactivos, que simples escombros. Y también qué tipo de control se impondrá en pro de la garantía de la salud ciudadana.
Las razones para crear “puntos limpios” responden a que el desarrollo de sistemas de recogida selectiva en orden a la recuperación y valorización de los residuos en el entorno urbano ha puesto de manifiesto la existencia de residuos a los que es preciso dar una gestión diferenciada. Son éstos productos que, ya sin valor, han de separarse del resto de los residuos para prevenir las consecuencias negativas que pueden generar por si mismos o por la contaminación secundaria de los subproductos del reciclado o compostaje.
Por tanto, es preciso considerar que además de potencialmente peligrosos son susceptibles de generar una contaminación secundaria, y por eso su lugar de almacenamiento debería ser elegido con mucho cuidado.
 Según estudios en la materia, cada ciudadano produce de 2 a 3 kilos de esos residuos. En los “puntos limpios” o "áreas de reciclaje" hay contenedores específicos para cada uno de estos tipos de residuos y existen incluso lo que se denomina “puntos limpios móviles”.
Pero al final, los “puntos limpios” son parques de contenedores destinados a la recogida de muebles, enseres, restos de podas, pequeñas cantidades de escombros, chatarras, neumáticos, y de todos aquellos residuos que, generados en los hogares, se consideran "tóxicos y peligrosos".
Entre estos últimos se cuentan pilas y baterías, fluorescentes, pequeñas cantidades de restos de pintura, decapantes, botes de productos de limpieza, aceite mineral usado, aceite vegetal usado, y en general todos aquellos cuya separación de los otros residuos es conveniente y presenta ventajas de gestión.
Por ello, lo que en principio parece una buena idea de la corporación para la recogida de ese tipo de materiales, ofrece dudas cuando consideramos que se van a almacenar en un lugar contiguo al agua que bebemos. Y surge la pregunta: ¿No había otro sitio?