El PSOE en estado de incertidumbre pese a las negativas oficiales
Por M. González
Madrid.- Por más que se empeñen en negarlo los portavoces oficiales, el PSOE vive desde hace unos días en estado de incertidumbre. Cualquiera con contactos en la sede de la calle Ferraza puede constatar que la preocupación y el desconcierto se aprecian con intensi
dad desconocida.
La gestión de la crisis, el rumbo errático en los anuncios de planes para el sistema de pensiones y sus rectificaciones posteriores, y el espectro de la derrota electoral proclamada por el barómetro de enero del CIS han extendido la incertidumbre por el partido.
Lo peor es que el Gobierno "transmite inseguridad a la sociedad, aunque sólo sea por cuestiones de forma, ya que afrontar en serio el debate de la reforma de las pensiones es conveniente y muestra de responsabilidad", dice un destacado dirigente regional.
Pero el mismo interlocutor reconoce que se ha dado la impresión de "descoordinación".
Mientras en Izquierda Unida y Unión Progreso y Democracia, el partido de Rosa Díez, se frotan las manos, en el PSOE se critica por “abrupta” la decisión de aumentar la edad de jubilación de 65 a 67 años y el anuncio, luego rectificado, de aumento en 10 años del cómputo de la vida laboral.
También se critica al comisario europeo de la Competencia, el socialista Joaquín Almunia, que colocó a España "junto a Grecia", que está casi al borde de la quiebra. Y tampoco ha salido bien parado el presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, que ha sido el primero en pedir a las claras cambios en el Gobierno para dar un nuevo impulso de cara al combate contra la crisis. Internamente se ha considerado "inoportuno", pero tampoco se dice que sea un análisis equivocado.
A estas alturas, lo que más atemoriza en el PSOE, pese a las explicaciones oficiales, es tener a los sindicatos en pie de guerra. "Son errores propios los que nos están conduciendo a esta situación, sin que el rival sea mejor", dice un líder regional.
Pero las confidencias se hacen en voz baja, al amparo del anonimato, porque muchos temen sufrir las iras y el personalismo que ha implantado en el PSOE Zapatero. “De Bambi, no tiene más que el aspecto”, bromea un dirigente.
Las preguntas en Ferraz circulan entre susurros y se refieren a "¿por qué no hemos hablado con los sindicatos de la medida de las pensiones? ¿Por qué lanzamos propuestas poco meditadas llevados por el nerviosismo del foro económico de Davos?”, donde España quedó mal parada entre otras cosas por la falta de humildad de Zapatero para admitir que no entendía lo que se decía en inglés.
La corriente Izquierda Socialista, siempre situada en la disidencia más o menos tolerada y cerca a UGT, afila los cuchillos para pedir cuentas cuando llegue la hora. Porque aún no es tiempo, creen sus dirigentes, ya que la dirección del PSOE y del grupo parlamentario van a tratar de contener la crítica interna y de subir una moral que a día de hoy está por los suelos.
Uno de los dirigentes que mejor conoce a Zapatero, porque les une una amistad juvenil, es el portavoz del Grupo Socialista, José Antonio Alonso, que ha reconocido a Barreda "buena fe" y no duda de su "lealtad", aunque consideren que no ha estado oportuno. El propio Barreda no se ha desdicho de su propuesta y aclara que "la sinceridad no está reñida con la lealtad".
Pero lo que quiere dejar bien claro el llamado “sanedrín” del zapaterismo es que de cambio de gobierno "nada" y de elecciones anticipadas, menos. "Conociendo el sentido de la responsabilidad de Zapatero, es seguro que agotará la legislatura porque los ciudadanos nos han elegido para cuatro años, a las duras y a las maduras", dice Alonso. En Ferraz, en cambio, algunos creen que esas intenciones van a naufragar como otras promesas del jefe de gobierno y su gente.
En septiembre
ya hubo un episodio de desconcierto en el PSOE por vacilaciones en torno a la subida de impuestos. Ahora, la situación es más delicada cuando desde la Unión Europa se pone a España en solfa a propósito de la situación de sus cuentas y el PP se sitúa 3,8 puntos por encima del PSOE en intención de voto. O lo que es igual, el PSOE mantiene en ese sondeo la dinámica del perdedor.
Ni siquiera consuela ya a las filas socialistas –excluido el grupo que rodea a Zapatero- que el líder del PP, Mariano Rajoy, no despegue y que obtenga un 3,50 de valoración, 11 centésimas menos que en octubre de 2009. Zapatero baja del 4,11 al 3,98 y Rosa Díez se coloca a la cabeza con un 4,08.
La explicación a ese desplome de valoración de Zapatero puede encontrarse en el dato de que el paro es el principal problema que tiene España para al 82,7% de los encuestados. Y también hay otro dato que no se debe pasar por alto: un 27,6% cree que Rajoy lo haría mejor si estuviese al frente del Gobierno y así son más que quienes piensan que lo haría peor.

La gestión de la crisis, el rumbo errático en los anuncios de planes para el sistema de pensiones y sus rectificaciones posteriores, y el espectro de la derrota electoral proclamada por el barómetro de enero del CIS han extendido la incertidumbre por el partido.
Lo peor es que el Gobierno "transmite inseguridad a la sociedad, aunque sólo sea por cuestiones de forma, ya que afrontar en serio el debate de la reforma de las pensiones es conveniente y muestra de responsabilidad", dice un destacado dirigente regional.
Pero el mismo interlocutor reconoce que se ha dado la impresión de "descoordinación".
Mientras en Izquierda Unida y Unión Progreso y Democracia, el partido de Rosa Díez, se frotan las manos, en el PSOE se critica por “abrupta” la decisión de aumentar la edad de jubilación de 65 a 67 años y el anuncio, luego rectificado, de aumento en 10 años del cómputo de la vida laboral.
También se critica al comisario europeo de la Competencia, el socialista Joaquín Almunia, que colocó a España "junto a Grecia", que está casi al borde de la quiebra. Y tampoco ha salido bien parado el presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, que ha sido el primero en pedir a las claras cambios en el Gobierno para dar un nuevo impulso de cara al combate contra la crisis. Internamente se ha considerado "inoportuno", pero tampoco se dice que sea un análisis equivocado.
A estas alturas, lo que más atemoriza en el PSOE, pese a las explicaciones oficiales, es tener a los sindicatos en pie de guerra. "Son errores propios los que nos están conduciendo a esta situación, sin que el rival sea mejor", dice un líder regional.
Pero las confidencias se hacen en voz baja, al amparo del anonimato, porque muchos temen sufrir las iras y el personalismo que ha implantado en el PSOE Zapatero. “De Bambi, no tiene más que el aspecto”, bromea un dirigente.
Las preguntas en Ferraz circulan entre susurros y se refieren a "¿por qué no hemos hablado con los sindicatos de la medida de las pensiones? ¿Por qué lanzamos propuestas poco meditadas llevados por el nerviosismo del foro económico de Davos?”, donde España quedó mal parada entre otras cosas por la falta de humildad de Zapatero para admitir que no entendía lo que se decía en inglés.
La corriente Izquierda Socialista, siempre situada en la disidencia más o menos tolerada y cerca a UGT, afila los cuchillos para pedir cuentas cuando llegue la hora. Porque aún no es tiempo, creen sus dirigentes, ya que la dirección del PSOE y del grupo parlamentario van a tratar de contener la crítica interna y de subir una moral que a día de hoy está por los suelos.
Uno de los dirigentes que mejor conoce a Zapatero, porque les une una amistad juvenil, es el portavoz del Grupo Socialista, José Antonio Alonso, que ha reconocido a Barreda "buena fe" y no duda de su "lealtad", aunque consideren que no ha estado oportuno. El propio Barreda no se ha desdicho de su propuesta y aclara que "la sinceridad no está reñida con la lealtad".
Pero lo que quiere dejar bien claro el llamado “sanedrín” del zapaterismo es que de cambio de gobierno "nada" y de elecciones anticipadas, menos. "Conociendo el sentido de la responsabilidad de Zapatero, es seguro que agotará la legislatura porque los ciudadanos nos han elegido para cuatro años, a las duras y a las maduras", dice Alonso. En Ferraz, en cambio, algunos creen que esas intenciones van a naufragar como otras promesas del jefe de gobierno y su gente.
En septiembre

Ni siquiera consuela ya a las filas socialistas –excluido el grupo que rodea a Zapatero- que el líder del PP, Mariano Rajoy, no despegue y que obtenga un 3,50 de valoración, 11 centésimas menos que en octubre de 2009. Zapatero baja del 4,11 al 3,98 y Rosa Díez se coloca a la cabeza con un 4,08.
La explicación a ese desplome de valoración de Zapatero puede encontrarse en el dato de que el paro es el principal problema que tiene España para al 82,7% de los encuestados. Y también hay otro dato que no se debe pasar por alto: un 27,6% cree que Rajoy lo haría mejor si estuviese al frente del Gobierno y así son más que quienes piensan que lo haría peor.