Por Rosa Montero
Ya saben que, con el asunto de la gripe A, nos están repitiendo hasta la saciedad que tenemos que lavarnos las manos a menudo y a fondo. Las farmacias están poniéndose las botas vendiendo esos líqu
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Verán, la ONU acaba de denunciar que cada vez hay más violaciones de niñas en las guerras. Además, la crisis económica galopa y corta el viento, pero, pese a las estrecheces, resulta que el comercio de armas sigue fenomenal en todo el planeta; por ejemplo, un país en vías de desarrollo como Brasil se acaba de gastar, de la mano de Lula (¡Lula!), 8.700 millones de euros en armas: para las máquinas de matar no hay recortes presupuestarios. Otrosí, por lo visto dentro de 30 años habrá desaparecido el hielo de los casquetes polares. Y, por último, en este mundo en el que se supone que no existe la esclavitud, hay 12 millones de trabajadores forzosos, verdaderos esclavos, por impago de deudas. Son sólo cuatro pequeñas pinceladas de la que está cayendo, dicho sea sin entrar en el territorio de lo patrio, que ya es para exiliarse. Y, mientras tanto, en la tristura de los fríos y la oscuridad y la gripe crecientes, nosotros venga a restregarnos las manos como posesos mientras canturreamos Cumpleaños feliz (dos veces) en los lavabos. Que tengan un buen otoño.
(Rosa Montero es escritora y periodista)