sábado, 13 de febrero de 2010

Sociedad

San Valentín, amor o negocio
Por C. Vicente
Por si alguien no se ha enterado, es San Valentín. O lo que es igual, como tantos años, muchos negocios esperaban hacer el agosto en pleno febrero. Para muchos no deja de ser una cita con la ñoñería, pero para otros es el momento de demostrar a sus parejas lo que en el día a día se pasa por alto.
Las tiendas han estado pregonando hace días desde sus escaparates la efeméride, pero la crisis ha hecho mella este año también en los negocios del amor. Las escapadas románticas, joyas, bombones, cenas a la luz de las velas, jornadas relajantes en un balneario o el socorrido perfume han estado en este 2010 mucho más difíciles.
Dicen los expertos en marketing que este año, el amor se ha reflejado sobre todo en el correo electrónico. Porque son cada vez más quienes piensan que esta es una celebración eminentemente comercial. Tanto que el lunes, pasado San Valentín, reclamos a amarse o corazones, desaparecen de los escaparates como por arte de magia.
Pero quién era ese San Valentín que hoy se festeja. Un mártir, condenado a muerte por celebrar matrimonios a pesar de la prohibición del emperador Claudio II, que necesitaba hombres solteros para las campañas bélicas en defensa del decadente imperio romano.
Seguramente quienes llevan flores, libros, perfumes o cualquier otro obsequio a sus personas amada, no lo hacen pensando en aquel San Valentín, nacido en Roma durante el siglo II, que llegó a ser obispo de Interamna, hoy Terni.
Aquel personaje no dejó de celebrar bodas y a las mujeres les entregaba una flor blanca como símbolo de pureza y fidelidad, dando origen a uno de los principales atributos de la joven que llega al altar: el ramo de novia. Al descubrirse su desobediencia, Valentín fue sentenciado a azotes, apedreamiento y decapitación, y mientras aguardaba la sentencia final en prisión conoció a Julia, la hija ciega de su carcelero, a quien transmitió conocimientos y fe. Se dice que Julia recobró la vista un día, mientras rezaba de rodillas junto al santo, por lo que a su muerte, el 14 de febrero del año 271, plantó un almendro rosado como símbolo de amistad y amor sobre su primera tumba, en lo que hoy es el templo de Práxedes, en Roma.Los restos de San Valentín descansan actualmente en la iglesia de San Antón, Madrid, hacia donde peregrinan jóvenes cristianos de toda Europa para pedir “milagros del corazón”. El Día de San Valentín se oficializó en 1969, cuando el calendario católico estableció el 14 de febrero como recordatorio del Patrono de los Enamorados, pero proviene de una tradición muy antigua, en la que se entremezclan historias religiosas y antiguos ritos en honor a los dioses Pan, en Grecia, y a Luperco, en Roma. Durante los primeros años de la cristiandad, en Roma abundaban las festividades paganas. Los cristianos solían integrarse a estas celebraciones relacionadas con los ciclos lunares y solares, no sólo para pasar inadvertidos -las persecuciones y masacres eran cada vez más frecuentes- sino porque se sentían atraídos por las fiestas donde los placeres carnales se mezclaban con las invocaciones místicas. Los rituales en honor a Pan y a Luperco estaban llenos de furor sexual: presagiaban la relativa cercanía de la primavera y lo peor era que los antiguos cristianos no se los perdían. Esto motivó la intervención de la Iglesia católica: siguiendo las indicaciones de Pablo sobre la conveniencia de yuxtaponer las celebraciones cristianas a la paganas para borrar a estas últimas, el papa Gelasio introdujo en 498 el Día de san Valentín. Lo fijó para el 14 de febrero, adosado a la lupercalia del 15, y con tan buena suerte que ya nadie recuerda a Pan ni a Lupercus, ni a los azotes dados en su nombre.El Día de los Enamorados se festeja prácticamente en todo el mundo: es San Valentín, entre los cristianos; Tu beAv entre los judíos; los chinos le llaman Qi Qiao Jie (Fiesta del Doble Siete) y los japoneses Tanabata, aunque sus comunidades cristianas también festejan al santo.La fecha, claro está, no siempre es la misma: San Valentín es el 14 de febrero y en cambio Tu beAv se celebra el 15 del mes judío de Av, que cae a mitad de año del calendario gregoriano. En China y Taiwan, el Qi Qiao Jie se festeja el séptimo día del séptimo mes del almanaque lunar (en agosto, aproximadamente); y en cambio, Japón adaptó su Tanabata al calendario gregoriano y lo celebra siempre el 7 de julio, que también es doble siete.
Pero como es del amor, de lo que trata la jornada, conviene saber que según una de las últimas encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas, el 75% de los españoles cree que si el amor es sincero «puede con todo» y el 63,1% opina que «la pasión amorosa puede durar toda la vida».
En cambio los expertos no son tan categóricos. La autora de 'Amor puro y duro', Pilar Varela, cree que «el amor puro existe pero es breve y fugaz» y que el amor eterno, como mucho, dura tres meses. También opina que la convivencia es «una mala hierba para el amor», lo que no significa que haya que evitarlo.
No tan extremista se muestra el sexólogo C. Sanmartín, que le da un poco más de vida a la pasión: «si por ella entendemos enamoramiento, su fecha de caducidad ronda entre el primer y segundo año a lo sumo, pero la pasión en determinados momentos o situaciones se puede y se debería mantener de forma indefinida, buscada y generada por los dos miembros de la pareja».
Añade que un vínculo amoroso satisfactorio puede durar toda la vida «pero va variando y probablemente esa sea la clave: Saber adaptar nuestras necesidades emocionales a los cambios que experimentamos a lo largo de los años».
Pilar Varela recuerda una frase que escuchó al catedrático Mariano Yela cuando estudiaba Psicología: «El amor no es necesario para vivir, pero sí es necesario para que merezca la pena vivir». Y otros recurren a Friedrich Nietzche, quien pensaba que «siempre hay un poco de locura en el amor y un poco de cordura en la locura».
Hay otras encuestas. Por ejemplo, habría que creer que existe a tenor de las últimas cifras publicadas por el Instituto Nacional de Estadística, que indican que 193.064 parejas se dieron el sí quiero durante 2008. Ese mismo año, 118.939 matrimonios decidieron seguir cada uno por su lado y firmaron la separación o el divorcio.
Como dice Varela, «todos estamos capacitados para querer, otra cosa es que sepamos ponerlo en práctica». Y añade que «el ser humano nace dotado para el cariño. Todos estamos capacitados para querer, pero otra cosa es que sepamos ponerlo en práctica».