Miles de catalanes opuestos a la sentencia del Estatuto piden la independencia
Barcelona.- Abundantes gritos de “independencia” se han escuchado en la manifestación de miles de catalanes contra la sentencia del Tribunal Constitucional que no reconoce a esa región como “nación”, y su presidente, el socialista José Montilla, ha escuchado gritos de “botifler” (traidor) y peticiones de dimisión.
Los organizadores hablan de más de un millón de personas, aunque la realidad se acerca más a las decenas de miles de que hablan las agencias internacionales y hasta El País.
Todo el gobierno tripartito catalán ha asistido a la marcha, pero los separatistas más radicales han intentado agredir a Montilla, aunque su escolta lo ha evitado.
El lema oficial de la manifestación era "somos una nación, nosotros decidimos", pero han abundado los carteles pidiendo la independencia. También se han podido leer pancartas que dicen: 'TC, Tribunal franquista'; 'Nuestra sentencia es la independencia'; 'Nos roban 60 millones de euros al día'; 'Catalonia, next state Europe'; 'Independencia=Necesidad'; y 'Adiós España'.
El Constitucional entiende que la Carta Magna «no conoce otra nación que la española» y que «la ciudadanía catalana no es sino una especie del género ciudadanía española», por lo que las referencias a estas cuestiones en el Estatut de Catalunya carecen de «eficacia jurídica interpretativa».
El alto tribunal desestima así la petición del PP de declarar anticonstitucional el artículo 7, alegando que la misma norma catalana supedita la condición de ciudadano de Catalunya a la de pertenecer en primer término a España.Los magistrados señalan de forma reiterada, casi obsesiva, que Catalunya no puede ser una nación en sentido jurídico, puesto que a esos efectos solo existe la nación española, aunque sí se reconoce que se trata de una «idea perfectamente legítima» para expresar una realidad cultural, histórica, lingüística, sociológica y hasta religiosa.Con respecto a los símbolos nacionales, deben entenderse como «símbolos de una nacionalidad constituida como comunidad autónoma», sin que ello cree «competencia o contradicción con los símbolos de la nación española». Y sobre los derechos históricos, serían «manifiestamente inconstitucionales» si «pretendieran para el Estatut un fundamento ajeno a la Constitución». En todo caso, Catalunya puede presentarse como «una realidad nacional».Los magistrados dan una de cal y otra de arena al dictaminar sobre la lengua catalana. Avalan el modelo escolar de inmersión lingüística en catalán, pero subrayan que también el castellano debe tener la consideración de idioma vehicular. «No puede ponerse en duda la legitimidad constitucional de una enseñanza en la que el vehículo de comunicación sea la lengua propia de la comunidad autónoma y lengua cooficial en su territorio», reza la sentencia.El alto tribunal advierte de que el derecho de los ciudadanos a ser atendidos en cualquiera de las dos lenguas solo es exigible en las relaciones con los poderes públicos, de manera que no se puede imponer directamente una obligación a las relaciones del sector privado, y deja claro que la Administración «no pueden tener preferencia por ninguna de las dos lenguas».
Los organizadores hablan de más de un millón de personas, aunque la realidad se acerca más a las decenas de miles de que hablan las agencias internacionales y hasta El País.
Todo el gobierno tripartito catalán ha asistido a la marcha, pero los separatistas más radicales han intentado agredir a Montilla, aunque su escolta lo ha evitado.
El lema oficial de la manifestación era "somos una nación, nosotros decidimos", pero han abundado los carteles pidiendo la independencia. También se han podido leer pancartas que dicen: 'TC, Tribunal franquista'; 'Nuestra sentencia es la independencia'; 'Nos roban 60 millones de euros al día'; 'Catalonia, next state Europe'; 'Independencia=Necesidad'; y 'Adiós España'.
El Constitucional entiende que la Carta Magna «no conoce otra nación que la española» y que «la ciudadanía catalana no es sino una especie del género ciudadanía española», por lo que las referencias a estas cuestiones en el Estatut de Catalunya carecen de «eficacia jurídica interpretativa».
El alto tribunal desestima así la petición del PP de declarar anticonstitucional el artículo 7, alegando que la misma norma catalana supedita la condición de ciudadano de Catalunya a la de pertenecer en primer término a España.Los magistrados señalan de forma reiterada, casi obsesiva, que Catalunya no puede ser una nación en sentido jurídico, puesto que a esos efectos solo existe la nación española, aunque sí se reconoce que se trata de una «idea perfectamente legítima» para expresar una realidad cultural, histórica, lingüística, sociológica y hasta religiosa.Con respecto a los símbolos nacionales, deben entenderse como «símbolos de una nacionalidad constituida como comunidad autónoma», sin que ello cree «competencia o contradicción con los símbolos de la nación española». Y sobre los derechos históricos, serían «manifiestamente inconstitucionales» si «pretendieran para el Estatut un fundamento ajeno a la Constitución». En todo caso, Catalunya puede presentarse como «una realidad nacional».Los magistrados dan una de cal y otra de arena al dictaminar sobre la lengua catalana. Avalan el modelo escolar de inmersión lingüística en catalán, pero subrayan que también el castellano debe tener la consideración de idioma vehicular. «No puede ponerse en duda la legitimidad constitucional de una enseñanza en la que el vehículo de comunicación sea la lengua propia de la comunidad autónoma y lengua cooficial en su territorio», reza la sentencia.El alto tribunal advierte de que el derecho de los ciudadanos a ser atendidos en cualquiera de las dos lenguas solo es exigible en las relaciones con los poderes públicos, de manera que no se puede imponer directamente una obligación a las relaciones del sector privado, y deja claro que la Administración «no pueden tener preferencia por ninguna de las dos lenguas».
En un intento de dar muestras de anti españolismo algunos manifestantes han llegado a ondear banderas holandesas, como desaire a la selección nacional de fútbol que mañana disputará a la holandesa en Sudáfrica la final del Mundial.