De avisos, tarjetas amarillas y dulces derrotas
Por A. Sabrido
El PSOE ha tardado unas horas en entonar un tímido “mea culpa” después del revés que suponen los resultados electorales de las europeas. La primera reunión de la ejecutiva del PSOE después del batacazo, debía haber servido para algo más, pero en Ferraz parecen tener tal borrachera de autoestima que lo más que admiten es que les han dado un aviso. Sin embargo, como no espabilen, les pueden echar el toro a los corrales.
Dicho en términos futbolísticos creen que les han sacado tarjeta amarilla, pero se dan por contentos de que no sea roja. Lo que supone que esperaban algo mucho peor que lo que pasó.
¡Siempre es un consuelo! deben pensar a estas horas Rodríguez Zapatero y su corte de los milagros. ¿ Y para llegar a tan poca cosa han precisado cuatro horas de reunión? ¡Qué modo de perder el tiempo con la que está cayendo!
Porque además se hacen otras cuentas. A Leire Pajín, inconmensurable en su papel de “número tres”, no hay quien la baje del burro de que "si los ciudadanos hubieran querido iniciar un cambio político, la participación hubiera sido más alta". ¡Tiene miga!
O sea, que cuando los ciudadanos van a las urnas es porque quieren echar a alguien. Si no, se quedan en casita. ¡Tan ricamente! ¿Y no será que los ciudadanos optan por la abstención cuando les tienen aburriditos? ¡No, por Dios, eso no! ¡Qué va!
O sea que la democracia participativa sólo anima al pueblo llano a renunciar a unas horas de su descanso dominical cuando se trata de dar el pasaporte a un gobierno inepto, o antipático o simplemente inoperante. ¿Pero en qué clases de educación para la ciudadanía se imparten ese tipo de enseñanzas? O en otro caso ¿De qué diablos va la cosa?
Pues va, que a nadie le sorprenda, de que igual que no se enteraban antes de que la economía les tiraba de las orejas, no se enteran bien ahora de que les están tirando más porque están gestionando mal muchos asuntos. Unos que son de la máxima importancia para la gente –el horroroso desempleo que crece y crece- y otros que a la gente importa un pimiento. No creo que sea preciso decir de cuáles hablamos.
Porque dicen gentes presentes en la reunión que la mayor parte de los “illuminati” están archiconvencidos de que la pérdida de votos es transitoria y en las generales el voto vuelve al redil si la economía se recupera. Y de ese modo la mayoría del coro entona la canción de que la culpa de todo es de la crisis ¡Y eso que no querían ni verla llegar!
Tampoco parece que se haya rasgado nadie las vestiduras por la poca elegancia de una campaña ciertamente barriobajera. Han entendido que en Madrid y Valencia lo tienen “chungo”, pero no que Castilla-La Mancha se ha puesto feo. Y ahí siguen ellos, encantados de haberse conocido.
No parece que alguien haya dejado caer en la reunión que de Europa, es decir de lo que iban estas elecciones, se ha hablado poquito tirando a nada. Y de que de ese desdén a la Europa a la que después van a pedir cuartos viene el que la gente común sólo entienda que con la mala gestión del euro (digamos por ejemplo, desde que se generalizaron los redondeos), compramos todo tres veces más caro que antes de la moneda única.
Pero claro, parece que lo único que estaba en juego era seguir tirando. Que lo que contaba es poder decir en público que la derrota no es tan derrota. A lo mejor es porque es como aquella tan dulce que alguien mencionó, aunque le siguieron ocho años de aznarismo puro y duro.